Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

jueves, 30 de junio de 2011

Insectos y banqueros

Un grupo de científicos del Museo Nacional de Historia Natural de París y de la Universidad escocesa de Strathclyde han conseguido grabar y medir por primera vez con micrófonos subacuáticos el sonido del animal más ruidoso de todo el planeta Tierra...

- ¡El hombre! ¡Y el hombre español, para más precisión!  -saltó Mac Namara de inmediato.

- Por una vez te has equivocado, viejo amigo -le enmendé, porque tenía la información ante mis propias narices.

Y no, no es el hombre, sino un ser tan minúsculo que suele pasar absolutamente inadvertido para nosotros: el Micronecta Scholtzi (aquí a la derecha). Se trata de una chinche acuática de 2 milímetros que para llamar la atención de las hembras produce un irritante chirrido (similar al de las cigarras pero más agudo, por lo que he podido escuchar) con una potencia de algo más de 99 decibelios que una persona normal puede oír perfectamente si camina junto a la orilla de un río y el bichejo está dale que te pego en el fondo del mismo. Si extrapoláramos su tamaño al nuestro, sería como si un ser humano pudiera reproducir él solo el sonido de toda una orquesta.

Dicen los científicos que es un auténtico misterio cómo estos insectos pueden hacer semejante ruido ya que sólo emplean unos 50 micrómetros de su cuerpo (el equivalente a la anchura de un cabello humano) para su ritual erótico musical..., porque resulta que el instrumento que emplean para provocar semejantes estridencias es su diminuto pene, que frotan contra el abdomen en un proceso definido como estridulación. 

Uno hubiera esperado que, de no ser el hombre, el ser más ruidoso de la creación fuera un gran animal, del estilo del elefante o de los cetáceos más poderosos, pero resulta que no. Es una nueva lección de la Naturaleza, que cada día nos enseña a desconfiar de las conclusiones más "evidentes" que aparecen ante nuestros ojos y a las que solemos llegar a menudo por razonamientos basados no en los datos reales sino en nuestras creencias y suposiciones. 

- Como sucede con las entidades financieras -interviene Mac Namara.

- ¿Qué les pasa ahora, a ésas? -pregunto.

- Nada. Simplemente, que se supone que las autoridades políticas deberían haber metido mano a ese sector para reordenarlo, en especial en EE.UU. pero también en Europa después de ser las culpables de haber puesto el mundo entero patas arriba generando la brutal crisis financiera que ha derivado en la económica que ahora estáis pagando los ciudadanos corrientes... Y sin embargo no ha sido así.

- Hombre, se habrán tomado medidas para...

- Suponéis, gente ingenua, que se han tomado medidas, pero no tienes más que echar un vistazo a la prensa para ver que no.

En ese momento recordé los comentarios que me hacía esta misma semana en una comida cierto periodista de cierto importantísimo medio de comunicación español, quien me confió que su diario no publicaba por sistema nada (pero cuando digo nada es nada: censura absoluta y total en este país libre y democrático) que perjudicara a uno de los verdaderos dueños de España: Emilio Botín, el patriarca del Grupo Santander. Nada sobre sus problemas con la justicia, nada sobre los incidentes en su junta de accionistas, nada..., que no fuera para alabar sus méritos y su labor al frente de la poderosa entidad. Sin embargo, Mac Namara retomó el hilo:



- En Estados Unidos, el bluff de presidente que tienen allí, el tal Obama, no ha tomado ninguna medida de importancia para evitar que se repitan las bancarrotas de las grandes entidades financieras justificadas por el rollo aquél de las "subprimes". El Financial Times, biblia y portavoz de los adoradores del oro, reconocía esta misma semana que "la etapa de contricción por los pasados excesos se ha acabado para los ejecutivos de los quince principales bancos europeos y norteamericanos que vieron aumentar sus ingresos en un 36 % en 2010". Y cita casos concretos como el de Lloyd Bankfein, consejero delegado de Goldman Sachs que el año pasado se embolsó 14 millones de dólares... ¡15 veces más dinero que lo que ganó el año anterior! O Jamie Dimon, de JP Morgan Chase, que ganó en 2009 casi 21 millones de dólares, 15 veces y media más que sus ganancias del curso anterior. O Frédeéric Oudéa de Société Génerale, que aumentó su cuenta en 2,3 millones, un 50 por ciento más...

- Pero..., ésta es la misma gente que exige recortes salariales y otros sacrificios a los Estados para remontar la crisis...

- Exacto. Mira este otro dato: 14 de los 15 altos ejecutivos incluidos en el informe aceptaron en 2010 primas en efectivo o en acciones, cuando sólo 6 lo habían hecho el año anterior. Y sin embargo los ingresos de los bancos en los que medran sólo crecieron una media del 2,9 por ciento. Otra cifra: Dick Fuld, el tipo que dirigía (se supone) Lehman Brothers cuando quebró en 2007 ¡se embolsó por su catastrófica gestión 34 millones de dólares!

Escuchaba anonadado estos números cuando recordé:

- Ayer leí algo sobre los sueldos de los ejecutivos de Bankia: Rodrigo Rato, José Luis Olivas y Francisco Verdú, los tres primeros ejecutivos, cobrarán anualmente algo más de 10 millones de euros, cada uno, según sus propios datos incluidos en la información que remitieron a la Comisión Nacional del Mercado de Valores... Y la remuneración total para los 32 directivos de la sociedad ascenderá a algo más de 24 millones de euros... Ah, y también leí acerca de un estudio realizado por la Asociación Europea de Marketing Financiero y la empresa tecnológica FICO que incluye las previsiones para el curso entrante, así como diversos datos como que más de 9 de cada 10 financieros encuestados consideran que los clientes son mucho más fieles al banco en el que tienen la cuenta corriente... Pero me llamó la atención una de las informaciones incluidas y es que los propios responsables del crédito de las instituciones financieras españolas reconocen que sus propios clientes desconfían de sus bancos..., aunque no explica cómo podrían recuperar esa confianza.


- ¿Es o no es una obscenidad manejar tanto dinero no por crear riqueza real sino por mantener el sistema de riqueza especulativa, construido precisamente sobre el dinero de los demás? -preguntó Mac Namara, conociendo mi respuesta- Y sin embargo, nadie hace nada.

- A pesar de las protestas de la gente, como las del 15-M... ¿Y por qué no intervienen los partidos políticos? Si no el gobierno, los de la oposición...

Mac Namara sonrió ante la ingenuidad de mi pregunta y contestó lo que yo ya me estaba diciendo a mí mismo mentalmente:

- No tienes más que estudiar las listas de los clientes de los grandes bancos. ¿A que te imaginas cuáles son algunas de las organizaciones más morosas de las entidades financieras? ¿A que no te extrañaría saber que esas organizaciones morosas reciben condonaciones regulares de sus deudas así como nuevos créditos sin problemas mientras que a ti como particular o como empresario te siguen poniendo todos los problemas del mundo? ¿A que no te extraña que los presuntos gobernantes de este país (y del resto, no es un problema exclusivamente español sino a estas alturas por desgracia mundial) tengan tendencia a reunirse antes y más a menudo con los principales financieros que con el resto de líderes políticos?

Y sin embargo, siguen contándonos que son los responsables políticos los que mandan. Sí, como en el caso de la Micronecta Scholtzi, una cosa es lo que creemos y otra muy distinta, lo que pasa en realidad.

- Con todo esto, me da no sé qué dejar el blog ahora -le reconocí a Mac Namara teniendo en cuenta que mañana es 1 de julio y como el año pasado suspenderé momentáneamente las publicaciones regulares en esta bitácora para dedicarme a otros imporantes menesteres.
 - Bah, es temporal. Ya te fuiste el verano pasado por estas fechas y volviste después de las vacaciones.

- Sí, y recuerdo que te dejé encargado de publicar regularmente mientras yo estaba fuera..., y apenas redactaste dos o tres anotaciones mientras falté -le recordé. 

Mi gato conspiranoico hizo un extraño gesto. Si fuera humano, habría sido tal vez un encogimiento de hombros.

- Ya sabes que yo no sirvo para escribir pero este año intentaré poner alguna cosa interesante mientras regresas de tus aventuras veraniegas.



miércoles, 29 de junio de 2011

Miembro fantasma

Algo más de medio centenar de personas han participado durante el pasado mes de mayo en un estudio pionero en Sevilla, Santiago de Compostela y Valladolid para analizar el llamado "síndrome del miembro fantasma" y cuyos resultados esperamos conocer lo antes posible. Tal y como explica su propia definición, esta sensación aparece cuando se le amputa un miembro a alguien pero la persona no sólo sigue percibiéndolo como existiera, sino que además lo sufre: es decir, le duele. A veces lo siente como si le quemara, o bien como si se le estuviera congelando, en otras ocasiones como si estuviera siendo triturado en ese momento, o simplemente nota que el miembro existe...,  pero no está físicamente en ninguno de los casos. Este síndrome puede durar días, meses, años..., toda la vida en algunos casos, para los cuales la solución que suele aplicar la ciencia médica son las bombas analgésicas subcutáneas.

No existe todavía una prueba científica definitiva y clarificadora para diagnosticar este tipo de dolor. Es el médico el encargado de estudiar el historial clínico, practicar un profundo examen físico y comparar las circunstancias, síntomas y señales que se produjeron antes y después de la amputación el que debe aconsejar a su paciente cómo enfrentarse a esta desconcertante situación. Según los datos hospitalarios disponibles, entre el 50 y el 80 por ciento de las personas que sufren una amputación experimentan esta situación, aunque también le ocurre a personas que nacieron ya sin alguna parte de sus extremidades.

Este estudio en concreto, dirigido por el director de departamento de deporte e informática de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla Francisco José Berral de la Rosa (aquí a la derecha), lo promovía la Asociación Nacional de Amputados de España y en él se han realizado diversas pruebas a los afectados: biolóticas, psicológicas y sensoriales. Entre ellas, una termografía para tomar la temperatura superficial e interna de piernas o de brazos y tórax en función de la parte del cuerpo que padeciera la amputación. El propio presidente de la Asociación, Carlos Ventosa, es un caso claro de este tipo ya que hace 28 años (que ya es tiempo) sufrió unas amputaciones por culpa de un accidente y a día de hoy continúa con dolores y calambres en sus ya inexistentes miembros. E, igual que sucede con tantas personas operadas pero que no han llegado a perder ninguna extremidad, nota esta incomodidad sobre todo cuando cambia el tiempo.

La mayoría de los especialistas afirma que este síndrome es un simple engaño de los sentidos, una sensación psicológica creada por el propio individuo que lo padece, aunque algunos médicos creen que existe una razón física para que se materialice: los impulsos que continúan generándose en los nervios próximos a los puntos de la amputación y que siguen fluyendo a través de la médula espinal con destino al cerebro. Además, se han señalado algunos factores de riesgo como por ejemplo la existencia de dolor en el miembro previamente a su amputación, la existencia de coágulos sanguíneos o infecciones antes de la intervención o daño previo en la médula espinal o nervios periféricos. Un detalle interesante es que se da con mayor frecuencia en adultos que en niños.
El síndrome del miembro fantasma es uno de esos enigmas médicos para el que surgen diversas explicaciones al margen de las limitaciones científicas (a las que, tal vez, gracias a este estudio en varias ciudades españolas se pueda aportar algo de luz). Una de las más empleadas la han popularizado los grupos más o menos esotéricos, que parten de la idea de que el ser humano está compuesto por diversos cuerpos que se superponen unos con otros vibrando en diferentes niveles, de los cuales el físico es el más basto y fácilmente accesible a nuestros sentidos pero en modo alguno el único. Aunque la persona pierda parte de su cuerpo físico, no sucedería lo mismo con sus otros cuerpos, que continuarían íntegros en su nivel vibratorio particular y que de alguna forma podrían ser sentidos por sus poseedores con mayor facilidad tras la amputación (mientras el cuerpo físico se mantuviera íntegro, las sensaciones producidas por el mismo ocultarían a la persona las generadas en el resto de los cuerpos a no ser que se tratara de alguien con una sensibilidad especial).

Ya los antiguos egipcios hablaban de los mundos internos del ser humano con distintos nombres. Muy resumidamente: Djet era el cuerpo físico (Jat si se trataba de un cuerpo momificado); Ka era la chispa vital, el espíritu inmortal; Ba, el equivalente al alma occidental; Sahu, el cuerpo espiritual sólo a disposición de los iniciados que con su duro y largo trabajo interno lograban de alguna manera dotar de inmortalidad a Ba y fundirlo con Ka y muy probablemente tenía relación con otro concepto, el Akh, representado por un ibis crestado, el ave sagrada de Thoth, divinidad del conocimiento (y mi tutor por cierto en la Universidad de Dios); Ib era la sede de emociones y pensamientos, el alma del corazón, por así decir;  Sheut era la sombra, una parte desconocida de nosotros conectada de alguna forma con el mundo de la muerte; Ren era el nombre real de la persona, que debía ser oculto a los enemigos para que no adquirieran poder sobre la propia alma; Sekhem era una forma de manifestación del poder divino que también podía ser puesto a disposición de ciertos altos iniciados.


En todo caso, el síndrome del miembro fantasma nos demuestra, igual que el dominio de los fakires sobre el dolor o la insensibilidad que pueden producir las prácticas hipnóticas, que nuestra existencia se basa generalmente en las sensaciones externas y que éstas pueden engañarnos con suma facilidad. Creemos que sabemos el terreno que pisamos porque vemos, oímos, olemos, gustamos y sentimos, pero todos esos estímulos que nos impactan cada día (según los expertos, ¡atención a la enormidad del dato!, hasta 200.000 estímulos diferentes cada segundo de nuestra vida) no son suficientes para ofrecernos una descripción creíble y confiable de la realidad. El decorado en el cual transcurre nuestro día a día en el fondo no es más que un escenario consensuado por los grupos humanos para interpretar los papeles que hemos elegido representar. Si pudiéramos ver más allá de los focos que iluminan el escenario pero que nos deslumbran cuando tratamos de mirar hacia el patio de butacas nos llevaríamos sorpresas. Muchas sorpresas.

martes, 28 de junio de 2011

Gilgamesh, el inmortal

A propósito del manejo del tiempo que comentábamos ayer, acabo de terminar de leer una gozosa colección/recopilación de las historietas protagonizadas por Gilgamesh, el inmortal, quizás el personaje más popular del dibujante paraguayo Lucho Olivera, con cuya interesante obra tomé contacto en los primeros años de ésta mi última reencarnación a través de magníficas revistas de comic como El Tony, D'Artagnan o Fantasía. Por desgracia, estas publicaciones argentinas nunca tuvieron en España la distribución que merecían y no resultaban fáciles de conseguir, pese a estar pobladas de personajes muy variados: desde el entrañable Cabo Sabino hasta el atractivo Nippur de Lagash pasando por el propio y misterioso Gilgamesh. Allí conocí a los Altuna, Breccia, Casalla y tantos otros, que fijaban los listones del tebeo adulto regular en idioma español en cotas muy difíciles de superar en todos los géneros (Ciencia Ficción e Histórico, en especial) para un aficionado que en la península ibérica tenía que conformarse por entonces con las (por lo demás magníficas) historietas de Mortadelo y Filemón, 13 rue del percebe, Anacleto agente secreto y otras, exclusivamente dedicadas al humor blanco y más bien infantil.

Gilgamesh el inmortal apareció por primera vez publicado en 1969 en una historia breve, pero tuvo tanto éxito que la editorial Columba encargó a Olivera que la convirtiera en una serie, que desarrolló en solitario en un primer momento y con el apoyo de Sergio Mulko más tarde. En 1980, el dibujante estableció una sólida alianza con el gran guionista Robin Wood, con el que creó una nueva versión del personaje, con un carácter más oscuro e introspectivo perfectamente apoyado por un grafismo sucio y desolador siempre en blanco y negro (apoyado con la constante repetición del simbólico dibujo de cabezas de todo tipo) que resaltaba el carácter solitario, sombrío y a menudo confuso del personaje protagonista. La recopilación que publica 001 Ediciones (y que hubiera merecido una edición de formato más grande) se anuncia como volumen 1 (por lo que desde ya esperamos y deseamos la próxima aparición del siguiente) y recoge las historietas de esta segunda etapa con Olivera y Wood mostrando su arte, en algunos episodios, en un verdadero estado de gracia.

Gilgamesh es, históricamente, el primer héroe humano que conocemos. Rey guerrero de la ciudad sumeria de Uruk (actualmente Warqa en territorio de Iraq), sus aventuras están recogidas en las tabillas de escritura cuneiforme que nos legaron las civilizaciones de la cuenca mesopotámica fechando su existencia en torno al año 2.600 antes de Cristo y han servido de modelo a personajes posteriores de diversas culturas, el más conocido de los cuales es el Herakles/Hércules mediterráneo. La más conocida de sus incursiones es la que le conduce al reino de los dioses en busca de la inmortalidad, el único de los grandes dones que no posee (y que ansía recibir) puesto que además de poseer la fuerza insuperable de un titán y el próspero poder de su reinado sobre la ciudad más importante de su época, disfruta de una inteligencia despierta, una voluntad de hierro y un liderazgo indiscutible sobre sus contemporáneos. Durante este trayecto, conoce a Utnapistim, modelo a partir del cual la tradición judaica copiaría e inventaría a su mitológico Noé. Utnapistim es el protagonista en la historia original del Diluvio Universal y, merced a su labor de salvamento tanto de la Humanidad como de los animales siguiendo las indicaciones de los dioses, éstos le premian concediéndole precisamente la inmortalidad.

Tras diversas peripecias, Gilgamesh consigue que Utnapistim le revele el secreto de su vida eterna que consiste en el consumo de cierta planta que sólo se encuentra en un lugar de difícil acceso. Únicamente los dioses pueden conceder este precioso regalo, pero el rey guerrero no se detiene en consideración alguna una vez posee esta información y se apodera de la planta. No obstante, comete la imprudencia de, en lugar de ingerirla de inmediato, guardarla en su morral para estudiarla y tomarla tranquilamente en Uruk. Durante el sueño de la noche, la serpiente (tal vez uno de los dioses disfrazado como tal) le robará su tesoro y, al comérselo, se convertirá, ella, en inmortal (como demuestra el cambio sucesivo de pieles que va dejando tras de sí para renacer cual Ave Fénix perpetuamente). Será un Gilgamesh derrotado y anonadado el que regrese a Uruk, consciente de que sólo los dioses poseen la última palabra y de que nada podrá hacer para evitar su muerte al fin.

En la versión de Olivera y Wood, Gilgamesh es en efecto el arrogante rey sumerio pero sí consigue la inmortalidad tras salvar la vida de un extraterrestre llamado Utnapistim, quien le advierte contra la soledad y el aburrimiento vital que termina apoderándose de aquél que sabe que jamás morirá por muy graves que sean sus heridas. Alguien que está condenado a la envidia y el recelo de los seres humanos, cuya existencia es tan breve en comparación con la del inmortal. Pese a ello Gilgamesh se somete al proceso de endurecimiento de su cuerpo gracias al "acorazador" que posee el extraterrestre. A partir de entonces, recorrerá las diversas etapas históricas disfrazado con diversas identidades asistiendo a la elevación y caída de los sucesivos imperios históricos que conocemos, y soñando con alcanzar un día las estrellas para reencontrarse con Utnapistim y, tal vez, cerrar el círculo de su insólita existencia.

La recopilación de 001 Ediciones está dividida en catorce capítulos:

El regreso de Gilgamesh.  
Nuestro héroe se presenta como el sucesor del Padre de las Estrellas, una especie de divinidad guardiana encargada de mantener la paz en el Cosmos, pero siente nostalgia de su origen humano y solicita regresar a la Tierra para volver a experimentar por última vez las condiciones de vida "primitivas". Durante el salto espacio/temporal es atrapado por las malvadas fuerzas de la Sexta Dimensión, en pelea constante con los guardianes a las órdenes del Padre de las Estrellas, pero lucha con ellas y al fin consigue liberarse e incorporar su espíritu al del niño que fue en la antigua Mesopotamia. 

La muerte del guardián del pueblo.
Gilgamesh rememora su ascenso al poder en Uruk tras la muerte de su padre, el rey, en la guerra que supone su bautismo de fuego durante su primera existencia. La angustia que le produce el final de la vida, inevitable para todos los humanos por culpa de las enfermedades, la violencia o la vejez, le conduce a buscar como sea el método de prolongar sus años en la Tierra. Fascinante reconstrucción de la ciudad sumeria.

La muralla de la vida.
Obsesionado con no ser atrapado por la muerte, Gilgamesh manda construir las más poderosas murallas del mundo antiguo, infranqueables para los ejércitos de la época: las de su ciudad Uruk. Pero sabe que no está a salvo y que en cualquier momento la Parca puede venir a buscarle. Conoce a una extraña esclava llamada Mahara a la que confiesa su pánico a la inexistencia y ella le conduce hasta una ciudad perdida en medio del desierto donde vive un anacoreta que se ríe de sus expectativas pero acepta pronosticarle el futuro. El ermitaño muere de un infarto al descubrir que el rey sumerio está destinado realmente a alcanzar el sueño de la inmortalidad.

Utnapistim.
Desesperado por la muerte de su mujer embarazada (una más de una larga serie que nunca terminan de darle un heredero), Gilgamesh maldice a los dioses en la soledad de la noche cuando aparece una gigantesca nave espacial que se estrella en el desierto. Tras montar en su carro, el rey de Uruk marcha rápidamente hacia el "navío de los dioses" y allí descubre a Utnapistim: un extraterrestre que dice provenir del Planeta Púrpura y que ha resultado gravísimamente herido en el accidente de su transporte estelar. Utnapistim revela a Gilgamesh que los de su raza son inmortales pero que, aburrido de estar a salvo de cualquier peligro, él había decidido librarse de la protección y experimentar de nuevo el vértigo de la vida. Ahora, moribundo, se arrepiente de ello y pide ayuda a nuestro héroe. Éste acepta echarle una mano si, a cambio de curarle con su ciencia médica, le hace a él también inmortal. Utnapistim accede y, cuando se recupera gracias a los cuidados de Gilgamesh, le somete al tratamiento del "acorazador": la máquina que blindará su cuerpo al paso de los años y a las heridas del mundo. El rey sumerio no tarda en comprobar la eficacia de este instrumento cuando regresa a su ciudad y sobrevive a un intento de asesinato de unos conspiradores que quieren quitarle de en medio.

La resurrección de Uruk.
Gilgamesh ya es inmortal y bajo su sabio y poderoso reinado su ciudad se ha convertido en la más importante del mundo conocido. Él aspira a convertirla en el lugar más feliz y próspero que nunca haya existido. Sin embargo, sus súbditos le odian, ahogados por el peso de su inmortalidad y sin ganas de disfrutar de todos los dones que poseen porque saben que esta gloria para ellos será sólo algo efímero. Aconsejado por Nippur de Lagash (personaje de Robin Hood que interviene en esta historieta en un verdadero cameo de historietas o, como se dice ahora, de crossover), se da cuenta de que en lugar de hacer bien a la ciudad, está destruyéndola con su presencia y aprovecha para desaparecer cuando ambos amigos se enfrentan a la delirante banda de un grupo de guerreros medio locos que viven en el cráter de un volcán. En el enfrentamiento final con ellos, Gilgamesh hace creer a todo el mundo menos a Nippur que ha fallecido y, cuando comprueba que los ciudadanos de Uruk festejan su muerte como una liberación, decide no revelar su secreto y emprende un camino sin retorno alrededor del planeta.

El sueño humano.
Encontramos al héroe en Nínive, donde se ha empleado como general al servicio del rey asirio Assurbanipal, en un intento por trasladar su sueño personal de crear una ciudad feliz a la posibilidad de lograr un gran imperio feliz. Sin embargo, la agresividad y la ambición del hombre desbordan sus anhelos. Assurbanipal le encarga atemperar los excesos de su jefe militar Annabakar durante una expedición de castigo a Siria, pero el carácter violentísimo de Annabakar le hace ingorbernable. Tras arrasar la ciudad de los cimerios, Gilgamesh descubre a una extraña esclava llamada Althea que dice ser del "pueblo de la nave de fuego". La libera y se marcha con ella dejando a los asirios festejando su triunfo. Althea le guía hasta su pacífico pueblo, escondido en las montañas y que resulta ser (aunque ellos lo han olvidado) descendientes de los tripulantes de una nave espacial que se estrelló hace mucho tiempo y de la que sólo funciona el superordenador de a bordo, que actúa como una especie de deidad de estas gentes. Pero Annabakar les ha seguido y los aniquila a todos. La venganza del superordenador es autodestruir la nave: en la explosión mata a todos los asirios.

El nazareno.
No podía faltar una historieta en la época de Jesús. Gilgamesh es aquí un centurión a las órdenes directas de Pilatos que prende a Barrabás y que vive de cerca el drama del juicio popular, la condena y la crucifixión en el calvario. Ésta es, quizás, la más decepcionante de las aventuras del inmortal puesto que se limita a seguir el guión más conocido del relato neotestamentario en lugar de ir más allá y situar a nuestro héroe, por ejemplo, tres días después de lo ocurrido para comprobar si se produce o no la resurrección.

La horrible belleza.
Gil de Gamesh es el nombre que adopta aquí el héroe, transformado en un cruzado a las órdenes de Ricardo Corazón de León. Regresa a Europa en un buque de transporte tras la derrota de los ejércitos cristianos frente a los de Saladino cuando, en compañía de dos caballeros franceses, decide desembarcar y seguir el camino a caballo para evitar el aburrimiento y los mareos de la ruta marina. Los tres son capturados por los enmascarados sirvientes de Zulmira, una tiránica reina que fue una auténtica belleza en su juventud pero que en su vejez se ha convertido en un horrendo y desagradable guiñapo que no es consciente de su espantoso aspecto. Gilgamesh acabará con ella regalándole un nuevo invento: un espejo. Zulmira muere del susto al verse a sí misma.


El centinela.
Al servicio de los Borgia, Gilgamesh se hace amigo de un anciano alquimista que le revela la existencia de un misterioso ser que vive en Florencia y que puede estar relacionado con Utnapistim el extraterrestre. El sumerio, aquí disfrazado de caballero alemán, encuentra al ser: un encapuchado de otro mundo provisto de brazos tentaculares que le revela es el centinela responsable de evitar que la tecnología militar de los hombres se desarrolle demasiado en el mundo y acabe destruyendo a sus propios creadores. Enemigos de Gilgamesh los atacan cuando están conversando y matan al centinela, lo que provocará un descontrol de la mente humana que empieza a generar más y mejores armas de destrucción a partir de ese momento.


El templo de la vida.
Baja un poco el nivel con la típica y tópica historieta de conquistadores españoles sedientos de oro que emplean a un indio para encontrar un templo perdido en las selvas amazónicas donde esperan hallar un tesoro. El indio los engaña y, una vez dentro del templo, en compañía de sus colegas se dedica a acabar uno por uno con los soldados, antes de intentar hacer lo mismo con Gilgamesh..., pero es imposible matar al inmortal por muchos cuchillos de obsidiana que le claven.


El lancero polaco.
Mejora mucho el argumento en la historia en la que el sumerio es un militar del ejército de Napoleón en plena y desastrosa retirada de Rusia. El mismísimo Pequeño Corso le encarga una misión como mensajero pero la patrulla de Gilgamesh es aniquilada por un grupo de cosacos que le toman prisionero. Encuentran una cripta que en realidad esconde una misión extraterrestre destinada a capturar especímenes de todo tipo (humanos incluidos) para transportarlos a un lejano planeta y estudiarlos antes de invadir la Tierra. El cadáver congelado de un lancero polaco que a duras penas se mantiene eguido en su caballo y que anuncia su presencia con el tintineo macabro de una medalla de oro ayuda inesperadamente al protagonista.


Los vampiros de París.
Gilgamesh se encuentra con la burocracia y debe empezar a morir "oficialmente" para renacer después con una nueva identidad y papeles mediante. En esta historia, una de mis favoritas, escapa del ataúd donde se hizo enterrar para mantener la ficción de su existencia, pero al salir de la tumba en París en la época de la guerra francoprusiana se encuentra con un vampiro muy chic con aires de Christopher Lee que le muerde y luego se extraña porque su víctima no muera tras chuparle la sangre. Se hacen amigos y el vampiro le cuenta la triste historia de su raza, una vuelta de tuerca al tema del vampirismo.


Los gansos negros.
Otra gran aventura en la que encontramos al sumerio pilotando un caza de combate británico de la Primera Guerra Mundial y en la que se desarrolla una variante de la conocida historia de la muerte que espera al sultán en Samarkanda. A lo largo de la historia, Gilgamesh se encuentra con una vieja gitana que conoce de su existencia y le relaciona con la historia del Holandés Errante.


El no-muerto.
Fuera por completo de los escenarios más habituales, Gilgamesh se ve involucrado en una aventura en los Himalayas para destruir el poder de un antiguo monje reconvertido en jefe de una cuadrilla de peligrosos bandidos. De nuevo aparece un personaje femenino de origen ambiguo que proviene según todos los indicios de una raza extraterrestre con poderes, que acaba manifestándose con su nave y todo al final de la historia.

lunes, 27 de junio de 2011

Carpe diem

Siempre pensé que la vejez debería ser la parte más tranquila y mejor aprovechada en la vida de cualquier ser humano pues, aunque es cierto que suele venir acompañada de achaques físicos, para entonces uno debería poder disfrutar plenamente de la sabiduría acumulada por su experiencia a lo largo de los años. Se supone que, si uno llega como debe llegar a esta etapa postrera, ha vivido ya las suficientes cosas como para comprender el Gran Juego en el que estamos metidos y por supuesto para darse cuenta de lo que tiene verdadero valor en la existencia, así como para poder ayudar a los que van (con los consejos del que ya ha vuelto de todas partes). Sin embargo, cuantas más personas mayores conozco, más sorpresas me llevo porque la inmensa mayoría de los ancianos con los que he tenido ocasión de hablar de este tipo de asuntos no están precisamente en paz consigo mismos. Más bien al contrario: se quejan amargamente de lo rápido que pasa el tiempo, descalifican la existencia en su conjunto sin ser capaces de recordar los momentos buenos que tuvieron y fijándose excesivamente en los malos, y sugieren que alguien les ha robado su vida en sus mismas narices sin que ellos se dieran cuenta.

No es el caso de la Universidad de Dios, naturalmente. Todos los profesores y alumnos que cursan estos particulares estudios nos hemos despreocupado por completo del factor tiempo ya que una vez que hemos alcanzado estos magnos salones de sabiduría sabemos que somos inmortales, así que no nos importa trabajar en importantes proyectos a largo, a larguísimo plazo. Sólo los damos por terminados cuando todas las piezas encajan en su sitio con milimétrica precisión. No obstante, el ser humano común no es inmortal, aunque malgasta la mayor parte de sus días persiguiendo futilidades como si de verdad lo fuera. A no ser que la Naturaleza le pegue un gran susto que le haga reconsiderar brutalmente su camino personal, no suele ser consciente de su finitud hasta aproximadamente los cuarenta años, cuando alcanza más o menos la mitad de su vida (la famosa crisis de los cuarenta), y entonces se vuelve medio loco intentando hacer todo aquello que no se atrevía a hacer, por loco o extravagante que sea, más por satisfacer sus sueños que por pensar que haciendo eso pueda darle un sentido real a lo que le rodea.

 Luego, de pronto, un día se da cuenta de que tiene sesenta, setenta, ochenta años, y que ya no logrará ascender las cumbres que, cuando tenía quince, pensaba habría conquistado antes de los treinta. Tempus fugit. Es muy significativa la anécdota de Julio César llorando ante la tumba de Alejandro Magno, pero no en honor del gran macedonio que falleció tan joven (yo le acompañé en su viaje hacia el Este, en su épica empresa destinada a destruir la gran fortaleza de los malvados, pero nos quedamos a las puertas y tuvimos que dar vuelta antes de que fuera finalmente asesin..., antes de que falleciera víctima de las fiebres en la traicionera Babilonia) sino en un descarado ejemplo de autocompasión y egoísmo. César lloraba porque a los 33 años Alejandro había sido el dueño del imperio más grande que por entonces recordaban los libros de Historia, mientras que a esa edad él, el "divino Julio", apenas era cónsul de Roma.

Así que el hombre suele malgastar sus días y, si por algún mérito inesperado, descubre de pronto el Secreto de la existencia, se encuentra desesperado con que se ha quedado sin tiempo para actuar. De forma inconsciente, esta urgencia por aprovechar nuestros días ha hecho presa de las compañías modernas y cada vez son más las que implantan sistemas de control y gestión de tiempos..., aunque no se utilizan para el encuentro con uno mismo sino para incrementar la productividad de los trabajadores. En todo caso, estos sistemas han generado diversos estudios para saber en qué empleamos exactamente los años que nos han sido dados.

La revista Muy Interesante publicó hace poco una de estas listas de actividades sobre la forma en la que distribuimos este recurso tan limitado. Suponiendo una persona que viva 75 años, éstos se repartían, acumulando los dedicados a la misma actividad, más o menos así:

* 24 años durmiendo (y el que diga que dormir no sirve para nada es que jamás ha padecido de insomnio).

* 12 años trabajando (aunque este porcentaje indudablemente ha aumentado ya y es más que probable que siga haciéndolo en el futuro, teniendo en cuenta la idea de alargar el período computable para la jubilación).

* 6 años y medio viendo la televisión (éste me parece uno de los mayores índices de desperdicio de nuestra vida, francamente).

* 6 años y medio conduciendo (mira que me gusta conducir, pero creo que es otro de los índices de pérdida estúpida del preciado recurso temporal).

* 5 años y medio utilizando Internet (porcentaje variable según si se aplica a un hombre de mediana edad o a un joven de nuestra época).

* 5 años comiendo y bebiendo (viva la slow food).

* 4 años hablando (la estadística no recoge todos los años que nos pasamos hablándonos a nosotros mismos mentalmente, con el eterno run-run de nuestra cabeza, que es aún peor que el oral).

* 3 años en actividades varias (no especifica, así que esto es un enigma para mí).

* 2 años y medio enfermos (deberíamos cuidarnos mejor para no perder tampoco tanto tiempo en una actividad que no nos reporta beneficios).

* 1 año y medio haciendo deporte (el que lo hace, porque por aquí hay mucho aficionado al levantamiento-de-vidrio-en-barra y al tendido-en-plancha-de-sofá, más que a otra cosa).

* 1 año cocinando (lo perdono, igual que los años comiendo y bebiendo; lo reconozco, es una debilidad personal).


* 1 año de fiesta (supongo que este porcentaje también varía según las personas).


* 10 meses en la ducha (qué inmenso placer)


* 180 días hablando por teléfono (insoportable..., sólo por acabar con los teléfonos merece la pena desarrollar la telepatía).


* 140 días de compras (otra cosa que no me apetece nada, pero nada).


* 110 días practicando sexo (sí, lo siento mucho: sólo te quedan esos pocos días que estás pensando...).


* 90 días cepillándose los dientes (y a pesar de eso se acaban poniendo pochos y cayéndose: ésta sí que es una actividad tan inútil como cortarse las uñas).




* 3 días mirando el reloj (otra prueba de que nuestra civilización contemporánea es netamente inferior a la de nuestros antepasados, que no andaban siempre pendientes de la hora que era).


Otro estudio publicado por la misma revista en un número anterior, incluso precisaba más en algunas actividades realmente tontas en las que perdemos mucho tiempo. Examinándolas con detalle en la Universidad de Dios descubrimo la forma de ahorrar el tiempo perdido en estas acciones, y aportamos el siguiente decálogo.

Teniendo en cuenta una vida de 70 años, será preciso:


* Utilizar mocasines o chancletas aunque estés en lo más crudo del crudo invierno (y así ahorrarás los 20 segundos invertidos en hacer el nudo de los zapatos cada día, lo que a lo largo de la vida supone una pérdida de 6 días).

* Usar sólo ropa con cremallera o que se pueda quitar y poner al estilo de las camisetas (y así ahorrarás los 15 segundos invertidos en abrochar diariamente los botones de la camisa, lo que a lo largo de la vida supone una pérdida de 3 días).

* Cortarse las manos a la altura de las muñecas y sustituirlas por otras biónicas tipo Robocop (y así ahorrarás los 5 minutos invertidos en hacerte la manicura semanal, lo que a lo largo de la vida supone una pérdida de 13 días; también si eres chica ahorrarás otros 5 minutos invertidos para pintarte las uñas semanalmente, lo que supone otros 13 día).

* Desarrollar el superpoder de volar al estilo de Supermán (y así ahorrarás los 58 segundos invertidos en esperar que cambie el color del semáforo para poder cruzar, lo que a lo largo de la vida si lo haces cuatro veces diarias supone uan pérdida de 69 días).


* Comer caramelos de café (y así no tendrás que preparártelo con lo que ahorrarás el minuto invertido si tomas dos tazas al día, lo que a lo largo de la vida supone una pérdida de 35 días).


* Ayunar como Gandhi o tomar sólo papillas (y así ahorrarás los 8 segundos que tardas en masticar cada bocado, teniendo en cuenta que lo haces unas 59 veces al día, a lo largo de la vida supone una pérdida de 14o días).


* Tomar la decisión de hacer públicos todos tus documentos de ordenador, tengas lo que tengas guardado (y así ahorrarás los 6 segundos que tardamos en introducir una contraseña en el ordenador, lo que si se hace tres veces al día a lo largo de la vida supone una pérdida de 5 días).



Bueno... Y ahora, ¿qué vas a hacer con tanto tiempo libre?

 

viernes, 24 de junio de 2011

¿El verdadero origen de la crisis de la "E.coli"?

Nada más poderoso que el dinero en un mundo tan materialista como éste. El dinero abre todas las puertas, empezando por las de la insensatez. Ya lo decían los chicos de Pink Floyd: "Money, it's a crime/Share it fairly but don' take/a slice of my pie./Money, so they say/is the root of all evil today (El dinero es un crimen/repártelo equitativamente pero no toques/ni un pedacito de mi tarta./El dinero, eso dicen/es la raíz de todos los males hoy día)". El dinero, sin duda, es la razón de que la temible multinacional Monsanto haya conseguido el permiso para empezar a plantar al menos hasta febrero de 2012 una serie de transgénicos de maíz en Daimiel, Ciudad Real, con el objeto anunciado de "ensayar la mejora de los tipos de maíz para tolerar mejor el herbicida glifosato a la vez que se incrementa la resistencia a las plagas de orugas". El susodicho permiso lo ha dado alguien de la Dirección General de Evaluación Ambiental en España y otro alguien de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria que, o no tienen ni idea del peligro que suponen los productos transgénicos o lo tienen pero según Mac Namara les gusta mucho el sonido del clingcling de las moneditas en su bolsillo.

En teoría, el experimento de Monsanto se realiza "con fines distintos a su comercialización" y con todo tipo de prevenciones para no contaminar el campo de forma que empiece a brotar maíz transgénico indiscriminadamente. O sea que se supone que los productos que allí se cultiven no llegarán al mercado alimenticio y que las precauciones adoptadas son suficientes (cultivos separados 200 metros de otros campos de maíz cercanos, una barrera de al menos cuatro líneas de maíz convencional alrededor del ensayo para prevenir la hibridación, prohibición de cultivar en la parcela escogida para el ensayo durante el año siguiente a la ejecución del mismo, etc.) para evitar que este monstruo de Frankenstein alimentario se descontrole...

Como diría Schreck: "Ahora voy yo, y me lo creo". 

No es éste el lugar para reseñar la amplia y peligrosa trayectoria de esta multinacional de la alimentación que tantísima desconfianza despierta entre los que saben algo sobre el sector primario en general y el cultivo de la tierra en particular (una actividad que es constante e irresponsablemente denostada y despreciada por nuestros ciegos y turbios gobiernos, cuando lo que deberían hacer si estuvieran de verdad integrados por personas honradas y con un mínimo de conciencia sería megaprotegerla y archisubvencionarla, ya que para vivir tenemos que comer y la comida no aparece por generación espontánea en los supermercados como parece creer tanto siervo de Wall Street y del iPhone). Quien quiera enterarse de lo que es Monsanto y deducir lo que pretenden hacer (lo que están haciendo, poco a poco, en el mundo entero) tiene mucha información en Internet: por ejemplo, la relativa a esas "maravillosas" semillas que venden y que garantizan más y mejores cosechas..., con el ligero detalle de que los productos que se obtienen, alterados genéticamente, nacen sin nuevas semillas en su interior por lo que el productor se ve obligado a comprar permanentemente a la multinacional si quiere volver a plantar... Sin embargo, insisto en este asunto por las últimas informaciones que me ha facilitado Mac Namara y que amplían el asunto del origen de la E.Coli que causó la mal llamada "crisis de los pepinos" que comentamos recientemente. 

- Los datos y reflexiones me los adelantaban estos días varios colegas míos norteamericanos -especifica Mac Namara- empezando por el gato de Mike Adams, que ha comparado el pánico creado por la aparición de la famosa gripe A lanzada desde México para todo el planeta con el de la E.Coli asesina presuntamente aparecida en el sur de España, aunque luego se demostró que nació en Alemania.

- Bueno, que nació..., o que empezó a difundirse desde allí -preciso.

- Bien, muchacho, bien -aprueba mi gato conspiranoico con la cabeza-, vas aprendiendo... Ahora fíjate: la E.Coli está en todos los vegetales, con lo que la expansión sin control de una variante como la de este caso, que no se puede frenar, podría llegar a amenazar la vida de todos y cada uno de los habitantes del planeta. Si repites este mensaje suficientes veces, el miedo atenazará al personal, que empezará a pedir a gritos que se controlen todas las siembras con destino directo al consumidor y que se apliquen las modificaciones necesarias (si son transgénicas, pues que lo sean) a las semillas para evitar el riesgo. Desaparecerá así la producción independiente y natural de alimentos para pasar ésta a ser controlada exclusivamente por las grandes multinacionales de la industria que nos darán de comer..., lo que quieran darnos de comer.

- Y como de costumbre dejaremos las decisiones en manos de una presuntamente benévola organización mundial...

- Exacto, un paso más hacia la tiranía global, y esta vez bajo la tristona dirección de la FAO: esa organización que no ha dado una a derechas prácticamente desde su fundación y que ha fracasado un año tras otro en su misión oficial de reducir el número de hambrientos en el mundo. Por cierto, uno de los tipos más decepcionantes de los gobiernos españoles de los últimos años es justo uno de los candidatos favoritos a hacerse con la dirección de la FAO ahora que están renovando el puesto: Miguel Ángel Moratinos. Si lo piensas bien, le vendría como anillo al dedo, conociendo las, por así decir,  "capacidades" del sujeto...

- Pero no pueden imponer sus códigos y reglas así porque sí -protesto débilmente.

- ¡Ya lo están haciendo! Y desde 1963, cuando la FAO y la OMS crearon al alimón la llamada Comisión del Codex Alimentario, destinado a regular, desarrollar y armonizar los reglamentos mundiales relativos a la alimentación de los países de la ONU. Como de costumbre, hay mucha palabrería detrás: "protección de la salud de los consumidores, prácticas de comercio claras, coordinación de las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales"... Bla, bla, bla. El objetivo real es otro, por supuesto. Y los propios fundadores del Codex se vanaglorian de que, ahora mismo, "se ha convertido en un punto de referencia mundial para consumidores, productores y elaboradores de alimentos, organismos nacionales de control y comercio alimentario internacional (...) su influencia se extiende a todos los continentes y (...) brinda a todos los países una oportunidad única de unirse a la comunidad internacional para armonizar las normas alimentarias y participar en su aplicación a escala mundial."

- Entonces...

- Entonces resulta que los países que hasta ahora se han defendido como yo panza arriba..., digo..., como gato panza arriba frente a la irrupción de transgénicos (entre ellos los europeos, y España de manera significativa, por eso se ha castigado a los productores españoles difundiendo la especie de que la bacteria malévola surgió aquí) quedarán inermes si se produce una crisis alimentaria mundial del calibre suficiente para justificar la aplicación prácticamente manu militari de las normas del Codex Alimentario que se precisen para garantizar quién toma el control de la producción y distribución de alimentos. Y esa crisis la puede producir esa variante de la E.Coli que, ¡oh, vamos, no me digas que te sorprende esto! ha sido creada mediante bioingeniería en laboratorio...

- ¡Se confirma!

- Te explico. La variante asesina de la E.Coli forma parte del grupo de baterias 0104, que en condiciones normales no son resistentes a los antibióticos, pero que en este caso resulta que sí lo es... Y resistente nada menos que ¡a 8 clases diferentes de antibióticos! ¿Crees que eso lo produce la Naturaleza de un día para otro? A fin de averiguar el origen de esta bacteria, hay que aplicar ingeniería inversa a su código genético. Eso ya lo han hecho varios grupos de expertos, aunque los únicos que han hablado claro de momentos son los chinos. Sus científicos completaron en el Instituto Genómico de Pekín (por cierto el mayor centro de secuenciación de ADN del mundo) la secuencia del genoma de la nueva bacteria y demostraron su antinatural resistencia a todos esos tipos de antibióticos. Entre ellos, la penicilina, la estreptomicina y la sulfonamida. Los mismos expertos chinos determinaron que esta bacteria es un tipo nuevo, infeccioso y tóxico, no relacionado con ningún otro aparecido con anterioridad. No sólo eso: esta bacteria también fabrica enzimas especiales en un proceso que lleva el nombre técnico de betalactamasa de espectro extendido. 

La conclusión es evidente: una bacteria resistente a tantas combinaciones de antibióticos, con un par de mutaciones genéticas mortales y con capacidades de betalactamasaetcétera no se genera a sí misma. Y si lo hace... ¡es que entonces sí estamos ante el fin del mundo y que éste se producirá por culpa de una superbacteria que aparece de la nada y sin causa aparente!

- Y todo esto por...

- Por lo que hablábamos -resume Mac Namara- y que el gato de Adams 
resume en una sola frase: si la gente tiene miedo a comer vegetales frescos, 
se le podrá obligar a seguir una dieta de alimentos procesados y controlados. 
Una dieta que (oh, esto es una hipótesis conspiranoica, por supuesto) no sólo 
sea mucho más cara que la de alimentos naturales sino que genere
gradualmente enfermedades degenerativas que conviertan al ciudadano en
alegre y dependiente consumidor de los productos elaborados por 
las primas hermanas de las multinacionales de la alimentación y que no
son otras más que las multinacionales farmacéuticas. 
Recuerda: somos lo que comemos...

¿He dicho ya que quiero comprarme un terrenito para dedicarme a plantar
mis propios alimentos?



jueves, 23 de junio de 2011

La patraña de los "enigmas históricos"

Una expresión que últimamente me carga bastante, sobre todo cuando la veo incrustada en el título de un libro, es la de "enigma histórico", que suele ir acompañada del apellido "por descubrir" o bien el de "al fin descubierto". Sin tener que recurrir a los Archivos Akhásikos para consultar mis vidas anteriores, ya he visto (y leído, y hablado, y viajado) lo suficiente en ésta como para saber a ciencia cierta que esa definición de enigmático, misterioso, inexplicable..., para definir hechos de la Historia es un mero camelo: a veces, meramente publicitario y, las más de las ocasiones, resultado de la profunda ignorancia o bien de la perversa manipulación del autor del texto. La mayor parte de escritores de textos históricos se limitan a documentarse (recordatorio: copiar significa calcar el texto de otro autor; documentarse significa calcar el texto de muchos autores) en libros anteriores sin aportar gran cosa de su propia cosecha, aparte de modernizar dos o tres palabras y cuatro expresiones de uso común. Y si los libros de donde "copia y pega" consideran misteriosos unos hechos y ésa sigue siendo la opinión general, cualquiera se atreve a adelantar una hipótesis distinta...

El Archivero Mayor del Cotolengo de Santa Eduvigis, que sigue dándole vueltas a lo de los palacios egipcios que ya comentamos en su día (me consta que ha hecho algunos progresos a base de dejarse las pestañas a la luz de las velas para examinar antiguos pergaminos y códices miniados), se me quejaba recientemente de que la inmensa mayoría de los textos, si no todos, publicados en los últimos treinta o cuarenta años sobre el Antiguo Egipto siguen hablando exactamente de las mismas cosas que se hablaba en épocas anteriores. Aparte de documentar los nuevos descubrimientos de estatuas, objetos o papiros que se han sucedido en estos decenios y obviando los desparrames mentales de los pseudoesoteristas, ningún científico serio ha aportado nuevas ideas, nuevos planteamientos, nuevas hipótesis..., sobre el desarrollo de esta civilización aunque, campo para hacerlo, hay mucho. Pero nadie se atreve a mover el foco y mirar desde un ángulo diferente, que podría explicar muchas cosas. En lugar de eso, todo el mundo sigue observando desde el mismo punto donde siempre se ha observado y que, como es lógico, nada nuevo va a aportar. Y así, seguimos hablando de los "misterios" de la vieja civilización egipcia.

Está claro que hay que cambiar el punto de vista. Necesitamos una historia de las guerras púnicas contada por los cartagineses y otra de la conquista de las Galias contada por los galos; ya sabemos lo que opinaban los romanos de ambos conflictos (lo que nos han hecho opinar a todos los demás). Necesitamos conocer las cruzadas explicadas por los generales musulmanes (conocemos lo que dicen los caballeros cristianos y el Papado: es lo que pensamos hoy) y la quema de brujas narrada por las propias brujas (y no por la Inquisición, que por mucho que la maldigamos sigue siendo quien nos explica, a su manera, lo que ocurrió y nosotros nos lo creemos). Necesitamos una historia de la conquista de América explicada por las civilizaciones precolombinas (no por los conquistadores españoles, a pesar de que los textos hispanos son en general bastante buenos en este sentido) y un relato de los nativos sobre la colonización de África y Asia (no por los historiadores ingleses y franceses, expertos en esconder al mundo la brutal y repugnante conducta de sus ejércitos de conquista y, peor, de sus sinuosos políticos, a base de crear "leyendas negras" a sus competidores históricos). 

Mientras seamos incapaces de movernos mentalmente y observar las circunstancias desde un lugar diferente, persistirán los "enigmas" y los hechos "inexplicables". Empezando por algo básico que a día de hoy y, víctimas del mil veces condenado pensamiento de lo políticamente correcto, seguimos sin aceptar: es absolutamente imposible comprender el comportamiento de nuestros antepasados si no nos liberamos de los prejuicios de la época en la que estamos viviendo hoy y adoptamos temporalmente los de la época en la que ellos vivieron. Nos empeñamos en interpretar sus hechos vitales y su forma de ser como si tuviéramos que aplicarlos nosotros ahora, olvidando por completo que su educación y su visión del mundo eran muy diferentes. Eso da lugar a interpretaciones de la realidad ridículas y sinsentido como el remake que en 2002 se rodó del clásico de 1939 Las cuatro plumas, basada en la novela homónima de A.E.W.Mason. Tanto en la novela como en la primera película se contaba la historia desde el punto de vista de la sociedad británica de la época, ensalzando ciertos valores así como el sistema político imperialista y el racismo y la superioridad de la "raza británica" por sobre los "salvajes africanos". La versión de 2002 intentó equilibrar el argumento, transmutando a los personajes típicos del siglo XIX en gentes del XXI y abogando por el respeto a la diferencia cultural y etcétera..., y lo que hizo fue destruir la historia. Las cuatro plumas es lo que es y está escrita como es, en la época que es y con el trasfondo que es. Intentar hacer una adaptación a la época actual es, como mínimo, risible.

Hay muchos ejemplos de "misterios" históricos que desaparecerían en dos minutos simplemente escorando un poco el ángulo de visión. Tomemos por ejemplo la Segunda Guerra Mundial, sin duda el hecho más importante y decisivo de los últimos siglos, por lo que se jugó ahí y por cómo nos sigue afectando (nuestro mundo actual es directo heredero de ese conflicto, que no terminó ni mucho menos en 1945). Tomemos uno de esos "enigmas" que tanto les cuesta explicar a la mayoría de los historiadores: ¿Por qué no se rindieron los alemanes mucho antes, si sabían que la guerra ya estaba perdida desde el desastre de Stalingrado y el desmoronamiento del frente soviético?  ¿Por qué aguantaron hasta la destrucción de muchas de sus ciudades, incluida su capital? ¿De verdad tenían tanto poder las instituciones nazis, Gestapo y SS incluidas, como para forzar a la gente a seguir combatiendo y resistiendo incluso durante los primeros meses de 1945?


De Hitler y de los nazis sabemos lo que nos cuentan las películas y algunos libros. Es decir, la versión de los vencedores, pero nos falta una versión de los vencidos, como no tenemos la de los cartagineses, la de los galos, la de los aztecas, los mayas, las brujas o los nativos africanos. Y datos hay, lo que ocurre es que, aunque parezca mentira, a estas alturas de 2011 seguimos observando este brutal conflicto con la misma miope lupa de la propaganda utilizada durante los años cuarenta. Si pudiéramos mover el ángulo nos encontraríamos con que a lo largo de la guerra (y sin tener en cuenta los atentados como el de de Von Stauffenberg y compañía) Alemania presentó en varias ocasiones diversas propuestas para iniciar conversaciones serias de tregua e incluso de firma de paz (recordemos que la guerra mundial fue declarada por Inglaterra y Francia a Alemania, cuando los alemanes -y también los soviéticos, cosa que se suele olvidar- decidieron intervenir en Polonia para frenar los horrorosos desmanes que sufrían los colonos alemanes a manos de los polacos: desde incautaciones ilegales de tierras hasta salvajes violaciones y asesinatos en masa, según recuerdan los periódicos de la época) que fueron sistemáticamente rechazadas una detrás de otra por las potencias aliadas, sobre todo a raíz de la imposición de la doctrina de la Rendición Incondicional dictada personalmente por el presidente norteamericano Franlin Delano Roosevelt.


Rendición Incondicional significa exactamente eso: que uno queda por completo a merced de los vencedores y sin derecho a protestar nada, ni siquiera a negociar los términos de la rendición, aunque fuera en un documento tan pésimo y criminal como el tristemente famoso Tratado de Versalles, verdadero germen de la Segunda Guerra Mundial. Y quedar a merced de los vencedores era algo que a los alemanes no les hacía gracia, teniendo en cuenta las cosas que se publicaron durante la guerra en los países aliados. Cosas que entonces conocía todo el mundo pero que hoy día muy poca gente, a no ser los estudiosos del tema, saben..., aunque hablan poco acerca de ellas.


Uno de los primeros en denunciar ese tipo de cosas fue Monseñor Reichenberger, enemigo de Hitler, que huyó a EE.UU. en lugar de quedarse en Alemania y allí descubrió las barbaridades que se publicaban en la prensa norteamericana. Por ejemplo, en el Life Magazine un articulista llamado J.A.Marcus publicó literalmente que "No necesitamos 70 millones de alemanes. No les hemos pedido que se reproduzcan como las ratas y que asesinen luego a sus vecinos sólo para ganar espacio para su población sobrante" y a continuación llamba al "exterminio" de "los bárbaros hunos". Otro articulista del momento, Walter Winchel, exigía que a todos los alemanes había que "hacerles tragar arsénico" y The New York Times publicaba que "Alemania debe ser reducida, desde el punto de vista de la población, al tamaño de Francia" aunque no especificaba cómo...


No importa: otros autores explicaron cómo había que hacer eso. Por ejemplo, el libro del norteamericano Theodore N. Kaufman con el explícito título de "Germany must perish" ("Alemania debe perecer") y que fue recibido por el Times Magazine con el titular "una idea sensacional" y por el The New York Times con el de "un plan para la paz eterna entre las naciones civilizadas". ¿Y cuál era esa gran idea? La esterilización de todos los alemanes. Escribía Kaufman: "Esta guerra no está dirigida contra Adolf Hitler ni es tampoco una guerra contra los nazis (...) Es una lucha entre la nación alemana y la humanidad (...) Alemania debe ser eliminada para siempre (...) Queda entonces pues solamente un método (...) este moderno método conocido por la ciencia como esterilización eugenésica puede practicarse inmediatamente, es humano y total (...) dentro de dos generaciones se hará irrevocable realidad lo que anteriormente nunca se pudo lograr, ni al costo de millones de humanos ni siglos de esfuerzos inútiles, cual es el exterminio del alemán".


Otro ejemplo de la época es el artículo del profesor de Harvard Ernest Albert Hooton que en 1943 apareció en el Peabody Magazine norteamericano y donde el autor, "una importante personalidad de nuestro tiempo", reflexiona sobre el tema "¿Debemos matar a todos los alemanes?" y, tras llegar a la conclusión de que matar es un verbo demasiado duro para aplicarlo a diestro y siniestro, lo mejor es matar o encarcelar de por vida sólo a los jefes nazis (sin necesidad de juicios), exiliar para siempre a los oficiales de carrera, esclavizar durante un mínimo de 20 años a todos los soldados como miembros de grupos de trabajos forzados y casar a las alemanas con hombres de otras razas y nacionalidades para "reducir la natalidad de los alemanes de 'pura raza'".

Éstos son sólo unos pocos ejemplos de lo que se escribía en aquellos días, y sólo de lo que se escribía en los democráticos Estados Unidos (donde por cierto, los ciudadanos negros seguirían siendo discriminados e incluso esclavizados hasta los años sesenta..., por no hablar del maltrato a los de origen iberoamericano) donde también se proponía públicamente una serie de planes para dividir Alemania en dos o más países, matar directamente por desnutrición a unos 30 millones de personas, y otras sugerencias por el estilo. Ahora pongámonos en la piel de un alemán de aquellos días, un simple alemán, soldado o civil, no nazi: una persona atrapada en esas circunstancias dramáticas que le tocó vivir y que estaba deseando, como casi todo el mundo normal, que terminara la guerra de una vez por todas para volver a su casa con su familia. Imaginemos lo que podía pasar por su cabeza cuando oyera hablar de la expresión Rendición Incondicional y a continuación lo relacionara con los planes que se barajaban para él desde la parte enemiga... Como es lógico, no hacía falta que le hablaran de "armas maravillosas", ni que le dirigieran discursos fanáticos, ni que le controlara ningún comisario político. Preferiría seguir luchando aunque el mundo se desmoronara alrededor, con la esperanza de evitar quedar a merced de unos vencedores que querían aplicar semejantes iniciativas.


Se acabó el "enigma". Y hay muchos más que podrían terminar también. Sólo hace falta, insisto, cambiar el ángulo de visión.