Está claro que no se puede responsabilizar a un gato del mantenimiento de un blog, aunque sea inteligente, sepa hablar y escribir y posea elevadas cualidades e interesantes contactos como partidario firme que es de la teoría de la conspiración. Pensaba yo que Mac Namara podría encargarse de escribir alguna cosa durante las pasadas vacaciones de Navidad (nada importante, lo suficiente para mantener a la audiencia ahí, a la espera de mi regreso, un poco al estilo del verano), pero a la hora de la verdad mi felino favorito dio la "espantada" y se marchó de casa antes que yo, con lo cual este año no he podido ni publicar la tradicional vela roja que encendemos cada solsticio... Y para los mal pensados, diré que no me fui a mi casa, a Walhalla, sino que pasé estas fechas tan particulares en este mismo planeta. De hecho, me desplacé por ciertas cuestiones relacionadas con la Universidad de Dios a una ciudad europea donde despedí 2014 y di la bienvenida a 2015, cuyo nombre (y sé que esto no lo creerán muchos, pero allá ellos) es... París. Pues sí, allí estuve precisamente hasta un par de días antes del nuevo 11-S/11-M que nos han organizado en Europa para que recordemos quiénes son los "malos" y no se nos ocurra ponernos a dudar de la realidad enlatada que nos sirven a diario las versiones oficiales. Sé que es una prueba exigua, pero ahí en esa foto aparezco junto al único y miserable recuerdo (la plaquita que aparece en la pared, a mi espalda) que los parisinos conservan de Jacques de Molay, el último gran maestre del Temple, que fue asesinado de forma especialmente horrible en una hoguera levantada en la Isla de la Ciudad, en un antiguo terreno pantanoso, eso sí, con vistas a Notre Dame, al otro lado de la ínsula. El lugar de la ejecución, difícil de encontrar sin saber dónde está exactamente, es hoy una escalinata que conduce a un embarcadero donde se puede contratar un paseo en bateau mouche por el Sena.
Cuando oí las primeras noticias del atentado contra la revista Charlie Hebdo, recién llegado al apartamento que Mac Namara y yo compartimos en el campus universitario, no me lo podía creer y, cuando vi las primeras imágenes servidas por televisión (en especial el video de los dos supuestos terroristas yihadistas que supuestamente remataron en el suelo al policía parisino), aún menos. Los yihadistas o fanatistas islámicos no actúan así: no se uniforman en plan comando utilizando técnicas de guerrilla urbana para atacar de manera selectiva buscando a objetivos personales uno por uno para huir luego mientras gritan bien alto "Alá es grande" y consignas parecidas para que cualquiera que los escuche llegue inmediatamente a conclusiones de etiquetado inmediato. Lo que hace este tipo de gentuza quedó ejemplificado una vez más, como tantas otras antes, después de lo sucedido en la capital francesa, con la información llegada desde Nigeria según la cual varias niñas con explosivos encima habían sido "enviadas al martirio" yihadista llevándose de paso con ellas a varias personas que pasaban por allí. Ése es su modus operandi habitual, no el otro. Un atentado yihadista real en la sede de la tristemente célebre revista hubiera implicado la destrucción física de la redacción con la "inmolación" de los "mártires" y posiblemente la muerte de aún más gente previo estallido de explosivos en el interior del edificio. Unos tipos que están convencido de que no le importa morir matando por su dios no huyen durante no sé cuántas horas ni dice frases del estilo "nosotros no matamos a inocentes" como se supone que dijeron los hermanos Kouachi durante su cacería. Se suicidan matando al mayor número de infieles posible y punto...
El caso es que mi gato y yo hemos discutido ampliamente lo sucedido a lo largo de estos últimos días y hemos recopilado entre ambos los siguientes detalles sospechosos en todo este doloroso asunto.
1º) Como dije al principio, yo acababa de regresar de París tras pasar allí una semana y por eso puedo certificar lo siguiente (porque lo vi con mis propios ojos): la inmensa cantidad de gente que hoy día vive o visita a diario París, con calles atestadas en horario comercial y colas de varias horas para entrar en algunas de sus
atracciones turísticas más populares como el Louvre o la Torre Eiffel. Y cuando digo gente no me refiero sólo a los peatones, sino a los conductores de automóviles. París es un puro atasco durante muchas horas del día, pese al eficiente (y por otra parte atiborrado) servicio de metro. Sin embargo, a pesar de encontrarse en una céntrica zona del este de la capital, en el video donde aparecen los terroristas con su coche robado no se ve absolutamente a nadie más que a los protagonistas, ni en las tomas con más perspectiva. Entiendo que la gente de a pie pudiera huir en cuanto vio a los tipos armados pero ¿dónde están los coches que debían estar atascando esa calle? En esta imagen por ejemplo, el único coche que se ve aparte del de los terroristas es el de policía que pretendía infructuosamente cortarles el paso. Aceptemos la posibilidad de que por alguna especie de milagro laico, durante todo el desarrollo de la acción no hubiera pasado ni un solo vehículo por allí pero ¿de verdad alguien que conoce París hubiera intentado huir en coche en medio del atasco? Hemos visto en centenares de películas que, una vez cometida una barbaridad de este tipo (o un atraco a un banco, o cualquier otro crimen), lo más sencillo es huir a pie cada uno por su lado, deshacerse de las armas (por ejemplo, vía alcantarilla) y cambiarse de ropa para camuflarse de "ciudadano normal" en medio del lío.
2º) Desde semanas antes del atentado (y esto también lo pude certificar personalmente durante mi estancia) el centro de París estaba literalmente tomado por la policía y el ejército, que organizaba patrullas de tres hombres avanzando siempre en triángulo, con sus llamativos uniformes de campaña, fusiles ametralladores montados y caras de muy pocos amigos, escudriñando cualquier cara rara entre la multitud. Miles de policías y soldados estaban en alerta por amenaza terrorista desde hacía tiempo..., pero se ve que ninguno estaba justamente en esa zona en aquel momento, ni en ninguno de los atascos por donde "circuló" el coche robado. Ello permitió mayor libertad de movimientos a los terroristas
que pudieron rematar sin piedad a un policía local, curiosamente musulmán y llamado Ahmed Merabet, que les había perseguido. Pero, ¿le remataron de verdad en ese momento? Hacerse esta pregunta es, para muchas personas, como darles una bofetada. "¿Cómo que no lo hicieron? Yo lo he visto en la tele". ¿Qué hemos visto en la televisión? Un video movido en el que desde lejos, se aprecia cómo uno de los asesinos dispara a bocajarro sobre el policía herido, tendido en la acera. Es decir, se aprecia una imagen pixelada de esta barbaridad. Pero aquí entra en juego Internet (ese juguetito que a alguien se le escapó de las manos hace tiempo y que no sabe cómo volver a controlar sin que se note mucho) por donde resulta que circula este video sin pixelar y con la imagen ampliada. Y lo que se ve realmente incita a la duda porque la bala disparada por el terrorista rebota delante del policía tendido en el suelo, como se aprecia por el polvo que levanta. Se ha dicho que rebota después de atravesar su cabeza y matarle pero, en tal caso, debía ser una de esas "balas mágicas" al estilo del magnicidio de Kennedy porque no es que la cabeza no reviente (lo que a esa distancia y con un Kalashnikov parecería bastante probable) por el tiro sino que no ofrece movimiento alguno al impacto del proyectil ni proyecta sangre alguna.
3º) Hay un sucedido extrañísimo cuando se retiran los terroristas y es que uno de ellos se entretiene tras el tiroteo recogiendo una zapatilla de deporte que se le había caído al bajar del vehículo. Sin embargo, en todo momento da la impresión de que corre perfectamente calzado con su buen par de zapatillas. Entonces, ¿de quién es ese calzado? ¿Y cómo es posible que no se olvide de recogerlo y luego se deje su carnet de identidad dentro del coche? En la imagen adjunta se puede ver este último detalle, que es verdaderamente surrealista ("patético", lo describía Mac Namara, quien enseguida estableció una comparativa con el "pasaporte milagroso" de Mohamed Atta que se encontró entre los restos de las Torres Gemelas en Nueva York o con la cinta de "música islámica" en la furgoneta abandonada tras el 11-M en Madrid)... Es decir, que unos tipos que van a cometer un atentado tan brutal, y que van a hacerlo además enmascarados para que nadie les reconozca (lo cual se contradice con la costumbre yihadista de autoidentificarse como mártir) se llevan consigo su documentación y encima la pierden oportunamente..., en un coche donde además ¡dejan un montón de huellas dactilares por no llevar guantes! Decididamente, estos chapuceros no se han visto ni siquiera los telefilmes de primera hora de la tarde donde se explica muy bien lo que hay que hacer y lo que no en un ataque de este tipo...
4º) Por si todo esto no fuera poco, luego nos encontramos con que las autoridades francesas revelan que tenían vigilados a los hermanos Kouachi desde hacía varios... ¡años!, por sus supuestos vínculos con el terrorismo islamista. ¿Cómo es posible que unos sospechosos de extremismo, vigilados por uno de los servicios secretos supuestamente más sólidos de Europa y con París en alerta..., puedan moverse con tanta soltura como para organizar y ejecutar semejante atentado? Según la información oficial, el más joven de los Kouachi, Cherif, había sido identificado y juzgado en 2005 por su integración en una célula de envío de yihadistas a Iraq. Fue condenado a tres años, pero no cumplió más que la mitad. Poco antes de ser abatidos por la Policía, que les pisaba los talones, este tipo llamó al canal de noticias francés BFMTV y, en una breve conversación, dijo públicamente que él y su hermano eran "defensores del profeta" y que habían recibido financiación de Anwar al Awlaki, un predicador islamista de Yemen relacionado
con Al Qaeda que murió en septiembre de 2011 tras el ataque de un dron norteamericano. De
hecho, una fuente no revelada de la inteligencia yemení había adelantado
previamente a la agencia Reuters que Said, el otro hermano, había residido varios
meses en este país y que en efecto había constancia de esa entrevista con Awlaki... Pero resulta que este “renombrado líder
espiritual
islamista”, cuyo rostro y aspecto era curiosamente muy similar al del actor
Avner Eisenberg, la “joya del Nilo” de la película del mismo nombre estrenada
en 1985 y protagonizada por Michael Douglas y Kathleen Turner, era... ¡un
agente pagado por el FBI, según confirmó en 2012 un coronel retirado del ejército norteamericano llamado Anthony Shaffer, quien le calificó de "agente doble o tal vez triple"! Por cierto que el "predicador" fue invitado a entrevistarse con altos cargos militares norteamericanos en el Pentágono meses después de los atentados del 11-S para "participar en un programa informal" destinado según el vago comunicado oficial a "contactar con miembros líderes de la comunidad musulmana". Uffff..., esto se parece cada vez más a uno de esos complicado guiones de Hollywood rodados en los últimos años y mostrados como thrillers de argumento islamista... En la foto adjunta aparecen el verdadero Awlaki y el actor Eisenberg. Ejercicio: deducir quién es quién y explicar por qué.
5º) Los grandes medios de comunicación han ignorado olímpicamente una información publicada (sólo aparecida en Internet, que yo sepa) poco después del atentado y según la cual el subdirector de la Policía Judicial de Limoges, un agente de 44 años de edad y padre de cuatro hijos, se suicidó (¿se suicidó?) de un disparo en la cabeza en su oficina con su arma reglamentaria. Era uno de los agentes que recababa información del atentado contra Charlie Hebdo y también trabajaba en contacto con las familias de las víctimas. ¿Qué descubrió, que le indujo a matarse a sí mismo (si es que lo hizo de verdad)? ¿Qué decía la carta que fue hallada junto al cadáver, cuyo contenido no ha sido hecho público? Aún más sorprendente, sólo un año antes, otro de los responsables policiales de este servicio murió exactamente igual. Y en noviembre de 2013, también se anunció el suicidio de otro cargo de la misma oficina. ¿Qué tendrá Limoges, aparte de una merecida fama por sus porcelanas y una interesante y antigua red de subterráneos que recorre buena parte si no todo el subsuelo de la ciudad?
¿Más? Hay muchos otros detalles sospechosos cuya enumeración haría este artículo interminable. Por ejemplo, el último y llamativo tuit publicado por la propia redacción de Charlie Hebdo apenas una hora antes del atentado en la que aparecía una felicitación navideña humorística con un dibujo del autoproclamado califa del Estado Islámico, el líder terrorista Abu Bakr al Baghdadi, diciendo: "Y sobre todo, salud"... O ese otro dibujo publicado por "Charb" (Stéphane Charbonnier, el director de la revista, de estilo inconfundible, una de las víctimas mortales) en el que junto a la pregunta "¿Todavía no hay ningún atentado en Francia?" (en referencia a la alerta que vivía el país, que antes citamos) aparecía uno de sus peculiares barbudos armados contestado "Espera un poco, podemos presentar nuestros deseos hasta final de enero"... O el hecho de que uno de los supervivientes del atentado hablara de tres, no dos asaltantes, y "uno de ellos tenía los ojos azules", lo único que se veía de la cara cubierta con pasamontañas (obvio es decir que ni los hermanos Kouachi ni Amédy Coulibaly -el otro terrorista que "por su cuenta" mató a un agente municipal y después a cuatro personas en un supermercado judío de París, y cuya propia peripecia tiene sus propios detalles sospechosos empezando por su viaje a España pocas horas antes de los ataques- tenían los ojos de ese color)... O que el final de los Kouachi (¿no había en ninguno de los cuerpos de seguridad del Estado francés un solo francotirador lo suficientemente bueno como para herirles a ellos o a Coulibaly para atraparlos vivos, en lugar de dejarlos como auténticos coladores?) se produjera... ¡en una imprenta! ¿Algo más simbólico para resumir la amenaza del integrismo islámico a la libertad de expresión?
Por cierto, esa libertad de expresión que dicen defender en Francia, sólo se respeta en realidad cuando las críticas son contra cristianos o musulmanes, porque, si alguien se atreve a dibujar algo contra los judíos, es inmediatamente represaliado. Así le sucedió a Maurice Sinet "Siné" (a quien vemos en la fotografía de abajo), quien en 2008 publicó un artículo y unas viñetas burlándose de Jean Sarkozy, hijo del entonces primer ministro Nicolás Sarkozy, y sugiriendo que se convertía al judaísmo sólo para asegurar su futuro financiero. Por supuesto fue inmediatamente acusado de antisemita (el sambenito definitivo para anular a cualquier persona hoy en el mundo occidental) y la revista donde había publicado le exigió que escribiera una carta pidiendo disculpas. Siné se negó en redondo y la revista le echó a la calle. El dibujante presentó denuncia contra ella y ganó el caso. Aquella revista era...
Charlie Hebdo.