Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 29 de junio de 2018

El melocotón

Como quien no quiere la cosa, resulta que hoy hemos cerrado las puertas de las aulas en la Universidad de Dios, ya que este viernes era el último del curso actual. Personalmente, he vivido un año complicado por diversos motivos, pero también muy entretenido y asaz educativo, en todos los sentidos. Tampoco en esta ocasión he logrado pasar a cuarto de carrera, si bien la verdad es que no me importará repetir el año próximo en tercero porque reconozco que éste ha sido uno de los cursos en los que más he aprendido -tanto de las muchas cosas divertidas y agradables que me han pasado como de las otras tantas no tan divertidas y no tan agradables que en igual número han acontecido- y por ello estoy satisfecho. La vida es algo muy hermoso, mucho más de lo que parece a primera vista, aunque pueda descolocarnos sin venir a cuento cuando muestra su lado más excéntrico o más cruel. Es una oportunidad extraordinaria para cada uno de nosotros y lo único verdaderamente triste de ella es que la mayoría de las personas alcancen la vejez y la muerte sin descubrir su secreto. 

Tenía varios artículos a medio terminar para ésta, la última entrada del curso en el blog, porque en cuanto la publique me largo de este mundo para descansar en Walhalla, como todos los veranos (estoy deseándolo, de hecho, porque me encuentro a punto de colapsar en todos los sentidos). Todos los artículos son largos y prolijos. Sin embargo, hoy he llegado a la conclusión de que bastante extensos han sido ya los textos de los viernes más recientes, así que es mejor finalizar esta etapa con otro mucho más breve, en la estela de lo que comentara Gracián hace unos pocos siglos. Más breve y más sabio, porque se trata de una de las últimas historias que nos ha contado en clase (de hecho, es la última que nos ha contado este año: justo este mismo viernes) nuestro Profesor de Misticismo y Paradojas, el mulá Nasrudin, uno de los tipos más sensatos con los que he tenido ocasión de conversar a lo largo de mis sucesivas reencarnaciones. Y, por todos los dioses, se puede decir que he conocido a bastante gente durante ese tiempo.

- En cierta ocasión me encontré dando clase a un grupo de alumnos bastante más torpes que vosotros -nos explicaba Nasrudin esta tarde- y no porque fueran poco inteligentes o no estuvieran preparados para adquirir sabiduría, sino porque padecían una de las peores enfermedades que se puede contraer en este camino en el que nos encontramos: la soberbia. Vosotros sabéis que yo utilizo muchas veces los relatos chistosos o las anécdotas de cosas que me han ocurrido para ilustrar las circunstancias de la vida y cómo extraer el fruto más precioso de ella. A menudo son historias reales, que me han pasado personalmente, y a veces cuento fábulas o parábolas que resumen lo que quiero contar. Pues bien, en el momento al que me refiero, había tomado la costumbre de hablar muy claro durante toda la clase y terminar siempre con un cuento lleno de símbolos que encerraban no sólo el significado de lo escuchado durante el rato anterior sino, además, algunas claves extra. Como ya tenéis constancia por vuestra propia experiencia en la carrera de Dios, muchas veces lo verdaderamente importante no se puede transmitir con simples palabras y el alumno debe hacer un esfuerzo especial para descifrar el acertijo del maestro. De esa manera, se acostumbrará a reconocer y desentrañar los enigmas que en el futuro, cuando marche solo por el mundo, ponga la Naturaleza ante él...

Nasrudin explicó que a sus alumnos de aquella época el hecho de terminar cada clase con una de aquellas parábolas les resultaba muy molesto, pues se habían acostumbrado a las explicaciones diáfanas y clarificadoras del mulá y les irritaba tener que pensar por sí mismos a última hora. De hecho, les resultaba difícil descifrar el mensaje profundo de aquellas historias iluminadoras y muchas veces no conseguían captar lo que pretendía decirles. Un día, el alumno más avanzado se puso en pie en nombre de sus compañeros justo cuando Nasrudin estaba a punto de rematar la lección con uno de sus relatos simbólicos, con varios niveles de profundidad.

- Maestro -se dirigió a él, con un tono de reproche-, tú sabes mucho pero nosotros no estamos a tu nivel, aunque nos esforzamos por ello. Nos cuentas unas historias al final de la clase que para ti son importantes, pero no las entendemos porque no nos explicas su significado. ¿Podrías evitar esas parábolas y sustituirlas por explicaciones más sencillas? O, al menos, darnos sus claves para que podamos apreciar con lucidez su sabiduría...

Sin alterar el gesto, Nasrudin se disculpó enseguida con humildad.

- Os pido perdón si no he sabido expresarme correctamente. Para compensaros por mi mala forma de enseñaros, os regalaré un melocotón a cada uno de vosotros. Antes de entrar en clase, una persona agradecida por la ayuda que le presté en cierta ocasión me ha entregado un saco entero lleno de ellos, cosechados de su propia huerta. Ven, te daré a ti el primero.

El discípulo sonrió y aceptó la oferta con un gesto de sorpresa. La verdad es que no esperaba que el maestro fuera a darle la razón y mucho menos que fuera a tener aquel detalle que, por cierto, resultaba especialmente satisfactorio por lo refrescante, ya que aunque estaban al principio del verano hacía mucho calor. Se adelantó hasta donde se encontraba el mulá y éste hizo el gesto de darle el melocotón pero antes de ponerlo en la mano extendida del alumno, comentó:

- Espera... Para compensarte por completo, en lugar de limitarme a darte el melocotón, te lo pelaré -y cogió un cuchillo que tenía a mano.

- ¡Gracias, maestro! -exclamó aún más sorprendido y rebosante de vanidad el alumno, mientras sus compañeros se felicitaban unos a otros por el inesperado regalo que recibirían y discutían en voz baja sobre quién saldría en segundo y en tercer lugar, y en los siguientes, a recoger su correspondiente melocotón. 

- Ya está... Bueno, y ya que te he quitado la piel, espera, te lo cortaré en pedazos, para que te resulte más fácil comerlo -dijo, mientras empezaba a trocearlo y depositarlo, ya preparado para comer, en un platito.

- No es necesario, maestro. No quiero abusar de tu gentileza -decía el alumno, aunque no hizo ademán alguno de impedir que Nasrudin continuara preparando el melocotón.

Finalmente, la fruta estaba lista. Tenía un aspecto magnífico: jugosa y sabrosa, preparada para endulzar la boca del alumno, que a duras penas se contenía de avanzar un paso más y tomar el plato en sus manos. Esperaba que el mismo mulá se pusiera en pie y se la acercara para completar aquella inesperada compensación. Entonces Nasrudin, añadió:

- Sólo deseo complacerte. Complaceros a ti y a tus compañeros. Así que, con tu permiso, también masticaré cada trozo de melocotón antes de entregártelo, para que te resulte más fácil tragarlo -y se metió el primer pedazo en la boca.

 - Pero... ¡No, maestro, no hagas eso! -reaccionó el alumno, entre frustrado y desilusionado, ante la perplejidad de sus compañeros- ¡Quiero masticar yo el melocotón! ¡Quiero disfrutar de su sabor! ¡Gozar de su esencia!

Entonces Nasrudin le miró muy serio y sentenció:

- Si te explicara el sentido de las parábolas, si os lo explicara a todos vosotros, sería como daros a comer los trozos masticados de un melocotón...

Naturalmente, se comió el melocotón entero y no le dio ninguna fruta a los engreídos alumnos que, en ese mismo instante, recibieron una gran lección. Salgamos, ahora que estamos en la época, a buscar nuestros propios melocotones. Cosechémoslos, pelémoslos, troceémoslos y comámosnoslos. Cada cual, tantos melocotones como pueda encontrar. Eso es lo que, a la postre, nos llevaremos...

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Postdata:

No tengo ni idea de si aparecerá Mac Namara por aquí durante los próximos meses. Este curso ha estado especialmente esquivo y hace varios días que no veo a mi gato conspiranoico. Así que no me responsabilizo de lo que pueda publicar en el blog de aquí a octubre, cuando regrese de Walhalla (si regreso). Felices vacaciones a todos.




















viernes, 22 de junio de 2018

Provocator

En medio del océano de insensateces que se publica a diario, todavía es posible encontrar de vez en cuando alguna perla que le devuelve a uno cierta esperanza por el periodismo. Sí, me refiero a ese subgénero de la literatura, siempre fronterizo y sólo a medias definido, que se mueve entre la descripción más o menos honesta de la realidad, el diario personal, la mera publicidad y la más abyecta de las propagandas. He encontrado estos días una de esas perlas. Se trata de una interesante entrevista firmada por Cayetana Álvarez de Toledo en el diario El Mundo, en febrero de este mismo año, con el psicólogo clínico y profesor universitario canadiense Jordan Bernt Peterson, que no tiene desperdicio. Peterson analiza muy someramente (el tema da, como es evidente, no ya para un libro sino para varias enciclopedias) las relaciones hombre/mujer y la progresiva criminalización del hombre por el mero hecho de serlo, que ha terminado por conducir en los últimos años a muchas personas a la tan cacareada "crisis de la masculinidad".

Tengo que partir de la base de que el hecho de que Peterson se haya declarado en varias ocasiones lector y admirador de autores como Carl Jung, George Orwell, Aldous Huxley e incluso el Viejo Fritz (Friedrich Nietzsche, para los neófitos), entre otros, ya supone para mí una excelente carta de presentación... Pero es que además se trata de un investigador dispuesto a mirar lo que sucede más allá de los carriles más ortodoxos, incorporando y analizando en sus clases universitarias conceptos de la filosofía, la mitología y la religión, lo que le han granjeado tanto entusiastas seguidores, alucinados por las perspectivas que les ha abierto, como acérrimos enemigos, que ven en él a un tipo difícil de manipular y por tanto una pieza a batir. Como decía uno de sus alumnos en un foro universitario en Internet: "si tienes un proyecto raro, el departamento te enviará inmediatamente con Peterson, porque saben que él sí lo aceptará". La extravagancia es de las pocas cosas de interés que van quedando en el decadente mundo que se desploma a cámara lenta a nuestro alrededor.

Para quienes no le conozcan, Peterson enseña ahora mismo en la Universidad de Toronto y está especializado en psicología de las creencias ideológicas y religiosas (lo cual demuestra fehacientemente que se preocupa por el mundo y lo conoce con cierto detalle, puesto que los homo sapiens no suelen moverse por realidades sino por creencias), aunque también ha trabajado con psicología anormal, neuropsicología y psicología de la personalidad, entre otras áreas. Ha publicado un par de libros curiosos. El primero se titula Maps of Meaning: the Architecture of Belief (Mapas de significado: la arquitectura de la creencia) y en él explica cómo la gente construye su personalidad basándose, más que en las circunstancia diarias o personales, en los modelos proporcionados por la religión y los mitos. A pesar de ello, las identidades forjadas suelen resultar muy frágiles ya que las personas "por lo general prefieren que la guerra sea algo exterior a ellas, en lugar de tomarla como un conflicto interno" y por tanto aprovecharla para poder crecer y transformarse desde dentro de sí mismas. Su libro más reciente, publicado a primeros de este año, se titula 12 Rules for Life: an Antidote to Chaos (12 reglas para la vida: un antídoto contra el caos) y resulta más convencional, en la tradición de facilitar la creación de decálogos que permitan orientarse en medio de este parque de atracciones que llamamos existencia, con especial hincapié en la importancia de la responsabilidad personal. 

Activista político en su juventud y, como cualquier persona inteligente, desencantado enseguida de esa etapa de su vida, Peterson podría definirse como un tipo bastante excéntrico dado que es capaz de pensar y, además, no tiene miedo a enfrentarse a los esclavos de lo políticamente correcto. Así lo demuestra el acoso y la crítica severa que ha recibido durante los últimos años por parte de esos guardianes de la "nueva moral" empeñados en que todos pensemos y actuemos según lo que ellos dicen. O, por emplear su propia forma de expresarse, lo que ellxs dicen, porque a este grado de ridiculez y vergüenza ajena (ocultar el género de las palabras colocando una X en lugar de una O o una A para no "molestar" a nadie) hemos llegado con los fanáticos seguidores de la popular secta contemporánea cuyo nombre exacto no está del todo claro pero muy bien podría ser algo así como El-género-es-superior-a-todas-las-cosas-y-especialmente-a-la-Biología

Como digo, la entrevista es muy recomendable en su totalidad, pero por cuestión de espacio y con ánimo de resumir destacaré a continuación sólo parte de lo que cuenta Peterson (apellido de origen noruego, lo que denota alma de vikingo irreductible..., cada vez me cae mejor este hombre). El que quiera más, que se tome el trabajo de buscarla y leerla.

* "La izquierda posmoderna y sus guerreras feministas han logrado imponer la idea de que la jerarquía es una construcción social del malvado y corrupto patriarcado occidental. Sepultan la biología bajo su ideología. Niegan la naturaleza para culpar al varón. Es absurdo. Sus ideas no tienen base fáctica alguna. La Biología evolutiva y la Neurociencia demuestran que las jerarquías son increíblemente antiguas (...) A muchos intelectuales y filósofos les cuesta asumir las lecciones de la Biología evolutiva: descubrir lo mucho que tenemos en común con los animales, que no todo es cultura o razón... Les escandaliza profundamente. Y se entiende. (...)  las jerarquías producen ganadores y perdedores. Y ser un perdedor o convivir con perdedores, gente que lucha pero malvive, es existencialmente doloroso. Además está demostrado que el exceso de desigualdad genera sociedades inestables. La izquierda tiene derecho a preocuparse. A lo que no tiene derecho, porque es científicamente falso, es a culpar de la desigualdad al capitalismo, a Occidente o al presunto patriarcado. Ocurre también con la riqueza. Dicen: es injusto que la riqueza se distribuya de forma desproporcionada y que pocas personas acumulen la mayor parte (...) Pero no es culpa de nadie. Es un fenómeno enraizado en la naturaleza: los que más tienen, más acumulan. Se ve en el tamaño de las ciudades. En las masas de estrellas. En la altura de los árboles. Ahora hay unos señores que se hacen llamar 'econofísicos'. Estudian la Economía a partir de las leyes de la Física. Y han descubierto cosas fascinantes: las mismas leyes que rigen la distribución del gas en el vacío rigen la distribución del dinero en la economía. El problema de la desigualdad no tiene una explicación simple."

* "La constatación del fracaso del comunismo, de su criminalidad estructural, fue un 'shock' (...) pero después de Solzhenitsyn ni los más dogmáticos, ¡ni los intelectuales franceses!, pudieron seguir justificando el comunismo. ¿Qué hicieron entonces Derrida y los posmodernos? Una maniobra tramposa y brillante. Sustituyeron el foco del debate: de la lucha de clases a la lucha de identidades (...) el mundo está sujeto a un número infinito de interpretaciones. Pero variedad no denota viabilidad (...) Vaya al Smithsonian Museum en Washington. Verá expuestos cientos de esqueletos de mamíferos. Son todos increíblemente parecidos. Las extremidades varían de longitud, pero el plan básico del cuerpo no ha variado. Lleva así decenas de millones de años porque no hay tantas configuraciones que funcionen. Y cuando una funciona, se conserva. Lo mismo ocurre con la jerarquía: es la solución evolutiva al problema de que muchos elementos del mismo tipo de una cosa convivan en un mismo lugar. Y hasta ahora no hemos dado con una alternativa. Si los posmodernos tuvieran razón, habría cientos de formas distintas de organizarse socialmente. Y no las hay. (...) En el fondo, la obsesión de los posmodernos con el poder y las relaciones de dominio refleja sus ansias de poder y su afán de dominio. Niegan la Biología porque ella  desmiente su idea de que las personas son de plastilina. Y ellos las quieren de plastilina para poder moldearlas. La existencia de la naturaleza imposibilita la ingeniería social (...) No podemos percibir el mundo sin una jerarquía ética. Lo demuestran la Psicología y la Biología, y lo saben hasta los ateos. Necesitamos un orden. Sin orden se impone el vacío ético y moral. El relativismo absoluto. El caos."

* "Hay una crisis de la masculinidad. La 'tóxica masculinidad', dicen las feministas. Los chicos reciben de la sociedad moderna un mensaje devastador y paralizante. Primero, se les recrimina su agresividad, cuando es innata y esencial a su deseo de competir, de ganar, de ser activamente virtuosos. Luego se les dice que la sociedad es una tiranía falocéntrica corrupta de la que ellos, por supuesto, son culpables de origen por el mero hecho de ser hombres. Y finalmente se les advierte: «No se os ocurra intentar prosperar o avanzar, porque entonces además de culpables seréis cómplices activos de la tiranía feminicida». El resultado es que muchos varones, sobre todo jóvenes, tienen la moral por los suelos. Están empantanados, perdidos. No tienen rumbo ni objetivos. (...) Lo peor que han hecho los posmodernos es propagar la confusión entre poder y competencia, aptitud, habilidad. Las jerarquías no son de dominación sino de competencia. Lea la luminosa obra de Frans de Waal. Los chimpancés tiránicos acaban muy mal: destrozados a pedazos. Los chimpancés más exitosos, también sexualmente, son los que interactúan mejor. Los que hacen amigos y tratan bien a las hembras. La competencia es más eficaz que el poder puro y duro. (...) Sólo los hombres débiles intentan dominar a las mujeres. Otra lectura imprescindible: 'Machos demoníacos', de Richard Wrangham. Hay tres géneros de orangutanes: las hembras, los machos dominantes que cautivan a todas las hembras y los machos débiles, que morfológicamente parecen adolescentes y que, como no logran aparearse, recurren a la violación. ¡Violan! La lección es evidente: sólo los perdedores recurren al poder para obtener más sexo del que, necesitándolo, pueden alcanzar."

* "Hemos pasado de intentar convertir a las mujeres en hombres a intentar convertir a los hombres en mujeres. Y eso no conviene a ninguno de los dos sexos. Tampoco a las mujeres. Las mujeres tienen tanto interés como los hombres en acabar con la crisis de la masculinidad. (...) Una mujer sensata no quiere un párvulo como pareja. Quiere un hombre. (...) Las feministas radicales se equivocan ¡radicalmente! No distinguen entre un hombre competente y un déspota. Su pánico cerval a cualquier exhibición de habilidad masculina es revelador de una pésima experiencia personal. Dicen: '¡Arranquemos a los hombres sus garras y sus colmillos! ¡Socialicémoslos! ¡Hagámoslos blandos, flácidos y femeninos, porque así no podrán hacernos más daño!' Es una manera patológica de contemplar el mundo y las relaciones humanas. Y es también un grave error estratégico. Porque cuando anulas a un hombre, aumentas su amargura y su resentimiento. Lo conviertes en un ser inepto, atormentado, carente de sentido. Y las vidas sin sentido son desdichadas. Y el hombre anulado se enfada. Y entonces sí se vuelve agresivo. El despotismo de los débiles es mucho más peligroso que el despotismo de los fuertes. (...) Cuando las únicas virtudes sociales son lo fofo e inofensivo, la dureza y la dominación se vuelven fascinantes. Mire el fenómeno de '50 sombras de Grey'. Seis meses estuve riéndome cuando se publicó. Pensé: ¡Qué apropiado! La cultura entera arde en exigencias de que el hombre envaine las armas y el libro más vendido de la historia es una fantasía sadomasoquista. Es extraordinario. Freud estaría a la vez horrorizado y exultante."

* "La brecha salarial entre hombres y mujeres es menor de lo que dicen. Los que hacen las estadísticas suelen confundir la media y la mediana. Y la media se desfigura por la existencia de un segmento ínfimo de billonarios, que en su mayoría son hombres (...) Lo que no existe es lo que llaman la brecha salarial 'de género'. Es decir, una brecha fruto de un prejuicio machista. Para que el argumento feminista funcione habría que asumir que el empresariado mundial es masoquista, tonto, suicida: '¡Ajá! Les pagamos menos y también las contratamos menos'. Es absurdo. La realidad es que la diferencia salarial tiene unas 20 causas, de las que apenas 1 sería atribuible al prejuicio (...) Por ejemplo, la personalidad: las personas agradables cobran menos que las personas desagradables porque les cuesta más pedir un aumento de sueldo. Triste pero cierto. Y resulta que, de media, las mujeres son más agradables que los hombres. Es un dato científico. Esto produce un ligero sesgo a favor de los hombres, que no es fruto de ningún prejuicio machista; si acaso, es una injusticia con las personas amables del sexo que sean. Finalmente, los intereses: a los hombres les interesan más las cosas y a las mujeres, las personas. Y las profesiones relacionadas con las cosas están mejor pagadas que las profesiones relacionadas con las personas. Ingeniero y enfermera. Banquero y maestra."

* "El libre mercado existe precisamente porque es imposible llevar a la práctica la fórmula 'a igual trabajo, igual salario'. ¿Quién y cómo determina que dos trabajos son idénticos? Ya se intentó bajo la Unión Soviética. Y así acabó. (...) Respecto a por qué hay tan pocas mujeres al frente de grandes empresas, tengo un amigo que dirigía una de las principales empresas tecnológicas de Canadá. No cogió vacaciones en 20 años. Ni un sólo día. Y no eran jornadas de ocho horas, la mitad en el yate. Eran de 18 horas. Todo el día en un avión. Ya, en primera clase..., pero lejos de casa. De su familia. En hoteles anónimos. Nada de juerga y tequila. Para vivir así hay que estar configurado de una manera muy particular. Hay gente así, claro. Y la mayoría son hombres. ¿Son mejores? No. Son distintos. Incluso podríamos decir que sus prioridades son peores que las de las mujeres que optan por una vida más equilibrada, trabajando media jornada y cuidando de sus hijos. En todo caso, es su elección. ¿Usted qué haría? (...) Los países escandinavos han hecho lo imposible por imponer una igualdad formal entre hombres y mujeres. De la cuna hasta la tumba, han eliminado todos los elementos culturales que pudieran condicionar o acentuar las diferencias de género. Hasta los juguetes son neutros. ¿Y qué ha pasado? Exactamente lo contrario de lo previsto: ¡las diferencias de personalidad entre hombres y mujeres se han acentuado! Es un descubrimiento científico impresionante: si erradicas las diferencias culturales, maximizas las diferencias biológicas."

* "Considerar a todo hombre como un agresor sexual en potencia es como pensar que toda mujer es una manipuladora caza-ricos en potencia En todo individuo existe una capacidad muy elevada de hacer el mal. La pregunta es: ¿por qué se difunden estas ideas sobre los hombres? (...) La izquierda posmoderna exige a la vez expresión sexual ilimitada, de cualquier gusto o color, ahí está el Orgullo Gay, y seguridad sexual absoluta. A ver cómo cuadran ese círculo. Su última ocurrencia es una maravilla: el consentimiento afirmativo. Cada paso y etapa de un encuentro amoroso o sexual debe quedar debidamente registrado para evitar equívocos. ¡Es tan orwelliano! Sólo un pobre ingenuo de 13 años puede considerar que esto es no ya positivo, sino viable. A veces da la impresión de que nuestra cultura ha sido tomada por gente con graves trastornos de personalidad. Lo digo seriamente. Clínicamente. (...) No hay derecho a pensar sin derecho a ofender. Porque nada de lo que yo pueda decir será universalmente aceptado y asumido. ¿Y quién decide qué es ofensivo? Tu interlocutor. ¿Y si hablas con mil personas? Como mínimo una de ellas se ofenderá. ¿Y entonces qué haces? Dejas de hablar. Te limitas a decir obviedades: 'este suelo parecería ser de color gris'. (...) Lo que necesitamos en los medios es pocas personas súper inteligentes dispuestas a decir la verdad. Lo que tenemos son hordas de columnistas de segunda poseídos por el miedo y la ideología. Y pronto dejarán de ser leídos y escuchados".

Respecto al mensaje de Peterson, hay un aspecto que me parece especialmente preocupante en el enfrentamiento que se ha generado y alimentado de manera artificiosa en los últimos años en la sociedad occidental entre el hombre y la mujer y es el hecho de que la inmensa mayoría de "guerreras" que hablan del miedo que les produce el terrible ogro masculino y que argumentan además sobre el tema con una dialéctica tan estructurada y a menudo impecable (una dialéctica tan similar a la que utilizaban los agitadores de la lucha de clases en el primer tercio del siglo XX) son muy jóvenes. Y desde la lógica y limitada experiencia de sus años (y la desbordante osadía proporcionada por esa forzada ignorancia vital) hablan con una falsa seguridad en sí mismas y con un dogmatismo que ya hubieran querido para sí algunos de los antiguos inquisidores medievales. Así que (lo sé, lo he intentado varias veces por razones que no vienen al caso, nunca con éxito) resulta imposible debatir con serenidad con ellas sobre este tema sin que pierdan los nervios a los pocos minutos: exigen que uno asuma sin rechistar su punto de vista que consideran blindado e incuestionable o que se retire adornado con las etiquetas de machista, retrógrado, ignorante o  fascista..., y eso en el mejor de los casos. Particularmente, siento una inmensa pena por estas mujeres jóvenes, por lo que se están haciendo a sí mismas. La experiencia es un grado y por ello estoy convencido de que, dentro de unos años, la mayoría de ellas terminará abriendo los ojos y descubriendo hasta qué punto fueron manipuladas. Espero que en ese momento no tarden demasiado en perdonarse a sí mismas por haberse dejado enfangar en los pantanos de rabia, odio e inquina que mentes perversas les han inoculado para sus propios fines no revelados.

Porque existen intereses ocultos en todo esto, por supuesto. No se trata sólo de "un movimiento espontáneo de defensa de la mujer" contra la "brutal violencia que caracteriza a todos los hombres". Las fuerzas que mueven el feminismo radical y que buscan emputecer las relaciones entre los géneros para facilitar la destrucción de la familia tradicional como núcleo de la sociedad occidental están relacionadas con otras circunstancias muy particulares que vienen sucediendo en Europa en especial desde comienzos del siglo XXI de acuerdo con un plan previamente trazado. Y sólo hay que rascar un poco para encontrar el cartón piedra que se esconde debajo del 
dorado de los decorados. He aquí una pista. El tuit aquí reproducido y que dice textualmente: "A ver, lo vuelvo a repetir porque no os enteráis. Las feministas no nos defendemos de violaciones de inmigrantes #EsUnaGuerra contra el hombre blanco solamente". Este mensaje fue publicado (y luego borrado, pero ya demasiado tarde porque todo aquello que sube a Internet ya no vuelve a bajar) por Irantzu Varela, cuya biografía en su cuenta personal de Twitter comienza con la siguiente frase: "Feminista radical es poco" y que utiliza etiquetas del estilo #EsUnaGuerra (así define la relación hombre/mujer en la que por supuesto el hombre es el agresor -el hombre blanco, recordemos-) #AutodefensaFeminista (siempre contra hombres, claro, no se habla de defensa contra otras mujeres) o #FeminismoOBarbarie (se comenta solo). 

Varela tiene más de 32.000 seguidores (seguidoras, la inmensa mayoría) en Twitter y es una de las gurúes de las jóvenes generaciones de mujeres que buscan, como cualquiera en la adolescencia, una causa justa cuya bandera abrazar para salvar al mundo. Teniendo en cuenta el inmenso poder de las redes sociales sobre estas personas, tuits como éste podrían explicar cómo es posible organizar en tan pocas horas masivas manifestaciones contra los miembros de la tristemente famosa Manada, todos ellos de nacionalidad española, mientras que otras "manadas" tanto o más infames e integradas por inmigrantes del norte de África pasan completamente inadvertidas. Y, por favor, a todo aquél que se sienta ofendido (u ofendida) por lo que acabo de escribir, le sugiero que utilice a San Google o cualquier otro buscador de Internet y rastree las noticias sobre, por poner un ejemplo, la decena de argelinos que violaron en Alicante a varias niñas -a una de ellas, de 14 años, durante 24 horas- el pasado mes de marzo. O, por poner otro ejemplo, la media docena de marroquíes que violaron a niñas de 12 y 13 años en Cádiz en septiembre de 2017. Hay incluso "manadas" de una sola persona, como ese otro marroquí calificado de "agresor sexual en serie" y detenido hace tan sólo una semana en Elche tras violar a siete mujeres, de las cuales seis son menores. ¿Cuántos de los nombres y rostros de esos tres casos -por citar sólo éstos- hemos visto con la misma profusión en los medios de comunicación que los de la "manada" española? ¿Cuántas manifestaciones masivas de protesta -o al menos concentraciones localizadas en Alicante, Cádiz y Elche- se han convocado contra ellos? ¿Cuántos tuits se han publicado haciendo referencia a los mismos? Y lo más importante: ¿por qué?

El feminismo radical bebe, entre otras, de figuras épicas de esta ideología como Margaret Sanger, Alfred Kinsey o Margaret Mead, entre otros, cuyas obras son leídas, enseñadas y citadas a menudo como grandes contribuciones por la liberación sexual de la humanidad, a pesar de las limitaciones y errores de las tesis que contienen y de las propias fracasadas vidas de sus autores (parecería lógico pensar que uno debe tener una vida envidiable o, al menos, ejemplar si es que pretende dedicarse a dar lecciones al resto del planeta de cómo orientar su propia existencia).

Por limitarnos a los citados y, de acuerdo con sus biógrafos, recordemos brevemente que Margaret Sanger fue partidaria declarada del amor libre al ser incapaz de establecer una relación emocional sólida en su agitada vida sentimental (casada varias veces, con docenas de amantes y, en sus últimos años, pagando incluso a chicos jóvenes para que le hicieran "compañía") y que no tuvo problemas en dejar por escrito sus ideas racistas y segregacionistas en pro de la eugenesia para destruir "lo más débil de la sociedad (...) los enfermos y los débiles a los cuales se les permite que se propaguen y, así, produzcan una raza de degenerados". De ahí que creara un eslogan popular en su época: Control de la natalidad: crear una raza de purasangres con el que predicaba la necesidad de esterilizar a pobres, negros e hispanos. Fue la creadora en 1916 en Nueva York de la primera clínica para el control de la natalidad y, más tarde, de la National Birth Control League (Liga nacional para el control de la natalidad) posteriormente rebautizada como Planned Parenthood Federation of America (Federación americana de planificación familiar) que sirvió para promover algunas de las primeras grandes campañas en favor del aborto. Llegó a escribir, en su libro Women and the new race (Las mujeres y la nueva raza)  que "lo más misericordioso que una familia numerosa puede hacer con uno de sus miembros más pequeños es matarlo".

Otra Margaret, la apellidada Mead, también se casó varias veces y nunca con éxito, entre otras cosas porque, como descubriera su propia hija revisando su documentación tras su fallecimiento en 1978, era bisexual y ello le atormentó toda su vida. Desde su amargura personal se permitió afirmaciones como la que lanzó en cierta ocasión en el Washington Press Club al declarar que "la heterosexualidad rígida es una perversión de la naturaleza" (teniendo en cuenta que la propia naturaleza establece que la heterosexualidad es necesaria entre los humanos para permitir la supervivencia de su especie, estas palabras de Mead suenan, cuando menos, delirantes). La obra que le dio fama mundial como antropóloga fue Adolescencia, sexo y cultura en Samoa, publicada en 1928 y que se presentaba como un sesudo trabajo de campo que demostraba científicamente lo felices que vivían los habitantes de esta isla del Pacífico ejerciendo una sexualidad libre, carente de compromisos de ningún tipo, con toda clase de variantes sexuales permitidas y sólo amenazados por los malvados misioneros cristianos y su moral retrógrada. En los años 80 del siglo XX se demostró que este estudio fue un fraude, fruto de una breve estancia en la isla donde esta antropóloga vio lo que quiso ver. Los propios samoanos denunciaron las falsedades que contenía el libro destacando entre otras cosas la importancia de la virginidad en su cultura o el hecho de que su moral fuera mucho menos permisiva que la de los norteamericanos.

En cuanto a Alfred Kinsey, sus biógrafos destacan el contraste entre la imagen exterior de éxito profesional que proyectaba y sus turbulencias personales que le condujeron a obsesionarse con el sexo, la homosexualidad y el masoquismo a pesar de su matrimonio y sus hijos. En 1947 fundó el Sex Research Institute (Instituto de investigación sexual) donde según se reveló con el tiempo organizaba fiestas con altos cargos de la institución y sus parejas que terminaban en orgías disfrazadas de investigaciones científicas, grabadas en ocasiones. Algunos participantes de esas fiestas detallaron la afición de Kinsey a masturbarse introduciendo objetos variados en su uretra, como cucharillas para remover cócteles. Defendía la pedofilia, la pederastia y el bestialismo como manifestaciones "normales" de la sexualidad. Uno de sus más inmediatos colaboradores, Paul Gebhard, reveló los peculiares métodos de investigación científica utilizados para sus estudios, incluyendo el famoso informe que lleva su nombre, que fue manipulado con el fin de elevar artificialmente el porcentaje de ciudadanos orientados hacia la homosexualidad. Y es que seleccionaba la población estudiada no entre grupos de ciudadanos corrientes y anónimos, sino entre presos, hombres con antecedentes de agresión sexual o prostitutos donde, lógicamente, la proporción de homosexuales resultaba mucho más elevada, y luego extrapolaba esos datos a toda la sociedad.


Son sólo unas pinceladas. Habría mucha tela que cortar con este asunto que es francamente complicado e incluso diría que peligroso de tratar, tal y como está el patio ahora mismo. Pero es necesario hablar de estas cosas, aunque sea políticamente muy incorrecto (hasta la extensión de este artículo es muy incorrecta teniendo en cuenta la que tiene un post medio en un blog). Es preciso remover conciencias y decir en voz alta que a lo mejor las cosas no son como nos las están contando (ese compromiso lo aprendí de mi gato Mac Namara). Y quien tenga algo que decir debe salir ahora y decirlo porque, al paso que vamos, pronto será imposible disentir de las verdades "oficiales" si no somos capaces de defender la posibilidad de un debate honesto con puntos de vista distintos. Siempre he sido férreo partidario de la libertad de expresión y publicación. Eso sí, convenientemente acompañada de la responsabilidad por lo que uno expresa y publica. Y también supongo que pesa el hecho de que en otra vida fui un gladiador del tipo provocator, cuya función en el Coliseo era precisamente ésa: provocar a otros gladiadores a luchar, desafiarlos.

Me gustaría terminar este artículo con unas palabras de Peterson, extraídas de la entrevista con la que comenzó: "La sobreprotección ha creado una generación de mimados y quejicas, cero preparados para encarar la vida. Esos padres edípicos, que hacen un pacto con su niño: 'No nos abandonarás jamás y a cambio nosotros haremos todo por ti'... Puro egoísmo envuelto en mimos. El resultado es que los niños crecen sin madurar. No tienen sentido de la responsabilidad. Son victimistas. Se vuelven inútiles y acaban resentidos. (...) Mi mensaje a los jóvenes es sencillo. Espabilad. Dejad de pudriros en casa. Dejad de quejaros y de culpar a los demás. Sed honrados, rectos y disciplinados. Haced algo útil. Asumid vuestra responsabilidad. Buscad sentido a la vida. (...) Porque al mundo le sobran niños. Lo que necesita son hombres adultos."







viernes, 15 de junio de 2018

La república mediocre

En la Feria del Libro de Madrid, el visitante puede encontrar distintos grupos de escritores o, mejor dicho, de escribidores dispuestos a estampar su firma en cada ejemplar vendido. Curiosamente, no suele ser el más abundante de esos grupos el compuesto por los escritores de verdad (la gente que escribe porque le va la vida en ello, porque necesita escribir igual que comer, dormir, hacer el amor o ir al retrete: porque es algo inherente a sí misma y sin lo cual su vida pierde mucho de su sentido) sino el que incluye a todo tipo de diletantes de las letras que publican por otros motivos.  No es la emoción interna lo que les mueve sino, generalmente, el dinero (creen que es fácil ganar dinero vendiendo libros..., ¡y en España!) o por prestigio personal (como si el hecho de poner tu opinión blanco sobre negro bastara para que le elevaran a uno a la categoría de "intelectual"). Ahí podemos incluir, entre otros especímenes, a los famosos televisivos de medio pelo, los profesores universitarios ávidos de hacer curriculum o los deportistas de nivel que aspiran a leer sus hagiografías aunque no hayan terminado su carrera, por ejemplo. También, a los políticos. Hay que ver la cantidad de árboles que son talados en balde cada año, sólo para generar el papel suficiente en el cual el político de turno pueda incluir -siempre muy seleccionados- los fragmentos de memoria que quiere publicitar o sus opiniones personales sobre los más variados temas que, por lo demás, ya son conocidas por su propia actividad pública... La inmensa mayoría de libros políticos son prescindibles y lo demuestra el hecho de que sus ediciones no soportan el paso de los años, a menudo ni siquiera el de los meses (la verdad es que pasa con la inmensa mayoría de libros, sin apellidos).


Por eso me ha sorprendido muy gratamente La república mediocre (Editorial Caligrama) de Diego Quintana de Uña, uno de los mejores libros sobre la materia que he leído desde hace años, entre otras cosas porque no se limita a analizar la teoría política, sino que la vincula con el sentido de la vida y con los grandes valores que parecen haber desaparecido hace mucho tiempo del día a día en nuestra decrépita sociedad contemporánea, echando mano de los grandes mitos, especialmente los de los antiguos griegos. Tengo que aclarar que conozco a Diego desde hace muchos años y que ya disfruté muchísimo con la obra que en la misma línea publicó en 2004: El síndrome de Epimeteo: Occidente, la cultura del olvido (Editorial Cuarto Propio). Entonces, analizó certeramente la decadencia occidental con la misma técnica. La novedad de su publicación actual, donde reaparece ese síndrome asociado al carácter decadente, epimeteico, de nuestra sociedad actual, radica en que se centra de manera especial en la política.

Para los recién llegados, aclaremos que Epimeteo es, por así decir, el hermano tonto de Prometeo, aquel titán que robó el fuego a los dioses para dárselo a los humanos y que éstos lograran salir adelante en la creación. Los dos hermanos eran beneficiarios de nuestra especie, a la que tenían aprecio, pero por sus respectivas cualidades los efectos de sus actos fueron muy diferentes. El nombre de Prometeo  viene a significar, en griego, "pensamiento adelantado" y, de acuerdo con ello, era previsor, de inteligencia despejada, con gran ingenio y capaz de ayudar eficazmente a los hombres. Epimeteo, sin embargo, tiene el significado inverso: "pensamiento retrasado" porque tenía que reflexionar mucho sobre lo ocurrido y sólo entendía las cosas analizándolas a posteriori, era olvidadizo, cerril y poco despierto. Para entender la torpeza con la que se conducía Epimeteo, recordemos que se casó con Pandora, la de la famosa caja que contenía todos los males (en el mito original era un ánfora lo que destapaba, pero durante el Renacimiento se recreó esta historia adaptándola al mobiliario de la época: ¡ya nadie usaba las ánforas!). Como otros mitos de la antigüedad, los hermanos representan dos estados diferentes de la existencia humana, pues Prometeo se aproxima al espíritu vivo y dinámico mientras Epimeteo representa la materia bruta y lenta.

Ojo, La república mediocre no es un libro fácil de leer: son más de 600 páginas densamente maquetadas y con algunos pasajes exigentes para un lector poco instruido, pero aquéllos que acepten el reto de su lectura (y la posterior reflexión sobre lo leído) agradecerán la experiencia. Aprovecho para aclarar que la república a la que se refiere el título no tiene nada que ver con la segunda república española (lo de las publicaciones -ideologizadas, además- sobre la segunda república y la guerra civil de 1936/39 es un aburrimiento que supera incluso a las películas y series televisivas sobre este mismo tema) sino que se refiere a su sentido original, etimológico: la res publica (en latín, la cosa pública, el Estado, la administración ciudadana). Lo utiliza además en la mayor parte del libro como sinónimo de las democracias liberales contemporáneas. Y el adjetivo mediocre tiene que ver también con su significado literal, recogido por la Real Academia de la Lengua, "de calidad media o de poco mérito, tirando a malo", porque así es como el ciudadano europeo (el occidental) siente en este momento este tipo de régimen político bajo el cual nos conducimos todavía. 

Y digo todavía, porque soy de una opinión similar a la del autor respecto a la supervivencia del sistema en el que hoy vivimos, como refleja el primero de los sucesivos fragmentos del texto que incluyo a continuación, para que sirvan como aperitivo para los futuros lectores.


* "Mi percepción personal es que las democracias liberales no sobrevivirán al presente siglo XXI. Vivimos tiempos turbulentos y los estados nacionales no parecen sentirse lo suficientemente fuertes para afrontar las tensiones y los conflictos de esta actualidad tan cambiante (...) factores entrópicos parecen apuntar a una quiebra y una generalización de la demagogia con un punto final en la oclocracia, como previera la vieja teoría de la anaciclosis de Polibio." Aquí se refiere al viejo historiador griego que identificó las seis etapas políticas por las que según él atraviesa todo Estado en una evolución repetida hasta el infinito: comienza como monarquía, degenera a tiranía, continúa como aristocracia y sigue por este orden la oligarquía, la democracia y la olocracia o gobierno de la muchedumbre. Tras la crisis de esta última etapa, se volvería a la monarquía y comenzaría de nuevo el ciclo. Hemos hablado de todo esto no hace mucho en esta bitácora y hay una versión moderna que circula bastante por Internet últimamente que resume esta visión en cuatro etapas: 1) Los tiempos duros crean hombres fuertes. 2) Los hombres fuertes crean buenos tiempos. 3) Los buenos tiempos crean hombres débiles. 4) Los hombres débiles crean tiempos duros. Y vuelta a empezar. Parece bastante evidente en qué etapa nos encontramos en este momento.

* "El daño que algunos demócratas han hecho al sistema ha sido de consideración, al resaltar una y otra vez, y de mil maneras diferentes, que estamos abocados a aceptar la democracia por ser el menos malo de los regímenes políticos. Esta afirmación no es falsa ni verdadera, sino despectiva y miserable, y en estas consideraciones y otras semejantes suele latir el espíritu que los inspira, más propio del demócrata cínico que del demócrata republicano (se refiere al ciudadano verdaderamente preocupado por la administración pública y dispuesto a echar una mano para mantener su fortaleza) que hoy desgraciadamente hay que decir que es una rara especie en extinción (...) Si no se reactivan los engranajes y las estructuras de nuestras democracias, éstas mantendrán su caída libre hasta su declive definitivo. En la percepción actual que tienen los ciudadanos de sus democracias se manifiesta un notable desencanto y una decepción bastante generalizada por la política y también, como señala Pierre Rosanvallon, la constancia de los gobernados de que 'si bien nuestros regímenes son democráticos, no se gobierna democráticamente' (...) Ni se nos gobierna democráticamente, ni bien". 


Uno de los pocos puntos en los que disiento de Diego es su defensa a ultranza de la democracia como el mejor sistema político. Al lector habitual de este blog no le resultará extraña mi decepción personal con el sistema democrático ya que, aunque teóricamente es el estado político ideal, en la práctica jamás funcionará porque requiere un nivel de educación, compromiso, responsabilidad  y elevación moral del ciudadano medio que nunca ha estado (y, echando un vistazo a la Historia, me temo que nunca lo estará) a su alcance. El propio autor anota que "el mejor aval para una sociedad tolerante es la existencia de ciudadanos virtuosos, que son aquéllos que han profundizado en el conocimiento de sí mismos, luchado contra su pasiones y logrado fortalecer su carácter, adquiriendo la altura de miras necesaria para convivir con los demás en armonía. (...) es la filiación divina del hombre la que nos dota de dignidad." Desgraciadamente, carecemos de una masa crítica de esos ciudadanos. Por ello, sería mejor un gobierno de la aristocracia según la propuesta clásica de Platón en La República : es decir, de los aristos (los sobresalientes), personas sabias, justas y prudentes, que se encargaran de guiar al resto del pueblo, ubicado en un nivel inferior. El gran problema, por supuesto, es cómo se decide quién es lo bastante sabio, justo y prudente para integrar esta elìte.

* "La única lección que deberíamos aprender de una vez por todas es que la Historia nada enseña ni puede ser maestra de nada. Para Aristóteles, la Poesía era superior y más elevada que la Historia porque en tanto que ésta cuenta lo que ha sucedido, la Poesía es filosófica y apunta a lo que debería suceder (...) la poesía mítica enseña lo que le sucede al héroe que desafía el Cosmos ya que su Hybris es en este sentido transgresión y ruptura del equilibrio del universo, que ni siquiera los dioses pueden conculcar". Aquí apela a ir un paso más allá de la racionalidad material, del mero relato de hechos y de datos, que es en lo que se suele quedar la Historia, para apostar por las verdaderas profundidades del espíritu humano, que podemos rastrear mejor en sus sentimientos y sensaciones (Poesía) y en sus pensamientos íntimos (Filosofía). En ese sentido, los mitos nos enseñan lo que sucede cuando sus protagonistas rompen el orden, el equilibrio natural del mundo (el cosmos, en griego) por culpa de su desmesura (hybris) que se traduce en un descontrol de sí mismo con presencia de graves defectos como la soberbia o el orgullo. Así que de ahí sólo hay un paso más para percatarse de que la única salida pasa por trabajar sobre sí mismo ya que "nacemos con carencias originarias importantes, aunque portemos una potencia que, desarrollada, puede elevarnos a las alturas. El hombre en origen es un Epimeteo irredento, olvidadizo, torpe, superficial, débil e iluso, vive semidormido, cada cual en el mundo de sus sueños como sostenía Heráclito, y su situación personal respecto de la libertad es de hemidoulia o semiesclavitud como afirmaba el filósofo cínico Enamo. Por tanto, desde esta situación, la libertad sólo puede presentarse como una conquista que en rigor es personal e íntima (...) el resultado de una lucha interior, por lo que no todos los hombres pueden ser libres de igual manera y en el mismo grado."

Y ahí nos encontramos con uno de los principales tabúes de la democracia: la igualdad, uno de las mayores zanahorias jamás puestas ante las narices de la ciudadanía para conducirla hacia donde sus Amos desean. Ni siquiera en las democracias más avanzadas, o consideradas como tales, existe la igualdad (si acaso, la igualdad de oportunidades, aunque la mayoría de las veces desde un punto de vista meramente teórico) por dos razones. La primera es la insuficiente altura moral de muchos de los responsables del Estado en sus distintos niveles que, al alcanzar cierto grado de poder, caen en la corrupción personal y rompen esa igualdad de los ciudadanos, a menudo haciendo uso de bonitas palabras para disimularlo. Y la segunda y más importante, porque la Naturaleza es, por propia definición, antiigualitaria y exigente. Fija sus reglas y obliga a sus criaturas a competir de forma implacable de acuerdo con estas normas. La igualdad en la sociedad es como la objetividad en el periodismo:  uno debe ser lo más honesto posible y tender hacia ella, pero sabiendo que es un objetivo que jamás alcanzaremos.

* El mal uso del igualitarismo y de otros conceptos por el estilo por parte de demagogos e ideólogos disfrazados de demócratas impolutos conduce al desastre. Lo vemos hoy día con conductas como el "buenismo" o "buen rollismo" que conduce a una injusta tolerancia (como, por ejemplo, la que lleva a defender esos "derechos humanos" que tan imprescindibles parecen en el caso de homicidas o terroristas, pero que se olvidan para las personas que fueron asesinadas por ellos y a las que se privó para siempre de esos mismos derechos) asumida por muchas personas a las que les da miedo la crítica ajena y les horroriza pensar que alguien pueda acusarles de "fachas" o dictadores o, peor, descubrir sus propias fallas. Y, así: "vivimos en gran medida un sueño de falsa tolerancia porque se asienta en la irresponsable complicidad de tolerar lo intolerable para que los demás nos toleren también nuestros errores, nuestras faltas y nuestra propia depravación. Sólo desde este perspectiva es posible entender la tolerancia de las sociedades actuales con la corrupción y con la maldad." De esta manera, "pretendemos acercarnos a la perversidad con la curiosidad de los ojos del científico, lo cual ni aclara la negrura del corazón humano ni nos sirve como admonición para evitar la influencia que pudiera tener sobre nuestras vidas. Al final, lo único que conseguimos con esta actitud es familiarizarnos con la perversidad, como si ésta fuera o debiera ser normal e inevitable, para finalmente transigir con ella y a veces incluso para solidarizarnos y exculpar a los criminales y malhechores. Plutarco recogió la historia de un espartano que al escuchar acerca de la extraordinaria magnanimidad del rey Cratilo con los malvados exclamó: ¿cómo puede ser bueno un hombre que ni siquiera es severo con los malos?"


* En la misma línea hay que entender otras operaciones de imagen (en verdad, operaciones de mucho mayor calado) como la invasión demográfica que sufre Europa en los últimos años con el visto bueno de sus dirigentes políticos, denunciada desde hace años (a veces con un humor sorprendente como se puede observar en esta portada de Der Spiegel, una de las principales revistas alemanas, que ya en 2015 se mofaba como podemos ver aquí al lado del "buenismo" de su canciller federal). Respecto al creciente problema de la inmigración ilegal pero consentida, recuerda el autor lo evidente. Es decir, que "en las democracias occidentales hemos logrado un clima aceptable de convivencia democrática, fruto de una larga historia en la que hemos convenido no imponer ningún dogma a los demás, descartando las costumbres, creencias y ritos más irracionales y dañinos para la dignidad de nuestros semejantes. De ahí que nuestras sociedades sean el refugio de muchos seres humanos, que llegan a las sociedades democráticas sin embargo sin intentar comprender que han de aceptar nuestros usos y principios, como la tolerancia, porque son los únicos que permiten una mínima paz social. Es absurdo, como señala Amelia Valcárcel que una persona prefiera vivir aquí porque tiene condiciones de habitabilidad mayores y no quiera comprender que las tiene porque hemos roto grandes normas que él o ella se obstinan sin embargo en mantener (...) Escapas de tu sociedad porque es inhabitable y la quieres reproducir en otra parte. El respeto a la diversidad de culturas y a todo lo que es diferente no puede llevarnos al disparate de tener que aceptar la homofobia, la ablación o la esclavitud y subordinación de las mujeres que las culturas y religiones de muchos inmigrantes tratan de mantener a toda costa en nuestras sociedades democráticas." Es una advertencia más que se suma a la larga lista de avisos en contra de la multiculturalidad, un invento concebido básicamente para dinamitar la sociedad occidental.

* La república mediocre está llena de anhelos por un tipo de ciudadano capaz de responsabilizarse de su condición de tal, con capacidad para moderarse y controlarse a sí mismo, apto para el sacrificio de sí mismo y no dispuesto a refugiarse un día sí y otro día también "en el placer, entendido sobre todo como aturdimiento e irreflexión." Sin esta clase de personas, todo el sistema a la postre está en peligro puesto que "tantos riesgos como corrían los antiguos sobre cualquier hipotética pérdida de su libertad corren también los modernos, aunque no lo parezca, como es el riesgo de terminar renunciando del todo a la participación efectiva en la cosa pública (...) Una ciudadanía desafectada respecto de los asuntos públicos que se limita a votar y a pagar los impuestos en el mejor de los casos" no puede conducir a nada bueno puesto que "si fallan los órganos de control, y no basta con unas elecciones periódicas (...) se termina asentando y legitimando el dominio de las olgarquías (que no el de la aristocracia) y alejando cada vez más a la ciudadanía de los procesos reales del poder". Es muy clara la observación de Antoine de Saint-Exupéry, recogida por el autor, en el sentido de que "había que haber construido la Estatua de la responsabilidad en Nueva York, al lado de la Estatua de la libertad."

* El ensayo contiene un breve apéndice en el que el autor recoge lo que denomina "metarrelatos de la realidad": un resumen de las líneas principales de las teorías conspiratorias, que reparte en tres niveles. El más básico es el clásico, el de las sociedades secretas malvadas acechando para apoderarse del mundo. El nivel intermedio, que se ha puesto bastante de moda en los últimos años, incluye a grupos de alienígenas malvados que controlarían a esas sociedades secretas. Y el tercero, aún más allá, implica a los mismos dioses -o a entidades cósmicas tan poderosas como para ser consideradas así, en comparación con el ser humano- que manejarían a los alienígenas que manipularían a las sociedades secretas. Un enigma dentro de un interrogante envuelto por una incógnita en medio de un arcano misterio, como quien dice.  Cualquier día le presentaré a Mac Namara para que hablen largo y tendido porque uno de los párrafos del libro podría haber sido redactado por mi gato conspiranoico: "El miedo de esta élite mundial (que controla o aspira a controlar el mundo desde el anonimato) al crecimiento de la riqueza se basaría en que ésta facilita el aumento de la clase media culta, propicia la secularización de la sociedad, extiende la mentalidad crítica y generaliza el conocimiento y la información, todo lo cual dificultaría el control de las mentes necesario para mantener sometido al rebaño humano en la cárcel de frecuencias de la Matrix..." Lo que me recuerda el énfasis que en los últimos años están poniendo todo tipo de políticos, economistas y expertos internacionales en la "necesidad" de ir hacia el decrecimiento en lugar del crecimiento, en ahorrar de todo (energía, dinero, tiempo), en sustituir los actos reales por la impresión de hacer actos reales (desarrollo de las tecnologías virtuales) y, en general, en limitar las opciones y oportunidades de explorar el mundo a nuestro alrededor.


* La conclusión de Diego Quintana de Uña no puede ser, en apariencia, más desoladora: "Todo parece apuntar a que el futuro de la humanidad será tan oscuro y doloroso como sugieren estos metarrelatos, o tal vez peor porque la trágica deriva en la que consiste nuestra Historia, por las leyes de la estadística, no puede llevarnos a una conclusión diferente (...) la ignorancia sobre casi todo nos impide siempre diferenciar lo importante de lo accesorio, el bien del mal y en caso de conflicto algo elemental: tener una mínima certeza en caso necesario para distinguir a los buenos de los malos o a los malos de los perversos." No obstante, ¿alguna vez ha sido diferente? Entre los cuentos sin fundamento que se les repite a los homo sapiens una y otra vez, con especial insistencia en las últimas generaciones, figura esa leyenda azucarada de que tenemos derecho a ser felices (no que podemos ser felices sino que ¡tenemos derecho a ello! Nuestros ancestros deben partirse de risa cada vez que, desde el Otro Mundo, escuchan decir eso a alguno de nuestros contemporáneos), que lo ideal es vivir una existencia cómoda y sin sobresaltos, arropada por el entretenimiento y los placeres materiales... Pero los antiguos nos advirtieron de que Militia est vita hominis super terram o, lo que es lo mismo, La vida del hombre sobre la tierra es lucha. La frase está contenida en la versión bíblica de la Vulgata y subraya el Camino del Guerrero, del cual han hablado tantas tradiciones. Aunque, más que en el plano bélico, hay que entenderlo en el del aprendizaje. Tenemos la fortuna de estar matriculados en una de las mejores escuelas de humanidad del sistema solar: venimos a aprender humildad, compasión, coraje, amor y muchas otras cosas que, sin un cuerpo material y por tanto frágil, resultan inaprehensibles para nuestro ser.

Como apostilla el autor: "Los dioses hacen su trabajo y, si hemos de diferenciar sus promesas más fiables de las mas falaces, todo parece indicar que la primera piedra de toque para saberlo es el sufrimiento. En nuestro mundo-infierno no hay nada 'gratis et amore'. La moneda de pago en el universo es el dolor (...) el sufrimiento puede llevar al despertar y a forjar la conciencia, pero la mayoría de los héroes fracasan en su camino como le sucedió a Sísifo. Sin embargo, aquellos héroes, sabios y santos que lograron desarrollar su conciencia hasta llegar a la excelencia cumplieron estrictamente todos los requisitos establecidos para llegar a la iluminación con esfuerzo y aflicción, por lo que los dioses no pueden privarlos de esta ganancia imperecedera, al estar obligados por esas mismas leyes." 

He aquí la clave: el ser humano que ha logrado conquistarse a sí mismo, no puede ser desposeído de su triunfo, ni siquiera a manos del más poderoso de los dioses.




viernes, 8 de junio de 2018

Siete de diez (de bulo en bulo)

Esta misma semana me llegó a uno de los muchos grupos de WhatsApp a los que estoy esclavizado y que en este caso comparto con una veintena de personas un mensaje de un bienintencionado pero ingenuo conocido. En él se veía a un niño pequeño, dentro de su carrito, junto con el siguiente aviso: "Se lo acaban de robar a una mamá en Barcelona zona Reina María Cristina. Pásalo a todo el mundo!!!" Mi conocido añadía luego que se lo habían enviado pocos minutos antes y pedía máxima difusión para la imagen. Otro miembro del mismo grupo preguntó de inmediato si la noticia estaba confirmada o era un bulo y el primero contestó con un inocentón: "No sé. Me lo ha pasado un amigo de Barcelona hace cinco  minutos... No sé más." Diez minutos más tarde, y presa de un gran azoramiento, reconocía que sí, que era un bulo, adjuntando la imagen que encabeza este artículo, con el aviso de Policía Nacional. Irónicamente, la misma persona que había alarmado a todo el mundo sin pensárselo dos veces reenviando la foto, añadía a continuación este otro mensaje: "Que no os creáis esas mierdas si no son de fuentes oficiales, porque ayer secuestraron al mismo niño en Gran Canaria." Semejante comportamiento me recordó ese momento en el que alguien se acerca a ti, te hace gestos de complicidad y, en voz baja, te dice: "No se lo cuentes a nadie, porque es secreto y me han dicho que no lo divulgue, pero resulta que..." Es decir, lo que la sabiduría popular conoce como "una cosa es predicar y otra, dar trigo". Nadie debería tener el cuajo de pedir a los demás que no hagan lo que él personalmente está haciendo.

Por cierto, bulo es una palabra adecuada -y más breve que noticias falsas- para traducir el término anglosajón fake news, que tan de moda se ha puesto hoy por hoy. Siempre ha existido este tipo de engaños masivos que, cuando yo era un tierno infante en esta misma vida, tenía una variante muy conocida: el de las cadenas postales. Consistía en la llegada al buzón de tu casa de una carta anónima, sin remitente y casi siempre sin remitido también, en la que, mezclando un misticismo trasnochado con veladas amenazas alguien, que nunca quedaba claro quién era, te conminaba a actuar de una manera concreta -rezar no sé cuántos padrenuestros, visitar un número concreto de iglesias, hacer supuestos conjuros sencillos para convocar la buena suerte, etc- y luego además escribir copias para reenviar el mensaje a un mínimo de otras cinco, diez o quince personas porque, si no lo hacías, sufrirías una penalización. "Fulanito de tal hizo lo que decimos y a los tres días le tocó la Lotería. Menganito de tal hizo caso omiso y rompió la cadena y esa misma semana le echaron del trabajo"... A día de hoy, aunque el correo postal está en vías de -acelerada- extinción, este tipo de cadenas continúa, ahora a través de los dispositivos electrónicos, con casos como "reenvía este mensaje a diez contactos y optarás a un iPhone de última generación" o "esta vez es cierto: WhatsApp va a ser de pago a partir del mes que viene, avisa a todos tus conocidos", etc.

Resulta verdaderamente alarmante conocer que la mayor parte de las personas sigue tragándose éstos y otros bulos sin más problemas, pese a que este tipo de mensajes son cualquier cosa menos fiables: suelen ser anónimos y, si citan alguna fuente, no es fiable ni atribuible a un autor real, a menudo están pésimamente redactados y el contenido raya a veces lo grotesco. Hace pocos años, en 2009, la Asociación de Internautas elaboró un estudio sobre rumores y bulos en Internet cuya principal y pavorosa conclusión fue que ¡¡¡el 70 %!!! de los usuarios españoles de la red era incapaz de distinguir una noticia real de un rumor falso. ¿Nos damos cuenta de lo que significa ese porcentaje? ¡Siete de cada diez españoles es incapaz de distinguir la realidad informativa, de diferenciar una información verídica de un invento! ¿Como nos va a sorprender luego lo que sucede en España? Hablamos además de un porcentaje en crecimiento porque el año anterior el número de personas no preparadas para diferenciar los bulos era del 60 %. Me gustaría saber cuál es el porcentaje actual porque me da la impresión de que aquí no se escapa nadie. Yo mismo he caído más de una vez al creerme bulos que tenían una extraordinaria apariencia de verdad. Tenían el color de la leche, olían como la leche, sabían a leche..., pero eran agua coloreada de blanco.

No hace mucho tuvimos un auténtico master de bulos orquestado por los independentistas catalanes y sus palmeros a través de las redes sociales. La avalancha de imágenes falsificadas o mal atribuidas durante la tristemente famosa jornada del 1 de octubre de 2017 fue de tal calibre que hubo quien sugirió con cierta ironía la creación de un nuevo estilo musical para sustituir a la rumba catalana: la bulería catalana. Algunas imágenes eran fácilmente identificables como falsificaciones y buen ejemplo de ello es precisamente la reproducida aquí al lado -a la izquierda el bulo, a la derecha el original- con una estética muy a lo batalla de Iwo Jima. Por cierto que uno de los más activos difusores de estas falsedades es una persona muy relacionada con la música: el antes conocido como José María -hoy, Josep Maria- Mainat, ex integrante del grupo musical La Trinca y productor de cosas como Operación Triunfo (lo que tal vez explica por qué la última edición de este programa la ganó cierta empalagosa y pro independentista parejita, que fracasó de manera memorable en el festival de Eurovisión).

Las mentiras y manipulaciones a través de Internet y, lo que es más grave, de los supuestos medios informativos reales reconvertidos una vez más en vulgares pandilleros de la propaganda, florecieron mucho antes y siguen haciéndolo a día de hoy. Sin embargo, el 1 de octubre supuso un ejercicio de adulteración de la realidad que debería ser estudiado en cualquier Facultad de Ciencias de la Información digna de ese nombre. Entre las imágenes más compartidas para satanizar a los "malvados españoles" y sus "fuerzas de seguridad asesinas" figura la de un niño con la cabeza sangrando gracias a la brutalidad de tres adultos: la de los padres, que se lo llevaron con ellos para que "disfrutara" de la inseguridad de las movilizaciones callejeras y, sobre todo, la del agente que le dio con su porra. El pequeño detalle que se escapó a todos los que viralizaron esta imagen es que no fue tomada en 2017 sino en 2012, durante una carga policial en la huelga general del 
14-N y, más interesante aún, que quien golpeó al niño no fue un policía nacional ni un guardia civil sino un mosso d'Esquadra, es decir, un agente de la policía autonómica catalana. Aunque hoy los independentistas catalanes publiquen una y otra vez en sus medios y sus redes sociales que se enorgullecen de "su" policía autonómica, lo cierto es que se trata de uno de los cuerpos de seguridad con peor fama no ya de España sino de los países europeos occidentales, debido a los sucesivos casos de brutalidad policial, con muertes incluidas en algún caso, que han protagonizado en los últimos años. Fotos como las de este chaval herido se multiplicaron en las cuentas de Facebook, Twitter e Instagram de los independentistas catalanes, escandalizando a todos aquéllos que se dejaron escandalizar por no comprobar el verdadero origen de estas imágenes. Y para muestra, un par de botones más: un minero en Madrid herido en 2012 y una muchacha de Chile enfrentada a un antidisturbios de ese país durante una movilización del 11 de septiembre (Cataluña no es el único punto del mundo donde
 sucedieron cosas justo en esa fecha) se convirtieron en "patriotas" catalanes frente a la "brutalidad" española. En el segundo caso, tiene especial gravedad el hecho de que el individuo que distribuye la imagen es nada menos que Ramón Tremosa, un eurodiputado independentista catalán oficialmente adscrito al Partido Demócrata Europeo Catalán (el actual nombre de las huestes de Pujol, Mas y Puigdemont). Si el señor eurodiputado es capaz de mentir a su parroquia en redes sociales con una imagen tan fácilmente desmontable como la que publicó (antes de buscar en Google la imagen, no hay más que fijarse en el equipo que porta el antidisturbios y en sus rasgos indígenas para sospechar que la foto no fue tomada en España), podemos imaginar cuántas mentiras más
puede haber ofrecido sobre cosas más importantes y cómo de fiable puede ser este individuo en un cargo político... Pero mucha gente se tragó todas estas cosas, independentistas y no independentistas, porque ya hemos visto que siete de cada diez españoles (y tiendo a pensar que no sólo españoles, sino europeos en general porque el problema no es de este país sino de la sociedad occidental contemporánea) son incapaces de distinguir rumores falsos de noticias reales. Probablemente sean más. No hay más que ver la cantidad de tonterías que asaltan nuestros ojos en cuanto damos un pequeño paseo por cualquier red social...

La manipulación no se limita a hechos políticos puntuales. Así, existe una grosera adulteración de la realidad para "sensibilizar" a la sociedad hacia determinadas políticas o "maneras de ser" que son las que los Amos dictan como correctas y que deben ser seguidas por los obedientes borregos con vistas a asegurar la lealtad del rebaño aunque a la larga las consecuencias de esa manera de actuar conlleven la destrucción de su ecosistema ganadero. Como sucede por ejemplo con los empleados de grandes centros comerciales que trabajan como cajeros y a los que los jefes les obligan a enseñar a los clientes cómo pagar ellos mismos sin necesidad de cajeros..., para el día de mañana poder echar a los empleados tranquilamente. Véase el caso
de un joven senegalés llamado Abdou Diouf que fue subiendo a su cuenta de Instagram diversos selfies de su peligroso viaje hacia el "rico y próspero" Occidente. Desde Senegal llega a Marruecos en un camión. Luego cruza el Estrecho en una patera. Alcanza las costas españolas y huye de la Policía junto con sus compañeros hasta que por fin logra llegar a su destino en una ciudad española. Muchos usuarios de Instagram siguieron las peripecias de este hombre y dejaron comentarios animándole a llegar o bien invitándole a volverse a su casa. Varios periodistas se fijaron en el perfil y empezaron a seguir también aquella dramática carrera hacia el "sueño español". Algunas de las imágenes son interesantes y de indudable atractivo periodístico...

Qué lástima que sea todo mentira. Otra mentira de las redes sociales. 

En realidad Abdou Diouf nunca existió. Bueno, sí: existe una persona llamada así, que es el actual secretario general de la Organización Internacional de la Francofonía aunque ocupó cargos más importantes como primer ministro de Senegal y también como presidente, sucediendo nada menos que a Leopold Sedar Senghor, el primer presidente de este país africano y uno de los grandes líderes de las independencias negras durante los años sesenta. Pero la ironía de utilizar el nombre de un presidente de Senegal para llamar a un inmigrante fantasma está fuera del alcance de la inmensa mayoría de usuarios de las redes sociales que, a día de hoy, saben más sobre las dinastías Stark y Targaryen o sobre cuántas ciudades norteamericanas cuentan con equipos de CSI que sobre historia y geografía del planeta Tierra. Y eso que disponen de acceso a más información que cualquier persona común en cualquier otra época de la humanidad, aunque parece que no saben (ni suele interesarles) utilizarla. También podría haber llamado la atención el hecho de que alguien que se está jugando la vida en un viaje de este tipo no debe tener muchas ganas para andar jugueteando en Instagram, posando de sonrisa en sonrisa. Y posiblemente ni siquiera tenga un teléfono que le permita hacer eso, visto que es tan pobre que tiene que emigrar de esa manera tan peligrosa...

El caso es que el simpático y osado inmigrante ilegal que aparece en las imágenes era un actor de una campaña publicitaria para promocionar el festival de fotografía Getxophoto. Con la justificación de que "Occidente no sabe lo mal que lo está pasando esta gente y etc.", este certamen aceptó la idea de unos estudios creativos para lanzar una campaña en la que según reconocieron los autores de la misma en una entrevista "buscábamos esa contradicción de la veracidad ya que fuera del marco de la imagen cada uno puede crear su propia ficción". Y la ficción se rodó en 30 kilómetros a la redonda alrededor de Barcelona, en un sólo día, con un solo teléfono e introduciendo "unas pequeñas trampas" para que la gente se creyera que el periplo era cierto, incluyendo el envío del perfil a los periodistas antes citados para que se interesaran por la historia, sin contarles que era mentira.  

Siete de cada diez.

También en relación con la inmigración ilegal pero desde otro punto de vista más dramático, una foto muy famosa y distribuida hasta la náusea (precisamente para favorecer las políticas de inmigración masiva hacia los países de la Unión Europea) en la modalidad que podemos ver aquí o en otros ángulos, tanto en los informativos televisivos como en los medios de papel o digitales, fue la del niño sirio de tres años Aylan Kurdi. Murió ahogado junto a su hermano de cinco años y su madre, además de otra docena de inmigrantes sirios que trataban de alcanzar Grecia a bordo de dos botes, y su cuerpo apareció luego en una playa turística cerca de la ciudad de Bodrum. Se publicaron muchos dibujos de homenaje, tanto de humoristas gráficos conocidos como de gente anónima, se hicieron varias esculturas gigantes de arena con su imagen, el grupo U2 (Bono es un asiduo a este tipo de cosas) modificó una de sus canciones para rendirle homenaje... Hasta tiene su propia entrada en una 
de las enciclopedias menos fiables del mundo y, sin embargo, de las más consultadas: la Wikipedia... ¡Qué distinto tratamiento tuvo esta otra foto adjunta, que fue prácticamente vetada en los grandes medios de comunicación (y en los pequeños) y contra cuya distribución se pronunciaron agria y abundantemente los mismos que habían reproducido hasta la extenuación la del pobre Aylan! En este caso se trata de una niña muerta, cubierta por una manta térmica, junto a su muñeca. Las redes sociales se poblaron, de pronto, de una auténtica muchedumbre de "almas sensibles" que exigían retirar la imagen por respeto para la familia de la niña, cuyo nombre ignoramos y a la que no se ve en ningún momento, no como en el caso de Aylan, de cuyo cuerpecito fueron distribuidas varias tomas diferentes. En este caso se trata de una de las víctimas del atentado islamista de Niza, un año después del naufragio de Turquía, cuando un tunecino conduciendo un camión de carga de 19 toneladas mató a 85 personas e hirió a más de 300 que se habían congregado en esta ciudad de la Costa Azul durante los festejos del Día Nacional de Francia. La clave es la misma que en el naufragio turco, pero a la inversa: el autor del atentado era un inmigrante musulmán y, de la misma forma que en un caso se podía y se debía airear por doquier las "malvadas" políticas de la "insolidaria" Europa, ahora tocaba ocultar a las víctimas para disimular en la medida de lo posible este nuevo fracaso de la llamada multiculturalidad. Por cierto que dos de mis colegas en la Universidad de Dios podían haber fallecido allí, porque tenían intención de pasar el día precisamente en la zona donde se produjo el atentado. Para su fortuna, había tanta gente que decidieron irse..., y así salvaron su vida.



Este artículo podría ser mucho más largo. Podría ser incluso un libro. Así que vamos a terminarlo aquí con otro caso muy conocido de manipulación y, el que quiera más, que bucee en Internet. Esta vez se trata de la famosa niña que sufre por culpa de la guerra y quiere ahorrar los horrores del mundo a su muñeca, tapándole los ojos. Esta historia es hasta divertida, en realidad. Aunque se ha ubicado a la pequeña reiteradamente en diversos escenarios bélicos, sobre todo en Siria o en los territorios palestinos, y su imagen ha sido compartida cientos de miles de veces durante los últimos años por gentes que se sienten compasivas, sensibles y muy buenas personas por el mero hecho de viralizar fotos así, resulta que la niña vive en la zona de Bursa en Turquía y nunca ha padecido los horrores de la guerra. La fotografió un compatriota suyo llamado Fatih Özenbaş en el año 2007, cuando ella sólo tenía dos años, como parte de un reportaje fotográfico sobre la pobreza en su país. Pero la verdadera historia de esta imagen sólo se ha conocido en los últimos años, a partir de 2014, según ha declarado el propio fotógrafo en algunas entrevistas, muy sorprendido de que casi a diario le contacte alguien para preguntarle por el paradero de la muchacha. Según Özenbaş, españoles,  argentinos e italianos son los principales interesados por saber más acerca de ella. Ahora bien, la verdadera razón de que tape los ojos a la muñeca 
es, de acuerdo con su relato, que aunque la niña era muy pequeña comprendió que iban a hacerle a una fotografía y no quiso que su muñeca, sucia, vieja y con los ojos estrábicos saliera en la imagen. Es decir: en realidad no le estaba tapando los ojos sino toda la cara, seguramente porque se avergonzaba de tener un juguete tan deteriorado. El fotógrafo que la inmortalizó nunca ha sido reportero de guerra, sino que se ha dedicado a tomar imágenes de la naturaleza para medios como National Geographic. Sus fotos tuvieron tanto 
éxito que, poco después, le regaló una muñeca nueva a Zeliha y, con el tiempo, se hizo amigo de su familia e incluso se convirtió en una especie de padrino para ella llevándole ropa y comida regularmente. El aspecto actual de la niña, que tiene ya 13 años, no tiene mucho que ver con el que ofrecía cuando fue fotografiada por primera vez, como se puede apreciar en la imagen adyacente.

Visto todo lo cual, creo que esta vez no hace falta llamar a Mac Namara para sacar conclusiones acerca de la credibilidad que podemos dar, en líneas generales, al enorme volumen de información que nos anega a diario. Sólo tenemos una defensa: nuestra racionalidad, aplicada desde un alto nivel de vigilia. Y sólo podemos ejercerla desde un autodominio mental difícil de alcanzar y aún más de mantener pero imprescindible si aspiramos a salvar nuestro pellejo. 

No me resisto a una última imagen que simboliza todo lo anterior: la diferencia entre hacerle un mal gesto a la prensa o confirmarle, orgullosamente, que ya tienes tres hijos, depende sólo del ángulo de la foto...












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