Alguien me comentó el otro día que no podía quejarme porque "con la cantidad de cosas que están pasando ahora mismo en el mundo, tienes material para escribir diez blogs". La verdad es que si uno echa un vistazo a los medios de comunicación y se deja estremecer por el menú de sucesos, hay temas de análisis para dar y tomar: desde el jueguecito de "pa-chulo-yo-que-la-tengo-más-grande-que-tú (la bomba)" que mantienen el "pelucas" de Donald Trump y el "duro" Kim Jong Un, hasta los terrorismos varios y especialmente los atribuidos a radicales musulmanes que periódicamente culminan sus sangrientas ofrendas al depravado Moloch, pasando por la lenta destrucción de Europa impulsada entre otros destacados dirigentes por Angela Dorothea Kasner (más conocida para el mundo como Angela Merkel gracias al apellido de su primer marido) o los sucesivos empujones hacia la definitiva catástrofe de Venezuela por parte del desnortado Nicolás Maduro, sólo por citar algunos de carácter internacional. Para qué meternos en el fango nacional, con la corrupción como deporte favorito de todas las formaciones políticas, aunque el Partido Popular encabece el medallero merced a su mayor presencia en puestos de poder... Sin embargo, la verdad es que cuando puse en marcha esta aventura no lo hice pensando en analizar ninguna información de actualidad. De hecho, a veces me parece que no soy demasiado bueno en esa tarea (aunque sí dispongo de buenos asesores, entre los que destaca en primerísimo lugar mi querido gato conspiranoico Mac Namara).
En realidad, uno de los principales objetivos de esta bitácora fue desde el primer momento el de encontrar publicación para distintos asuntos que me interesaban particularmente y que, tal y como anda el mundo, resultaba difícil publicar en otro lugar (no imposible, pero sí difícil y, con todos los frentes que tengo en marcha desde hace años, me resultaba inabarcable -y tonta- la tarea de perder tiempo dedicándome a buscar algún sitio donde hacerlo, pudiendo dirigirme directamente al público a través de Internet..., aunque hasta ahora no haya cobrado ni un duro por los más de 700 artículos aparecidos en este espacio). Básicamente, poder escribir de todo, según mis apetencias de un momento para otro... Hay que tener en cuenta que Fácil para nosotros es complicado de mostrar en diez minutos para los no iniciados. Ponte a explicarle a un recién llegado todo lo de la Universidad de Dios, mis reencarnaciones y mis viajes desde esta aparente realidad a la de verdad, donde están Walhalla y muchas otras cosas de las que no puedo hablar aquí. Y, luego, alguien que me conociera por mis libros y llegara al blog para leer sobre ellos o para echar un vistazo a los microrrelatos, de repente se escandaliza al encontrarse con las conspiranoias de Mac Namara (sigo sin comprender por qué tantos aficionados de la literatura fantástica odian, literalmente, todo lo que huela a conspiración, esoterismo o "más allás"). No olvidemos a los que venían buscando historias de periodistas y se desencuadernan al leer acerca de versiones alternativas de la Historia o de la Salud...
Todo eso y algo más forma parte de este sitio, como saben mis lectores más veteranos, que tienen el gran mérito de no haberme mandado a paseo hace tiempo porque -albergo la esperanza- han comprendido que la esencia de Fácil para nosotros es la Libertad (siempre indisociablemente ligada a la Responsabilidad). Ésta es una de mis palabras favoritas de esta vida y de las anteriores: creo que me ha acompañado siempre. La he escrito con mayúscula porque quiero diferenciarla del concepto minimizado con el que se maneja en la actualidad en tantos foros. Bueno, cuando se maneja, porque cada vez hay más prohibiciones más o menos solapadas por todas partes y se puede hablar de menos cosas y con mayores restricciones.
En ese sentido, me hace mucha gracia el actual debate acerca de la "postverdad" y las "fake news" impulsado últimamente por los grandes medios de comunicación tradicionales, que se ven amenazados por pequeños pero activos grupos de informadores alternativos, como si ellos mismos no hubieran incurrido en engaños a la población una y otra vez. De hecho, la historia del Periodismo, en buena medida, es la de la Publicidad: está pasando esto, pero nosotros te contamos esto otro, que nos interesa más. Nos lo han explicado muchas veces maestros como George Orwell ("Muy pronto en la vida me di cuenta de que un acontecimiento nunca es relatado correctamente en la Prensa"), Oscar Wilde ("La diferencia entre Literatura y Periodismo es que la primera no la lee nadie y el segundo es ilegible"), Marshall McLuhan ("El contenido de un medio de comunicación puede compararse a un sabroso filete que el ladrón ofrece al perro guardián del espíritu para adormecer su atención") o Manu Leguineche ("Los buenos momentos del Periodismo tienen siempre algo que ver con esta regla tan cínica y cruel que define el valor de la noticia: 'más vale un perro muerto en la Gran Vía que cinco mil indios muertos en una inundación'").
Las histéricas peticiones de control sobre lo que se publica, también a través de Internet, no son más que la aplicación moderna (con un barniz supuestamente democrático y paternalista ilustrado del tipo "protejamos-a-los-ciudadanos-de-cosas-e-ideas-malas") de aquella pregunta que se hacía Lenin, uno de los principales responsables del régimen más criminal de la historia de regímenes criminales del siglo XX: el comunismo soviético. Se planteaba el congestionado Vladimir (ahora que lo pienso, se llamaba de manera similar a Vlad Tepes, el Empalador): "¿Para qué autorizar la libertad de prensa? ¿Por qué el gobierno debe permitir que le critiquen cuando hace lo que cree que debe hacer?" Luego, mandaría cerrar todos los medios de comunicación que no comieran de su mano y, si era preciso, pegarle un tiro a los periodistas díscolos. Después de Lenin, muchos hicieron igual que éldespués de Lenin (incluso muchos, en apariencia, demócratas), aunque en los últimos decenios no hizo falta llegar a esos extremos: bastaba con comprar el medio y cambiar la "línea editorial" para que se publicara sólo lo que interesaba publicar. En última instancia, lo más sencillo era montarle un escándalo al periodista que no se dejara manejar (para quitarle credibilidad e importancia a lo que pudiera contar) o simplemente despedirle.
Entonces llegó Internet y lo cambió todo. Para bien y para mal. Desde el punto de vista informativo, lo bueno es que facilitó la publicación de un interesante conjunto de noticias que jamás habrían llegado al dominio público de otro modo. Lo malo es que incrementó de tal manera ese volumen disponible noticias que éstas terminan por aplastar a la mayoría de la gente que trata de orientarse entre la maleza. También hizo necesario, más que nunca, la labor del periodista -que, básicamente, es un ente especializado en escarbar, seleccionar, ordenar y mostrar información- pero a estas alturas un porcentaje preocupantemente alto de colegas han sido modelados y condicionados de tal forma por el entorno socioeconómico y político de estos comienzos del siglo XXI que han perdido parte de las capacidades que se les presupone. Han sido capados por ese velo siniestro y sutil que se llama autocensura, cuando no están directamente al servicio de los poderosos (ojo, que nadie cometa el error de identificar a los "poderosos" con los que gobiernan).
Así que, con la excusa de "vamos a impedir dar publicidad a los radicales", las grandes empresas que monopolizan la distribución de información a nivel mundial han puesto o van a poner en marcha todo tipo de controles para reforzar las normas vigentes en la actualidad para decidir sobre qué se puede hablar y sobre qué no. Y, en el caso de aquello que se puede contar, cómo hay que hacerlo. Es curioso, porque la gente que está tan preocupada sobre la distribución de noticias falsas, sobre todo en Internet, suele ser la misma gente a la que le da igual, por poner un par de ejemplos, la actual "barra libre" de webs de pornografía (con todo lo que tiene de degradante, en especial para las mujeres) o en las de apuestas (todos los ingenuos que piensan que "una pequeña apuesta de vez en cuando no hace daño a nadie" sin considerar que muchos de los que empiezan así terminarán cayendo en la ludopatía -y la ruina personal que conlleva- son los mismos que seguramente piensan que "un porrito de vez en cuando no hace daño" sin considerar que es el paso previo al consumo de drogas más duras -y sin contar los propios efectos sobre la salud mental de la marihuana, explicados por varios estudios en los últimos años-).
Es esa contradictio a terminis tan asombrosa pero tan corriente en nuestra desquiciada sociedad moderna donde una cadena de televisión ha tenido recientemente la desfachatez de presentarse como defensora de chavales acosados en el colegio con un programa presentado por un tipo muy popular, cuando desde hace años la misma cadena mantiene en su programación en horario infantil uno de los programas más vergonzosos de la telebasura contemporánea en el que hombres y mujeres son reducidos al papel de meros esclavos sexuales.
Veamos un ejemplo sobre cosas que suceden en el mundo y de las que nadie nos habla, o nos habla a medias. A menudo encontramos en los medios occidentales tristes historias de personas marginadas, empobrecidas y violentadas por ser de raza negra o provenir de países "pobres"..., mientras que sistemáticamente se ocultan los casos de personas a las que les sucede igual, con la única diferencia de que son de raza blanca o provienen de países "ricos". Algunos casos recientes:
* Todos los medios de comunicación publicaron la dramática imagen del niño sirio Aylan, ahogado en una playa de Turquía, pero ¿cuántos publicaron la de la niña francesa no identificada cubierta con una manta térmica al lado de su muñeca, asesinada en el atentado de Niza? Si a alguno de los lectores de este artículo no le suena la segunda foto, ésta es la mejor prueba de lo que estoy diciendo. Por cierto, me niego a publicar aquí ninguna de las dos para dar morbo: al que le interese, que utilice San Google para buscarlas.
* Hemos visto casos de policías blancos matando a personas negras en EE.UU. pero ¿quién habla de los casos de policías negros matando a personas blancas (o de policías negros matando a personas negras)? El año pasado vimos en todos los informativos de televisión el video en el que dos policías blancos mataban a una persona negra, Alton Sterling, tras un altercado en Baton Rouge, Luisiana, al sur de EE.UU. pero ¿cuántos de los presentes en la sala ha visto el video en el que dos policías negros, también el año pasado, matan a tiros a un niño autista blanco de seis años llamado Jeremy Mardis, en Marksville, también Luisiana, en una persecución policial?
* Los movimientos civiles de derechos impulsados desde EE.UU. han incidido a menudo en el "orgullo afroamericano" que ha ensalzado la figura de personajes como Martin Luther King o movimientos como el Black Power, llegado a veces a extremos tan ridículos como afirmar (a día de hoy sucede en algunos centros educativos norteamericanos) cosas como que Aníbal el cartaginés era de raza negra porque el imperio de Cartago se extendía en el norte de África. Algo que no merece ni un comentario... Pero está bien que las personas negras estén orgullosas de serlo. De hecho, nadie les recrimina por ello ni les llama racistas y xenófobos. Sin embargo, si alguna persona blanca muestra una actitud similar, ya sabe lo que le espera... Véase lo que ha sucedido, sin ir más lejos, con una de las últimas campañas publicitarias de la marca Nivea, cuyo título era White is purity (El blanco es pureza) relacionando el color de su crema con la pureza y el brillo de la piel humana para la que estaba destinada. Una asociación perfectamente lógica para el producto y en la que difícilmente podría verse una intención maligna pero..., políticamente incorrecta según todos los creadores de opinión que se echaron encima de la marca y le obligaron a retirar la campaña.
* Citemos otro país: Suráfrica. ¿Quién no ha oído hablar del apartheid, el régimen racista que separaba entre blancos y negros y privilegiaba la presencia de los primeros violentando a los segundos? Seguramente todos tenemos una idea sobre ello aunque, a tenor de lo que suele opinar el personal, sea insuficiente. Por ejemplo, pocas personas saben que Suráfrica fue una creación exclusiva de los bóers, colonos blancos de origen centroeuropeo que, cuando llegaron a la zona, sólo encontraron tierras deshabitadas a excepción de algunos grupos reducidos de bosquimanos, a los que dejaron en paz. Fueron los bóers y sus descendientes (africanos blancos) los que labraron las tierras, construyeron ciudades, desarrollaron el país y lo convirtieron en un polo de atracción para africanos negros (bantúes, zulúes, xhosa y otros) que llegaron más tarde y mantuvieron largas guerras contra los bóers para arrebatarles las tierras. Fueron éstos quienes ganaron..., hasta que se se metió por medio el Imperio Británico. Es una larga pero muy interesante historia que en otro momento se puede contar. Pero he aquí el dato que quería aportar ahora: recientes estimaciones afirman que, desde el final del apartheid en 1994 hasta el día de hoy, varias decenas de miles de bóers han sido atacados por el simple hecho de ser blancos y 3.000 han sido asesinados (se les considera el grupo humano con mayor porcentaje de asesinatos: 310 por cada 100.000, lo que se puede comparar con 3 de cada 100.000 en una gran capital como Londres). La situación es tan terrible que unos 850.00 surafricanos blancos han emigrado (eufemismo para huido), la mayoría hacia Australia o el Reino Unido. Nelson Mandela, del que siempre se nos ofrece una imagen beatífica a pesar de su terrorífico -y, en Occidente, generalmente desconocido- curriculum personal, fue uno de los promotores de todo esto.
Con estos apuntes no se trata de criminalizar a nadie (y si alguien así lo ha pensado, que revise su mente, ya que ha sido ya infectada con el politicocorrectismo que paraliza la mente racional) sino de recordar lo obvio, lo que todos los días se nos olvida: gente buena y gente mala la hay en todas partes, de todos los sexos, con todos los colores, de cualquier edad. Y es nuestro deber personal e inalienable tener eso siempre presente a la hora de recibir las noticias que nos trasladan los medios y pensar, analizar y razonar esa información antes de tragárnosla sin más. De hecho, más que una obligación, esta actitud es cada vez más una necesidad, si queremos sobrevivir en estos tiempos de la decadencia.
Pero quizá es mejor que sigamos hablando de esto otro día, porque si profundizo demasiado de una sola vez, alguien terminará encerrándome en el baúl de los "radicales", si es que no me han metido ya y todavía no me he enterado, que todo es posible...