Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Mi mamá me mima

En mi actual reencarnación, disimulo mis estudios en la Universidad de Dios trabajando como periodista a la vez que voy publicando en los libros las cosas que se me ocurren, así que por fuerza necesito tragarme todos los días, como si fuera un pavo, una ingente cantidad de información de diversos medios de comunicación. La mayor parte de esa información pasa sin pena ni gloria, deglutida con rapidez por mi mente y expulsada con mayor rapidez aún por algún lugar de mi intelecto (creo que mientras estoy durmiendo: así tengo los sueños que tengo: en gran pantalla y technicolor, y con más aventuras que todas las pelis de Indiana Jones y 007 juntas), porque tampoco merecen mucho más la pena.
Entre mis escasas debilidades periodísticas, figura la sección de La contra en el diario La Vanguardia que, por lo demás, tampoco es que sea uno de mis favoritos (en realidad, no tengo periódicos favoritos, sino secciones favoritas de periódicos). Esto es por las entrevistas con gente rara que aparecen allí de vez en cuando, como la que a mediados de octubre publicaron con Bert Hellinger, un tipo peculiar. Hellinger es un exmisionero católico alemán que exploró los caminos de la filosofía, la teología, la pedagogía y finalmente la psicoterapia. A sus 83 años, se le conoce como el "Padre de las constelaciones familiares". No, no es el progenitor de una saga de estrellas televisivas ni tampoco se dedica a levantar cartas astrales: ése es el nombre con el que ha bautizado su sistema de "aproximación y resolución de conflictos psíquicos" basado en la conexión con la madre. Acomplejados con el síndrome de Edipo, abstenerse. Escojo y resumo algunas de las respuestas más interesantes de Herr Hellinger, en la entrevista de La contra: * La figura materna moldea nuestra psique, está en el fundamento de nuestra felicidad, afirma con rotundidad. Brillaremos (tendremos éxito en la vida, irradiaremos alegría, la gente nos querrá...) si estamos en buena conexión con nuestra madre, si la aceptamos como es y la tenemos bien integrada psíquicamente con independencia de que nos guste como es (o como fuera) o como deje de ser. En el caso de fracasos en la vida personal y profesional, siempre aparece la misma causa profunda detrás: desconexión con la madre.
* Como misionero en África, junto a los zulúes, asegura que nunca vio a un niño irrespetuoso con sus padres o sus mayores en general, ni siquiera con sus antepasados. El respeto a los que nos precedieron sí es un signo de civilización. No como en el decadente mundo occidental actual donde en la actualidad no sólo se considera, de manera absurda, la juventud como un valor en sí misma, sino que se desprecia sistemáticamente la experiencia y el conocimiento acumulado por nuestros mayores (a los que se encierra entre cuatro paredes o se les impone la patética misión imposible de portarse como jovencitos ¡a su edad!).
* La madre es elemento fundamental en la terapia de Hellinger porque, dice, "nos conecta a la vida" mientras que el padre "nos conduce a la vida social". Por eso es tan importante para el buen desarrollo de la persona tener a ambos sexos orientándole. Y en el caso de que los padres se separen como pareja, los hijos no sufren graves consecuencias si ellos son capaces de seguir desempeñando sus respectivas funciones de padre y madre, aunque ya no sean marido y mujer. El problema es que resulta muy complicado (no imposible, pero sí muy complicado) hacer una cosa sin la otra. Y muchos niños acaban absorbiendo las rabias de sus progenitores y devolviéndoselas a ellos en forma de rabias, agresividad, etc.
* Un punto de vista curioso acerca de la anestesia epidural y la cesárea: afirma que ambos métodos "hurtan al niño su primera oportunidad de luchar y su gran ocasión de obtener una victoria en esta vida" con lo que una persona que comienza así en la vida lo tiene más complicado después para imponerse y encontrar su lugar en el mundo. Supongo que cualquier madre que lea algo así pensará enseguida: "Qué listillo, éste. Si tuviera que pasar los dolores de parto seguro que no pensaría igual". Pero sí es verdad que esos dolores parecen haber ido in crescendo en nuestra sociedad contemporánea progresivamente acostumbrada a las comodidades de todo tipo. Todos conocemos el ejemplo de la mujer asiática embarazada que está trabajando en el arrozal y de repente se para sólo para dar a luz y luego seguir trabajando como si tal cosa. Éste es Herr Hellinger: tiene cara de estar recordando un chiste graciosillo

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