Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

martes, 25 de mayo de 2010

Los estafadores

Leer un diario, hoy, o escuchar un informativo de radio, o ver un informativo de televisión es hacer serias oposiciones a caer enfermo de rabia y/o depresión ante el panorama que se nos presenta. Hagamos un pequeño y lamentable recuento:

1º) Un gobierno lleno de inútiles y obedientes esclavos a los que les da igual desdecirse de un día para otro en su constante esfuerzo para asegurar nuestro "bienestar ante unas circunstancias inesperadas" que se han materializado porque ellos mismos las convocaron.

2º) Un Parlamento lleno de verduleras faltonas en lugar de políticos serios y trabajadores, entre los que no se adivina ningún sustituto de calidad para los inútiles del punto anterior.

3º) Un caradura gimoteante (cuya mujer por cierto debe ser la política española que acumula mayor número de cargos oficiales -con sus respectivos sueldos- en este momento en toda España) encargado del gobierno de cierta región con ínfulas de ser algo que jamás ha sido utilizando a toda la clase política de su tierra para presionar sin vergüenza (también se puede escribir todo junto) para que todo un Tribunal Constitucional (a propósito ¿dirigido? por una acreditada incapaz para hacerlo reaccionar en tiempo y forma) falle a su favor aunque no tenga razón.

4º) Unos jueces que igual libran a un violador porque la violada "iba provocando" que consideran el "buen comportamiento" de un condenado por ¡terrorismo! para que le puedan dedicar una calle.

5º) Un jefe de la patronal ¡con sus empresas quebradas! y unos líderes sindicales cuya mayor preocupación no son los trabajadores a los que se suponen defienden (imagino que habrá sindicalistas honrados en alguna parte: mi experiencia personal en distintas empresas es desoladora porque sólo he encontrado a los que no lo son) es que el Estado (o sea, usted y yo, y todos los demás) les sigamos pagando un sueldo público por su cara bonita.

Y así podríamos seguir, punto tras punto, hundiéndonos en el abismo de la desesperanza..., y eso que me he limitado a escoger sólo puntos patrios y no entro a considerar los millones muertos por hambre o guerras, las amplias zonas del planeta contaminadas y arrasadas, la soberbia del clan financiero mundial que sigue campando por sus respetos y riéndose de todos los ciudadanos que exigieron un "mayor control de los mercados" tras el comienzo de la crisis mundial, etc.

He escuchado y he leído en las últimas horas a muchas personas, desde comentaristas políticos con criterio hasta simples participantes en foros de Internet el argumento de que "nos merecemos un gobierno mejor, una clase política mejor, unos líderes sociales mejores".

¿Nos los merecemos, de verdad?

¿Nos los merecemos nosotros, los trabajadores españoles que en su mayoría tratamos de estafar a las empresas en las que trabajamos comprometiéndonos lo menos posible con ellas y arañando todas y cada una de las ventajas que nos puedan dar eludiendo las responsabilidades y deberes que nos pidan asumir? ¿Nos los merecemos nosotros, los empresarios españoles, que en su mayoría tratamos de estafar a nuestros trabajadores y a nuestras autoridades tratando de hacer dinero fácil, arriesgando lo menos posible y haciendo las cosas como "nos da la gana hacerlas" en lugar de como exigen el mercado y la experiencia? ¿Nos los merecemos nosotros, los consumidores españoles, que en su mayoría tratamos de estafar a todo el que se ponga por delante cuando se trata de acumular posesiones materiales (que, por cierto, tan a menudo no necesitamos en realidad) e incluso intentamos cambiar "por defectuoso" cualquier objeto que hemos estropeado por descuido o ignorancia? ¿Nos los merecemos nosotros, españoles en general, que tanto nos ufanamos de nuestras fiestas y nuestras siestas y de lo poco que nos gusta cumplir con las obligaciones y de la habilidad que tenemos para endosarle el muerto a otro, para estafarle? ¿Nosotros, españoles en general, que somos incapaces de reconocer el talento y el esfuerzo personal de alguna rara avis que nace en este nido y es capaz de volar y triunfar, y al que, en lugar de apoyar, inmediatamente que levanta el vuelo le damos caza con rabia y envidia, estafándonos a nosotros mismos porque ése que había sido capaz de superarse más tarde podría enseñar a otros de entre nosotros a hacer lo mismo?

Los españoles somos, por desgracia, un pueblo de estafadores (no es lo peor que podríamos haber sido, de todas formas: otros pueblos padecen defectos aún más terribles). Siempre lo hemos sido, buscando el mayor "dame" a cambio del menor "ten". Este vicio nuestro, como otros, era antigüamente equilibrado por virtudes que compensaban la situación y nos permitían de alguna forma salir adelante. Virtudes que, a día de hoy, nuestro decadente sistema de vida ha logrado eclipsar casi por completo a nivel nacional, aunque pervivan excelentes excepciones. Lo más dramático en la situación de un estafador es que no comprende que el primer estafado es uno mismo porque nadie, absolutamente nadie, puede engañar a la Naturaleza y aquél que la hace siempre la paga, aunque tarde mucho tiempo (según nuestra forma de medir el mundo) en hacerlo.

Es por tanto normal, es lo lógico, que de un pueblo de estafadores nazca una clase política de estafadores.

Nasrudin me contó esta mañana la siguiente anécdota: un día un hombre fue a ver al doctor porque se sentía realmente mal. El doctor le examinó y le recetó una serie de consejos: "deja de fumar, de beber alcohol, deja de salir hasta altas horas de la madrugada, deja de ir con mujeres..., deja todos los excesos y vive de manera prudente y tranquila si quieres, no sólo recuperarte, sino además no recaer". El hombre escuchó atentamente y luego se levantó y abandonó la habitación. El doctor se levantó de inmediato y le siguió gritando: "eh, no me has pagado por mis consejos" y el hombre respondió: "es que no pienso seguirlos".

Mucha gente clama al Cielo pidiendo justicia ya. Pero es probable que si alguien allí respondiera de inmediato a esta exigencia esa misma gente, al ser colocada en el sitio que verdaderamente le corresponde, estaría mucho peor que antes de presentar su reclamación.

2 comentarios:

  1. Ahora te cuento yo una de los sinvergüenzas de la Cámara de Comercio de Madrid, que por un libro que publiqué el año pasado han decidido cobrarme un impuesto por la jeta de 3 euros y pico.

    Este "impuesto revolucionario" me lo colocan: 1º) sin ser miembro yo de la Cámara ni haberlo solicitado, 2º) sin darme ABSOLUTAMENTE NADA A CAMBIO. Y consultado mi asesor eoonómico me dice que es perfectamente legal y que si no lo pago lo comunican a Hacienda para embargarme la cuenta.

    Mi queja no es obviamente por la cantidad, sino por la manera de actuar de estos piratas, obligándome a pagar algo que ni me va ni me viene. España es una sociedad como bien dices de estafadores.

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  2. Muy bueno y profundo PP

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