Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Vocación frustrada

Me gustan los hombres lobo. Toda la vida he querido ser un hombre lobo. Un licántropo. Un lobishome. Un Werwolf. Un vukodlak. Una bestia peluda...

Desde muy niño me he sentido completamente fascinado por su leyenda. Cada noche de luna llena me sentaba junto a la ventana y contemplaba desde allí la brillante faz del astro de la muerte rezando a todo tipo de dioses y demonios, reales e imaginarios, para que tuvieran la deferencia de contagiarme con la maldición que transforma a los hombres corrientes, débiles y prescindibles, en magníficos animales velludos, armados con garras y colmillos, feroces e implacables.

 Me imaginaba a mí mismo sufriendo los dolores de la metamorfosis, contemplando cómo mi piel imberbe y pálida se transformaba en una espléndida mata de pelo oscuro; mis miembros flacos y endebles, en poderosas extremidades con las que correr, forzar y sajar; mi rostro anodino, en una máscara de pavor ajeno. Todo yo, mutando hacia un estadio diferente y legendario de la evolución: todo instinto, todo fuerza, todo vitalidad y presencia... 

Me gustan los hombres lobo...

Pero al final lo que me mordió fue un ornitorrinco. Y no soporto mirarme al espejo.


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