Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 17 de abril de 2015

La transmutación de Seis

La raza N era fría y lógica, dura emocionalmente, de escasos miembros pero ordenados y obedientes, todos juntos trabajando por el bien común. Les gustaba vivir al norte, lejos de todo y de todos, al borde mismo del mundo. Tenían una alta estima de sí mismos y se consideraban únicos en la creación, aunque de vez en cuando les llegaban rumores acerca de la existencia de algunos primos suyos en el este, muy lejos. Se sentían especialmente dichosos de no compartir el caos de sus vecinos del sur, agrupados en la raza L, mucho más numerosos pero desparramados de cualquier manera, sin ningún tipo de disposición o jerarquía reconocible.

El orgullo de casta de la raza N les hacía sentirse elegidos del Dios, al cual servían con gélida eficiencia, a pesar del sufrimiento de la transmutación al que les sometía de vez en cuando.

La transmutación consistía en cambiar temporalmente su alma y utilizarla de acuerdo con las inescrutables decisiones del Dios. Como si cada uno de ellos tuviera en realidad dos caras, la real y la escondida, que Él seleccionaba a su antojo en la creación diaria de aquel universo sin explicar nunca por qué. Casi todos los miembros de la raza N habían experimentado la devastadora experiencia de la transmutación, durante la cual perdían por completo la conciencia y su impresión en el mundo se veía sustituida por la de una parte extraña de sí mismos, tal vez ajena por completo a ellos, cuyo comportamiento y hechuras poco o nada tenían que ver con su esencia original y de la cual no guardaban recuerdo alguno.

Incapaces de explicarse las extravagantes razones del Dios pero prácticos como de costumbre, preferían pensar que la transmutación formaba parte de algún rito especial, quizás una posesión diseñada por la divinidad para manifestarse en su mundo. Después de todo, no sufrían ningún daño especial durante el proceso, más allá de la escalofriante pérdida de su conciencia durante un período de tiempo indefinido que terminaba tarde o temprano.

Sin embargo, la primera vez que Seis sufrió la transmutación no pudo soportarlo. El hecho en sí sucedió sin que pudiera hacer nada para evitarlo, como había ocurrido siempre en el caso de sus compañeros. Pero en su caso fue extremadamente rápido..., tanto, que durante el proceso tuvo un leve atisbo de lo que ocurría consigo mismo. O, mejor dicho, con aquella parte de sí mismo que no era él. Durante un muy leve instante, pudo entrever su otra cara: parecida a la suya en la parte inferior de su cuerpo pero horriblemente deformada en la parte superior. Cuando recuperó por completo el conocimiento y el control sobre su cuerpo, cuando trató de razonar lo que le había ocurrido, Seis se dejó llevar por el pánico y de inmediato cayó en un carrusel emocional completamente impropio de los de su raza. Primero, el terror; luego, la duda y la inseguridad; a continuación, la rabia y la cólera para, finalmente, volver al miedo inicial, aún más reforzado.

De nada sirvió que sus compañeros trataran de tranquilizarle apelando a todas las razones que se les ocurrió. El mismo Uno le recordó que la raza N era superior a la raza L entre otras cosas porque sus vecinos no sufrían transmutación alguna, siempre eran los mismos, y alabó la buena suerte de la que había gozado Seis al tener la oportunidad de vivir aquella experiencia con semejante intensidad.

No hubo manera. De nada sirvieron las razones, siempre lógicas y bien argumentadas por supuesto, de los compañeros de Seis. Éste tenía tanto miedo de volver a sufrir la transmutación que se desmoronó y se abandonó a un estado de profundo abatimiento, agarrotado e indispuesto para seguir trabajando junto a los suyos. Para seguir sirviendo al Dios.

El desánimo cundió en la raza N. Estaban convencidos de que su existencia se justificaba precisamente por su capacidad para ponerse a las órdenes del ser supremo. Si no podían atender sus exigencias, la cólera del Dios podía ser terrible. Aunque Seis fuera el único que no reaccionara ante sus designios y los demás siguieran actuando con la máxima diligencia, todos sufrirían las consecuencias. Podría suponer el mismísimo fin del mundo.



...
   


- Vaya basura de teclado, chaval.

- ¿Qué te pasa?

- La tecla del '6', que se ha agarrotado y no me deja marcar bien el '&'. Mira: le doy y le doy y se queda a medias.

- Es verdad. Pues tiene mala solución... Hombre, puedes sacar el '&' con ayuda del mapa de caracteres pero...

- No fastidies. Esta tarde lo llevo a la tienda a ver si me lo arreglan.

- Ésos son capaces de decirte que tires el teclado y te compres otro, que te sale más barato.




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