Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 11 de junio de 2010

Winter kills, de Richard Condon

Siempre atento a mi desarrollo personal y vivamente interesado como mi gato Mac Namara en todo tipo de conspiraciones, Sua Ilustrissima Eminenza il Condotiero della Comedia del Arte me prestó recientemente una novela de gran interés y, como suele ser habitual en estos casos, difícil de encontrar hoy día (una edición mexicana de Grijalbo que se remonta a 1977) firmada por Richard Condon y titulada Winter kills (traducida al español como Muerte en invierno aunque literalmente debería ser más bien El invierno mata).

Sólo el apellido del autor ya me puso en guardia, porque es el autor de un montón de thrillers, uno de los cuales pasa por ser una de mis veintirés obras de ficción favoritas: The Manchurian Candidate (El candidato de Manchuria, en español traducido como El mensajero del miedo) que fue llevado dos veces al cine. La primera, en un glorioso blanco y negro de 1962 dirigida por John Frankenheimer y con la interpretación de Frank Sinatra, Laurence Harvey, Angela Lansbury y Janet Leight. La segunda, más moderna, en 2004 bajo la dirección de Jonathan Demme con Denzel Washington, Meryl Streep, Liev Schreiber (impresionante parecido físico y psicológico en esta película con José Luis Rodríguez Zapatero) y John Voight. Y Tina Sinatra en el equipo de producción, por cierto.

The Manchurian candidate original describe el secuestro del miembro de una importante familia política conservadora de los Estados Unidos que durante la Guerra de Corea cae en manos del ejército comunista del norte y junto con sus compañeros es sometido a un lavado de cerebro gracias al cual se transforma en un asesino "durmiente" que será implicado como tirador solitario en una intriga destinada a colocar en la presidencia de los Estados Unidos al "candidato adecuado"... La película fue estrenada en los EE.UU. en plena crisis de los misiles de Cuba, en octubre de 1962, y tuvo un gran impacto en la opinión pública, sobre todo tras el asesinato meses después del presidente John Fitzgerald Kennedy. Por ello, y porque trascendió el hecho de que una de las muchas personas que la vio en el cine fue el "asesino" oficial de Kennedy, Lee Harvey Oswald, fue automáticamente censurada y retirada de exhibición pública con discreción (según Mac Namara, en realidad la retiraron porque, al comparar lo sucedido con el asesinato del rey de Camelot, mucha gente empezó a pensar "cosas raras" y a llegar a conclusiones "inconvenientes").

El caso es que durante muchos años se convirtió en una rareza, en una cinta de culto, e incluso fue catalogada por el Registro Nacional de Películas de la Biblioteca del Congreso de los EE.UU. para su conservación por ser considerada como una obra "cultural, estética o históricamente significativa", que es el criterio empleado en estos casos. En pleno resurgir de la moda conspiranoica estadounidense, a partir de los años noventa, la industria de Hollywood decidió que podía ganar mucho dinero con una historia que seguía conservando un gran gancho y por tanto se planteó en serio el remake adaptando el argumento a la actualidad. Así surgió la versión de 2004 que en lugar de la Guerra de Corea nos instalaba en la Guerra de Iraq y que además contribuía al efecto general con la introducción de microchips insertables bajo la piel al estilo del Verychip comentado en este blog en alguna entrada anterior.

Aun con un tono general inferior a la primera película, ésta segunda conservaba sin embargo la fuerza de la historia aunque no logró el mismo éxito de público. Tal vez porque muchas de las cosas que se cuentan en ella (desde la facilidad para manipular la mente ajena hasta el nivel de corrupción y control de la política estadounidense, en manos de un puñado de familias) podían ser novedad para los ingenuos ciudadanos de los años sesenta pero no para los mucho más informados (y hastiados) ciudadanos contemporáneos.

Pues bien, Winter kills retoma el asunto donde lo dejó The Manchurian candidate, puesto que es el relato del asesinato de JFK pero con nombres ficticios por razones que enseguida se hacen evidentes y que se confirman al final de la novela. Escrita en 1974, Condon cuenta la investigación que se ve forzado a iniciar Nick Kegan (Robert Kennedy) catorce años después del asesinato de su hermano Tim (John Fitzgerald Kennedy), presidente de los Estados Unidos, cuando uno de los trabajadores de su empresa petrolera, moribundo, confiesa haber sido el segundo tirador en el atentado que le costó la vida en Filadelfia (Dallas) y por el cual fue implicado Willie Arnold (Lee Harvey Oswald) posteriormente asesinado por Joe Diamond (Jack Ruby). Aparecen otros personajes y circunstancias como el senador Pickering presidente de la comisión del mismo nombre (Warren, presidente de la Comisión del mismo nombre), la hermosa Yvette Malone y la actriz alcahueta Lola Montes (personajes en los que desdobla distintas características de Marilyn Monroe) y algunos más.

La diferencia con el Robert Kennedy original, al que vemos aquí en actitud pensativa, es que Nick Kegan llega al final a descubrir lo ocurrido (o tal vez no sea tan distinto, tal vez fue asesinado el personaje real porque, igual que el novelesco, descubrió lo que no debía haber descubierto). Con gran constancia consigue dar con el hombre que ha ideado todas las tramas que durante toda la novela le han llevado de un lado a otro despistándole y confundiéndole, tratando de que se aburra del caso y llegue a la conclusión de que jamás será capaz de descubrir lo que sucedió realmente. Éste es el profesor Cerutti, que vive aislado en una especie de bunker saturado de información procedente de todo el mundo (hoy, las salas inmensas repletas de bibliotecas serían sustituidas por un anónimo despacho con un simple ordenador, pero en la época en la que escribía Condon, el PC aún no existía).

Y Cerutti, en una explicación detallada de lo que realmente ocurrió, de por qué fue asesinado Tim Kegan cuenta cosas cómo manipuló a Nick: "Es un método que desarrollamos hace muchos, muchos años. En los negocios, como en todas las demás situaciones vitales, la gente tiende a aceptar lo plausible si está muy bien documentado; desde luego, tienden a creer lo que quieren creer. (...) Decidí que en nuestra sociedad moderna las verdades no importan. La ilusión de la verdad, el aspecto de verdad, digamos la aplicación de las técnicas de la ficción como faros sobre una imaginaria fachada de verdad, bastarían. Nosotros fuimos los adelantados de estos métodos en la sociedad moderna, de veras (...) La vida y la verdad se han convertido en tramas divertida."

Y más: "Estábamos dispuestos a ir tejiendo tramas hasta haberlo agotado a usted. Hechos convertidos en ficción. Hechos convertidos en fantasía. Éstos constituyen la constante alimentación del pueblo norteamericano, metida a la fuerza por sus gargantas a través de las tuberías del más poderoso y penetrante sistema de comunicaciones soñado por el hombre para esclavizar a otros hombres. (...) Y ahí es donde radica nuestro genio colectivo: en la extraordinaria capacidad norteamericana para percibir sólo cuando nos dicen que percibamos y creer sólo cuando nos dicen que creamos." Hoy sabemos que no es una "capacidad" exclusivamente norteamericana, sino de toda la sociedad occidental.

Pero Cerutti estaba a sueldo. A sueldo de quien ordenó el asesinato, y ¿quién fue?
"Los propietarios de Norteamérica, reunidos en sesión plenaria, habían votado unánimemente la muerte de Tim. La lealtad de Pa hacia sí mismo y hacia ellos -llámese bushido, llámese omertá, llámese "amor al país"- exigía que compensase el haber hecho el movimiento que había apartado a Tim, haciendo al presidente inútil para ellos (...) Había cerrado la puerta a los propietarios del país, socios de Pa, y esto significaba el asesinato ritual."

Esto es literal, según Mac Namara, pues Norteamérica hace mucho tiempo que no pertenece a los norteamericanos aunque muchos continúen, ingenua y felizmente, creyendo que es así. La reciente crisis financiera lo ha demostrado una vez más. Pero lo interesante del final es que se descubre que la carrera política de Tim Kegan había sido impulsada por mediación de Pa, el padre de Tim y Nick, al objeto de convertir al nuevo y flamante presidente norteamericano en una pieza corrupta más al servicio de sus intereses de dinero y poder, como sus predecesores en la Casa Blanca. En un momento dado, Pa comete un error y se queda ilegalmente con un par de millones de dólares de la campaña de Tim. Ésta es la excusa que su hijo el presidente toma para quitarse de encima a su padre, pues aunque en principio Tim parecía ser otro lobo hambriento de poder y dispuesto a todo con conseguirlo, al final se descubre que tenía sus propios y utópicos planes: aprovechar el apoyo de los "propietarios" para alcanzar la presidencia y, una vez allí, cambiar las cosas radicalmente y recuperar EE.UU. para la verdadera democracia. Naturalmente, los "propietarios" no lo van a permitir. Al ver que "el chico" les ha fallado, y además por un error de Pa, éste se ve obligado a encargar el atentado contra su propio hijo.

Pa es, por supuesto, un trasunto de Joseph Patrick Kennedy: uno de los principales empresarios y políticos norteamericanos, creador de la saga, con intereses económicos distribuidos por todos los Estados Unidos, con fama de ser un tipo no precisamente honorable a pesar de su en apariencia impecable fachada y gran sonrisa, y con sus propias y frustradas aspiraciones de haber llegado a la presidencia norteamericana tras ser embajador de su país en el Reino Unido. Pero perdió en las luchas de poder contra Roosevelt y tuvo que conformarse con animar la carrera política de JFK, su hijo. Y, tal vez, sólo tal vez, de organizar su asesinato.

2 comentarios:

  1. Recomiendo enormemente la lectura de "La Conspiración", de David Talbot, libro que revela los entresijos del poder y los firmes ideales que sostenían los hermanos Kennedy, frente a viento y marea. A pesar de su título (el original en inglés, más significativamente, se titula "Hermanos"), no se trata de un libro sobre la conspiración en torno a la muerte de Kennedy, sino un retrato contundente de estos dos grandes hombres que merece mucho la pena descubrir. Después de su lectura, las conclusiones que uno libremente saca (esta vez sí) sobre "ciertos asuntos", son claras como el agua.

    Aquí una breve reseña:
    http://www.elconfidencial.com/cache/2008/04/19/22_historia_fascinante_siglo.html

    Saludos.

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  2. Hace unos días compré "Muerte en invierno". Me gustó tu comentario, pronto la leeré y lo agregaré a mi blog. Saludos.

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