Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

lunes, 9 de enero de 2012

District 9

Así que esto era 2012... Bueno, después de tanto darle vueltas al asunto y especular sobre en qué consistiría exactamente, uno se lo imaginaba como un abracadabrante Apocalipsis, como el ataque definitivo de los zombies desencadenados o, más modestamente, como un desolado escenario a lo Mad Max..., pero a la hora de la verdad resulta que tiene el mismo aspecto que 2011. Qué decepción. En realidad, no es la primera vez que me ocurre: ya cuando llegó el año 2000 me quedé un poco chafado porque esperaba..., algo más. No sé: coches voladores, ascensores a la Luna, embajadas alienígenas oficiales... Como decía la canción de Miguel Ríos allá por principios de los años 80' del siglo pasado: "Año 2000,/ llega el año 2000/ y el milenio traerá:/ un mundo feliz,/ un lugar de terror/ o simplemente no habrá/vida en el planeta..." Y luego resulta que lo único que trajo el milenio (que, todo sea dicho, comenzó en 2001) fue lo mismo que había el día anterior.

Expectativas defraudadas. Ésta es una de las principales razones por las que no me gusta ver las películas de moda en el mismo instante en el que están triunfando. Me refiero por supuesto a las que triunfan entre los colegas y amigos de diversa índole pero con los que uno comparte un mínimo bagaje cultural y unos intereses de entretenimiento, no a los exitazos de masas que, por eso mismo precisamente, por ser de masas (más grandes cuanto mayor es el nivel de mediocridad que comparten), no suelen interesarme demasiado. El caso es que empiezo a oír maravillas acerca de tal o cual largometraje, grandes críticas desde todos los ángulos posibles, y empiezo a generar unas expectativas tremebundas que, después, cuando llega el momento de enfrentarse a la realidad (es decir, cuando me siento al fin a ver la película) no suelen cumplirse puesto que la imaginación siempre va más allá de la realidad. 

Me sucedió por ejemplo a finales de los 90' con Full Monty. Tan abrumado me quedé con los "es genial, maravillosa, dura pero tierna al mismo tiempo", los "te partes la caja con esta peli, lo más divertido que he visto en años" y los "¿pero todavía no la has visto? ¡si es lo mejor que hay ahora mismo: no puedes perdértela!" que me faltó tiempo para sentarme a disfrutar de ella..., y terminar desilusionado. Sí, era una historia original e interesante (o lo era, en aquella época), con humor negro del que me gusta, estaba bien hecha y además producida con cuatro duros, pero... Pero no sólo me habían destripado previamente el argumento y la moraleja sino que, lo peor, yo le había puesto una nota anticipada de 8 ó 9 sobre 10 imaginándome cómo sería y luego para mi gusto no pasaba del 6 (lo que, por otra parte, es bastante elevado para mi muy exigente estándar personal de puntuación de películas: todo hay que decirlo).

Full Monty fue uno de tantos desengaños cinematográficos que me condujo a la conclusión de que no vería más películas recomendadas por mis amiguetes 
hasta que pasara un cierto tiempo, se hubieran calmado los ánimos y olvidado los elogios, las cintas hubieran adquirido esa pátina de respetabilidad y alejamiento emocional que confiere el paso de algunos (pocos) años y por tanto pudiera enfrentarme a ellas más o menos limpio de ánimo y con capacidad de evaluación propia. Bien, la técnica funcionó y gracias a esta actitud he recuperado cierta capacidad de crítica personal, al precio de "no estar a la moda" y llegar siempre tarde a los comentarios sobre la última hora. Y de este modo he podido volver a disfrutar y apreciar películas (una de las más recientes, la despiadadamente sarcástica y sensacional Little Miss Sunshine, de Jonhatan Dayton y Valerie Faris) que, de otra forma, hubieran engrosado la categoría del indiferente "psché" con el que tengo memorizada la cinta de Peter Cattaneo.

El más reciente re-redescubrimiento de estos días ha sido la fenomenal District 9, probablemente una de las obras cinematográficas contemporáneas de Ciencia Ficción más originales, entretenidas a la vez que instructivas y, a su modo, divertidas que he visto en los últimos años. District 9 se estrenó en 2009 y desde el primer momento oí auténticas maravillas acerca de ella pero siguiendo mi patrón de prudente comportamiento antes descrito he dejado pasar el tiempo (poco más de dos años, esta vez) para desactivarla emocionalmente antes de acercarme a ella... Y tengo que decir desde ya que la he disfrutado y mucho. El primer dato chocante es que sea una producción neozelandesa, rodada además por un director surafricano/canadiense llamado Neill Blomkamp (sí, tiene uno de esos impronunciables apellidos boer), quien escribió la historia junto a Terri Tatchell a partir de un corto con similares ingredientes que rodó en 2005 y que se titulaba Alive in Jo'burg (Vivo en Jo'burg -contracción de Johannesburgo-). 



¿Cómo este hombre consiguió los recursos suficientes, unos 30 millones de dólares (cifra modesta, en este caso, teniendo en cuenta lo que suele costar una película de este tipo) para alumbrar su proyecto? Pues porque contó con el apoyo de Peter Jackson, el sorprendente adaptador al cine de El Señor de los Anillos para el que hay que reservar una mínima cuota de admiración pues, a pesar de algunos errores menores en su traslación al séptimo arte de la gran obra de J.R.R.Tolkien y a la espera de lo que haga con El Hobbit (si le dejan finalmente rodarla de acuerdo a su idea original), fue capaz de contradecir a la industria y demostrar la viabilidad de una saga que ensalza los valores eternos del Espíritu humano -el amor, el valor, el honor, el compromiso, etc.- sin necesidad de contaminarlos con los conceptos basura que patrocina casi sistemáticamente el cine contemporáneo -el poder del dinero, la cuota de sexualidades "alternativas", la cuota de personajes "étnicamente distintos a la cultura dominante", el mundialismo desaforado, etc.-


En cuanto a District 9, combina el género documental (tan utilizado en la actualidad para dotar de credibilidad a una historia cuando, paradójicamente, sabemos que los grandes mass media no son fieles testigos de la realidad sino -y así se muestra, por cierto, en algunos fragmentos de la  propia película- grandes manipuladores e intérpretes de los hechos, de acuerdo con el poder que los controla) con la narración pura y dura de los hechos. Y los hechos nos hablan de una colosal nave alienígena que llega a la Tierra y queda varada encima de la ciudad de Johannesburgo, en Suráfrica. Tras varios meses
sin actividad y sin recibir señales de su interior, los humanos organizan una expedición para acceder a la nave y al hacerlo encuentran en su interior a un millón de hambrientos, desorientados y asustados extraterrestres de aspecto más bien asqueroso: a medio camino entre los humanos, los crustáceos y los insectos (y a los que pronto la población de Johannesburgo bautizará despectivamente como "gambas" o "langostinos"). Nadie sabe de dónde han venido ni por qué han ido a parar ahí. Ni siquiera tienen jefes ni dirigentes que los organicen. Creo que es la primera vez en la historia del cine en la que se describe así a un grupo de aliens, en lugar de como unos maravillosos-seres-de-luz-hermanos-cósmicos o una terrible-y-babeante-amenaza-para-la-supervivencia-de-la-humanidad.

Como la nave carece de módulo de control y no se puede mover de allí, las autoridades no tienen nada claro qué hacer con ellos. De momento, los "bajan" a tierra para instalarlos en un barrio de chabolas llamado Distrito 9 (el título de la película) para decidir luego qué hacer con ellos. Pero los años pasan sin que el problema se resuelva. Se intenta entonces integrarlos en la sociedad terrestre, sin éxito. Los bichos son vagos, juguetones, indisciplinados, violentos e impredecibles. No les gusta trabajar y se pasan el día revolviendo en la basura o robando a los humanos y les encanta la comida enlatada para gatos. Se crea entonces la MNU (Multi National United, una caricatura de la ONU pero de marcado carácter privado y militar) para gestionar la crisis. Los expertos de la MNU descubren que los extraterrestres poseen algo interesante: armas de tecnología alien muy poderosas..., que nadie excepto ellos puede utilizar y que (por fortuna para los terrestres, ya que no muestran interés alguno en conquistar nuestro planeta) acaban cambiando por comida a una mafia de nigerianos que se instala en su barrio. El líder de esta mafia está convencido de que puede hacerse con la habilidad de disparar esas armas a base de comer trozos de alienígena en ceremonias vudú pero por supuesto no funciona de esta manera: las armas sólo reaccionan ante el particular ADN de los extraterrestres.


Cuando empieza la película han pasado algo más de veinte años desde la llegada de la nave alienígena y no se ha resuelto ninguno de los problemas generados por su llegada. Más bien al contrario: los visitantes alcanzan ya casi los dos millones y la curiosidad ha dejado paso a un fuerte rechazo hacia ellos, un ambiente de racismo y xenofobia interestelar por así decir que ha llenado la ciudad de carteles en los que se prohíbe el paso a los aliens y se indica que tales zonas o actividades son "sólo para humanos" en una sarcástica parodia del régimen de apartheid acuñado en su día precisamente en Suráfrica. Resulta especialmente irónica una batería de entrevistas en la calle (dentro de la parte documental de la película) en la que son precisamente ciudadanos negros los que más protestan contra la presencia de los extraños (uno de ellos, feo, tuerto y con pocos dientes en la boca, se queja al reportero: "los extraterrestres se llevaron a mi mujer..."). Para tratar de relajar los ánimos, la MNU propone un masivo traslado de los aliens, desde el Distrito 9 hasta el Distrito 10: una especie de campo de concentración ubicado a unos 200 kilómetros de Johannesburgo, en un paraje desértico.


Aparece aquí el protagonista de la película, Wikus Van de Merwe (el hasta entonces desconocido Sharlto Copley, amigo personal de Blomkamp), responsable de la operación de desahucio y traslado de la MNU: un burócrata débil, miedoso e insignificante, que se crece ante las cámaras de televisión. Fuertemente protegido por un contingente armado privado, Wikus dirige sobre el terreno a los grupos encargados de notificar a las "gambas" su desalojo. Es una acción peligrosa por la reacción de los bichos y él mismo resulta herido en un brazo, pero insiste en continuar liderando la intervención (es la oportunidad de su vida para hacerse famoso y sentirse importante) así que se lo vendan y ponen en cabestrillo y continúa al pie del cañón con sus escoltas. Un poco más tarde, encuentra un cilindro de metal que confisca pero con cuyo contenido se rocía por accidente. El cilindro contiene un fluido extraterrestre que uno de los aliens, bautizado como Christopher Johnson por las autoridades terrestres (igual que los norteamericanos ponían nombre a los indios del Lejano Oeste en su intento por asimilarlos), ha estado destilando durante veinte años. Con ese fluido puede manejar el módulo de control perdido de la gran nave extraterrestre y que yace enterrado debajo de su chabola. Es más, con ese fluido puede hacer funcionar la nave misma. El tal Christopher Johnson (que además de habilidades técnicas muestra ser reflexivo, prudente e inteligente) resulta, así, ser uno de los líderes aliens o al menos uno de sus científicos u operadores de la nave que, por razones que no se explican, ha permanecido en el anonimato todo aquel tiempo en lugar de presentarse a las autoridades humanas y explicar de dónde viene su raza (en España, el nombre de Christopher posee además un inesperado matiz irónico, pues recuerda a uno de los "contactos divinos" del supuesto "enviado de Cristo" Carlos Jesús, conocido friki de la escena nacional).

El fluido actúa sobre Wikus y poco a poco comienza a mutar su ADN y, en consecuencia su cuerpo. En el hospital al que tiene que acudir porque se encuentra cada vez peor descubre horrorizado que su mano herida, que pensaba simplemente infectada, se ha transformado y ahora es una extremidad alienígena. Y la mutación no ha terminado ahí, sino que amenaza con transformarle íntegramente en una "gamba". Expertos de la MNU (entre cuyos altos dirigentes se encuentra su propio suegro) se lo llevan por la fuerza a unos laboratorios de su sede central para estudiarle a fondo y descubren que gracias a la mutación provocada por el fluido, ahora es capaz de disparar con las armas alienígenas. Se convierte así en una cobaya, parte de un cruel experimento en el que será descuartizado si es necesario para intentar replicar genéticamente su habilidad con esta tecnología desconocida. No obstante, Wikus consigue escapar y se refugia en el Distrito 9, donde Christopher le revela que en la nave posee la maquinaria necesaria para revertir su transformación y devolverle su cuerpo completamente humano. Hacen un pacto de mutua ayuda: Wikus conseguirá armas de los nigerianos y conducirá a Christopher a la sede central de la MNU donde recuperarán el cilindro con el fluido, entonces subirán a la nave y le curará antes de abandonar la Tierra con su gente.

A partir de ahí, el tiroteo es el gran protagonista de la historia: primero, tiros con los nigerianos; luego, tiros con el ejército privado de la MNU y, finalmente, tiros de todos contra todos en el Distrito 9. Entre medias, Wikus y Christopher logran recuperar el cilindro pero el alien se queda impactado al descubir en los laboratorios de la organización los brutales experimentos genéticos que los científicos humanos han realizado durante años con los aliens para tratar de apoderarse del secreto del funcionamiento de su armamento. En consecuencia, sobre la marcha decide cambiar ligeramente los términos de su pacto. Con el fluido en su poder, subirá a la nave, se largará de regreso a su planeta para conseguir la ayuda necesaria que le permita repatriar a todos los extraterrestres y, sólo a la vuelta, curará a Wikus. Todo el proceso le tomará, según sus cálculos y para desesperación de su aliado mutante, unos tres años.

Al final, Christopher logra llegar a la nave junto con su hijo C.J. junior, la pone en marcha y se va. El epílogo de la película nos confirma que los alienígenas han sido reubicados finalmente en el Distrito 10 aunque ya son dos millones y medio de habitantes y las autoridades de la MNU y de los gobiernos de la Tierra todavía no saben qué hacer con ellos. Respecto a Wikus, ha desaparecido de la faz de la Tierra pero su mujer revela que un día alguien dejó una pequeña flor metálica en la puerta de su casa y ella cree que es su marido, que se ha transformado completamente y ahora no se diferencia de otra "gamba", a la espera del regreso de Christopher. Y éste, ¿volverá
  realmente? Ni siquiera hay constancia de que haya conseguido regresar a su planeta. Y si vuelve, ¿lo hará acompañado sólo por una flota para la repatriación de los demás alienígenas o vendrá con una auténtica armada estelar dispuesta a vengarse y destruir a la Humanidad, conquistando de paso el planeta?


1 comentario:

  1. Exelente pelicula ojala se realice la segunda parte seria bueno que nos sorprendieran con el retorno de chistopher y su nave llena de langostas con sed de venganza

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