Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 29 de enero de 2016

Jesús en su tabla de surf

Lo malo de ser un inmortal es que resulta difícil responder a preguntas tontas, tan usuales de esas conversaciones banales con personas que no te interesan mucho pero con las que por una razón o por otra no tienes más remedio que interactuar en un momento dado. Preguntas del estilo "¿qué época histórica te interesa más?", "¿quién te hubiera gustado ser si hubieras vivido en tal o cual época?", "¿cuál te parece que es el invento más útil de todos los tiempos?", etc. Es difícil porque, aunque hay momentos y momentos, toda la historia de la humanidad (o, mejor dicho, de las tribus de homo sapiens en lucha por llegar a ser una humanidad de verdad) resulta en sí misma atractiva. Es como decidir qué momento de La vida de Brian me gusta más. Me puedo acordar de cuatro o cinco escenas especialmente divertidas, pero me quedo con toda la película. Aún así, la gente te pregunta cosas como quién es tu personaje histórico favorito y exige que te definas por uno solo, como si esto fuera un concurso de ganado..., digo..., de misses. Hay muchos que merecen la pena ser recordados: desde el intrépido Leónidas (con el que luché en las Termópilas) hasta el divino Wolfgang Amadeus (a quien vi actuar en la corte de Viena) pasando por el astuto Julio (nunca le perdoné lo que le hizo al pobre Vercingétorix) o el temerario Henry (qué bien lo pasamos en la batalla de Azincourt). Pero de todos ellos quizá, sólo quizá, uno de mis grandes favoritos fue Jesús, el galileo.

Digo bien: el galileo y no el judío (como ya comenté en algún otro artículo), pues la importancia de este hombre es de tal calibre en el devenir histórico que su vida y su obra han sido manipuladas, tergiversadas, aniquiladas y reconstruidas de una forma espectacular, digna de un verdadero doctor Frankenstein. Salvando muy mucho las distancias, es como cuando los medios de comunicación se empeñan en repetir hasta la saciedad aquello de "Barack Obama, el primer presidente negro de los Estados Unidos...", lo que es una total, absoluta y enorme mentira pues en realidad Obama no es negro sino mulato: mezcla de blanco y negro. "¿Qué importancia tiene eso? ¿Eres acaso un racista?", saltan de inmediato los enceguecidos seguidores de lo políticamente correcto. Pues sí, tiene importancia. De hecho, tiene tanta importancia que ésa es, precisamente, la razón por la que Obama ha llegado a ser presidente norteamericano: porque es mulato y no negro. Porque su padre, negro, era nigeriano y su madre, blanca, era norteamericana y pertenecía a una de las grandes familias de la elìte que controla los Estados Unidos desde su fundación. Obama fue entrenado para el puesto, como muchos otros, desde pequeño. Las circunstancias históricas concretas determinaron que fuera él y no ninguno de los otros candidatos, el elegido para ser la cara visible del verdadero gobierno norteamericano. Éste es un asunto sobre el que no hará falta extenderse puesto que hay abundante información para todo aquél que se moleste en buscarla, empezando por el hecho de que Obama es primo lejano de George Bush, su predecesor en la Casa Blanca. Ah, la importancia de los pequeños detalles...

Volviendo a Jesús, para todos aquéllos poco informados (que, honestamente, espero sean los menos porque, a estas alturas no vamos a empezar a repetir lo ya sabido), habrá que recordar que existe una prueba física real, contundente y conocida desde hace mucho tiempo, de su existencia histórica: la Sábana Santa de Turín. No es necesario tirar de estadística (¿cuántas probabilidades existen de que dos hombres, el Jesús real y un perfecto desconocido, hubieran sido sometidos exactamente a las mismas torturas en la misma época por las mismas personas y, tras ser enterrados de la misma forma, a día de hoy sólo se hubiera conservado el sudario del perfecto desconocido? ¿algún estadístico en la sala?)  ni de lógica (¿de verdad un hombre que no existió, con discípulos que se lo inventaron todo o que a lo mejor tampoco existieron, puede llegar a generar una de las religiones/culturas de mayor calado histórico y duración en el tiempo que conocemos?). Los estudios científicos  
desarrollados durante años sobre este paño particular, que en su día guardaron celosamente los templarios (la acusación de "adoración al diabólico Baphomet" que soportó la orden estaba relacionada más que probablemente con el culto secreto al famoso Sudario, que fue mostrado públicamente por primera vez gracias a la familia de uno de los jerarcas templarios ajusticiados por orden de los Amos junto a Jacques de Molay), han planteado algunos interrogantes que todavía no han sido respondidos seriamente. Ni siquiera por el conocido análisis de ADN patrocinado por un popular actor polaco (no, no es Joseph Tura, es el otro) que representó su papel con gran éxito de crítica y público durante cerca de 30 años. Cuando quieres que analicen una tela que fue remendada siglos después de su primer uso por culpa de un incendio y, en lugar de facilitar un fragmento original, entregas uno del remiendo, es lógico que el ADN date toda la tela en la época del remiendo, no en la fecha original. 

Durante los últimos años he recogido muchas noticias, he leído muchos libros y he visto muchas películas sobre Jesús el Nazareo (y no de Nazaret, una localidad que parece claro no existía en su época) y he de decir que la imaginación del homo sapiens es verdaderamente asombrosa. Me he encontrado con Jesuses llorones, iluminados, revolucionarios, neuróticos, homosexuales, negros, líderes políticos, feministas, hippies, fanáticos religiosos, masoquistas..., y hasta con Jesusas que lograron hacerse pasar por Jesuses. Por supuesto, no es en absoluto extraño que nunca, nunca, nunca, me haya encontrado con una obra que cuente la historia de Jesús de manera fiel a la Tradición con mayúsculas (no a la tradición judeocristiana por todos conocida), la que se transmite en susurros porque el solo hecho de prestar oídos pone en peligro real a aquél que tiene la fortuna de acceder a ella. La que nos muestra a un Jesús iniciado, fuerte y sano, viril, con capacidad para emplear exitosamente los poderes crísticos contra el Demiurgo, haciendo gala al mismo tiempo de un fabuloso sentido del humor. 

Ahora bien, de todo el catálogo "jesusero" que ofrece el actual supermercado de falsificaciones culturales, tengo claro cuál es la versión más divertida, en mi humilde opinión, porque además he podido revisitar sus aventuras en estas últimas fechas gracias a una reciente edición integral. Naturalmente, no es otro sino Estela Plateada, "el centinela de la galaxia", o Silver Surfer por su nombre original en inglés, que es como le conocen sobre todo las actuales generaciones de lectores de cómics gracias a las últimas versiones cinematográficas de los personajes diseñados en su día por los creadores del Marvel Comics Group (no sé por qué siempre se habla de "la" Marvel, cuando en realidad es "el" Marvel, porque se trata de un grupo editorial).

Stan Lee y Jack Kirby ayudaron a conformar, más de lo que podría parecer en un primer momento, el paradigma cultural occidental contemporáneo gracias a su apabullante colección de personajes que se convirtió en el principal criadero de superhéroes y supervillanos de la historia del tebeo (con mucha diferencia respecto a sus principales rivales, los eternos segundones de la "distinguida compañía" DC Comics..., y eso que éstos fueron los primeros en impactar al público con héroes como Superman o Batman). A mediados de los años 60' del siglo XX, la colección estrella era, indudablemente Los Cuatro Fantásticos (Mr. Fantástico, la Chica Invisible, la Antorcha Humana y -honor y gloria especialmente para este monstruo del mundo superheroico- la Cosa), que ya habían asombrado a su público con épicos enfrentamientos contra el Doctor Muerte o la raza alienígena de los skrulls. En busca de nuevas ideas con las que deslumbrar al personal y fiel a su origen judío (una cultura en la que el concepto de dios se manifiesta de manera especialmente obsesiva), el prolífico Stanley Martin Lieber -Lee- se planteó qué pasaría si sus héroes se enfrentaran con algo parecido a la mismísima divinidad, al estilo de la clásica representación de anciano superpoderoso sentado en su nube, pero transformado, por arte y gracia de los lápices del aún más místico Jacob Kurtzberg -Kirby-, en un dios de los ejércitos parecido al que aparece en el Antiguo Testamento, si bien menos iracundo y completamente tecnológico.

El resultado de estas elucubraciones fue la creación de Galactus, uno de los supervillanos (irónicamente, se aproximaba más al superhombre nietzscheano, pues estaba por encima del bien y del mal y se movía más por impulsos del instinto -la satisfacción de su hambre cósmica- que por decisiones  morales) más poderosos de la historia de la Casa de las Ideas. El mayor rival que jamás pudieran tener los Cuatro Fantásticos o cualquier otro superequipo de la historia marvelita. Aunque no era tan malvado, después de todo. Viéndolo en realidad desde una perspectiva gnóstica, Galactus parecía, más que un dios, un arconte. Por ello seguramente, al objeto de anclarlo en el imaginario de los lectores en el lugar adecuado, Lee y Kirby vieron la necesidad de incluir una enorme G en su pecho. G de God (dios, en inglés) aunque se disimulara como G de Galactus. No contentos con ello, decidieron que debía tener un representante, el equivalente a un hijo suyo que "predicara" sobre el poder de su padre en el cosmos adelantándose a su llegada de planeta en planeta (en cada uno de los cuales devoraba su fuerza vital para alimentarse; es decir, lo destruía) . Y ahí nació la idea del "heraldo de Galactus". La idea de Estela Plateada, un personaje de estética muy estilizada, de color plateado como si estuviera conformado de energía cósmica (de hecho, su poder es el de manejar y proyectar a placer esta energía interminable), que viaja invulnerable de estrella en estrella montado en su tabla de surf espacial.

Para los que no leyeron estos cómics, baste saber que los Cuatro Fantásticos logran evitar la destrucción de la Tierra gracias a la decisiva intervención de Estela Plateada, que intercede por la humanidad, y además logran que Galactus se marche en busca de otros mundos. Esto le cuesta su propia vida al surfero espacial, porque su antiguo "padre" le condena a vivir para siempre dentro de la atmósfera terrestre, sin poder abandonarlo para continuar su interminable labor de monitoreo cósmico ni, aún peor, regresar a su hogar natal, al otro lado del universo. Porque Norrin Radd, que ése es el nombre real de Estela Plateada, era inicialmente un afortunado habitante del planeta Zenn-La, donde sus gentes han llegado a tal grado de perfección tecnológica que, como él mismo dice, "la guerra, el crimen, la enfermedad son sólo turbios recuerdos" y "lo hemos alcanzado todo, no nos quedan metas". Esto le perturba, porque siente necesidad de hacer algo con su vida, de darle sentido, en lugar de dejarse mecer por la simple búsqueda del placer. Ni siquiera el amor, la belleza y la lealtad de Shalla Bal, su novia (o esposa, o amiguita, o lo que sea, porque nunca se explica bien), consiguen alejarle de un estado de melancólico anhelo... Hasta que Galactus llega a Zenn-La, destruye sus defensas y amenaza con engullir su planeta. Enfebrecido por la aventura, parte en una nave espacial hasta abordar la de Galactus y allí logra convencerle de que no aniquile su mundo de origen y que a cambio le adopte como su mensajero para explorar el espacio y detectar para él los planetas sin vida inteligente, de manera que sólo se dirija hacia ellos en lugar de destruir aquellos otros donde existe una civilización. 

Galactus acepta el trato y crea entonces a Estela Plateada al transformar a Norrin Radd con la energía cósmica y convertirle así en un acumulador y transmisor de la misma, lo que le permite viajar con seguridad por el universo al tiempo que le hace prácticamente invencible e invulnerable. Pero cuando esta divinidad cósmica se ve obligada a abandonar la Tierra tras enfrentarse con los Cuatro Fantásticos, prescinde de los servicios de su enviado ("padre, padre..., ¿por qué me has abandonado?") y le encarcela cósmicamente dentro del planeta. Estela Plateada será libre y con poderes, pero no podrá regresar a Zenn-La. A partir de entonces su vida se convertirá en un sinsentido, un continuo vagar en un mundo ajeno donde no tiene sitio porque se ve acosado constantemente por los humanos. A pesar de que se ha sacrificado por ellos (después de haberlo hecho por los zenn-lanos, si es que este gentilicio existe), ni le comprenden ni le aceptan y además le temen. Vuelve entonces el recuerdo de su amada Shalla-Bal que, en algún momento de la serie, recuerda mucho a esa dama que espera fuera del pozo, paciente, al héroe que cayó en el mundo material de acuerdo a lo que cuentan los que conocen la Lengua de los Pájaros.

El drama del personaje tuvo tal impacto que consiguió su propia serie dos años más tarde y en ella se reproducen los paralelos con la historia de Jesús. Uno de los más burdos y a la vez irónicos es el modo de transporte del superhéroe: una tabla de surf voladora. ¿Por qué precisamente ése? Aparte de aprovechar un recurso estético que en aquella época resultaba especialmente atractivo sobre todo para los jóvenes (The Mamas and the Papas habían publicado su California Dreamin' en 1966 y el "rock californiano" estaba, nunca mejor dicho, en la cresta de la ola), proporcionaba un vehículo tan minimalista como atractivo con el que Estela Plateada podía volar por los cielos..., y caminar por encima del agua, como se aprecia en una viñeta del primer número de su serie independiente, publicado en agosto de 1968.

Otra clara comparación es su enfrentamiento con Mefisto, el nombre con el que Marvel denominó a su particular versión de Satanás, quien, según dice más de una vez, puede matar con facilidad a Estela Plateada (después de todo, sólo Dios se supone que tiene tanto o más poder que el Demonio) pero no lo hace porque lo que quiere es "su alma inmortal" ya que "rara vez he percibido tal bondad de espíritu, tal pureza de alma como las que percibo en el interior de Estela Plateada". La primera vez que Mefisto se enfrenta al héroe le convoca en el mismo infierno y le tienta de forma muy similar a lo que podemos leer en el Nuevo Testamento, ofreciéndole dinero, mujeres, imperios... Pero Estela Plateada es Jesús y resiste todas las tentaciones sin mayor problema.

 Aunque la serie regular del personaje arrancó bien, a medida que fueron publicándose sucesivos números entró en una decadencia previsible para cualquier observador ajeno al entusiasmo creativo de Lee y Kirby, hasta que finalizó de una forma abrupta. ¿Por qué? El drama de Estela/Jesús es muy potente pero por su propia naturaleza no puede extenderse en el tiempo. Un superhéroe con poderes humanos, esto es, limitados, puede vivir muchas aventuras y muy diferentes luchando contra todo tipo de supervillanos y alternando esa actividad con su vida diaria. Spiderman es reportero gráfico. Daredevil es abogado. Reed Richards es científico. Tony Stark es industrial...  Pero un ser alienígena, al que no le interesa lo más mínimo las actividades terrestres y que encima dispone de toda la energía del cosmos y por tanto no hay forma de dañarle, ofrece un interés muy limitado para la aventura porque tiene pocos rivales que puedan ser dignos de ese nombre y porque en el fondo no tiene ningún objetivo en perspectiva más allá de abandonar la Tierra, lo que es imposible para él. Si a eso le añadimos el abuso del soliloquio lastimero y autocompasivo de que hace gala el personaje en los guiones, comprenderemos que su serie estaba destinada a durar poco. Es como esos actores que funcionan maravillosamente bien como secundarios pero son incapaces de convertirse en actores protagonistas. 

El integral que recoge las peripecias de este bizarro personaje incluye algunas sorpresas, una de las cuales es una historieta humorística parodiando al personaje que nunca antes había sido publicada en español.





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