Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

martes, 12 de enero de 2010

Otro símbolo perdido y reencontrado

Algunos lectores de mi último libro, Las claves de El Símbolo Perdido, me cuentan que, a pesar de la inmensa cantidad de detalles que incluye, les ha sabido a poco ya que hubieran querido conocer aún más secretos concretos en torno a los masones. Es una buena señal: significa que se leyeron el texto con interés y que realmente les sirvió de algo ya que tuvieron acceso a información que hasta el momento desconocían. No hay mejor halago para un escritor que el hecho de que un lector reconozca que su obra le "duró poco". Sin embargo, el encargo era el encargo y tampoco podía excederme de la extensión que Planeta quería publicar acerca de la discreta hermandad. A estos lectores en particular, y a todos los de este blog en general, les ofreceremos hoy algún detalle más sobre la simbología masónica.

Para ello debemos recordar una de las escenas más repetidas en los telefilmes norteamericanos, sobre todo en los que están ambientados en época contemporánea, que nos muestran a algún o algunos personajes escuchando el himno nacional y llevándose inmediatamente la mano al pecho como símbolo de su emoción, ya que así quieren representar que llevan el himno (y por extensión la patria) en su corazón. Sin embargo, este gesto tan característico no es de origen estadounidense, ni mucho menos. De hecho, ante una secuencia de este tipo es frecuente escuchar el comentario: "Mira, como Napoleón", ya que conservamos varios retratos del Pequeño Corso, como el que aparece al comienzo de este texto (y que contiene otros detalles interesantes: por citar sólo el más evidente, ese curioso demonio que aparece labrado a sus pies) en el que Bonaparte esconde su mano a diversas alturas de su cuerpo, entre el pecho y la barriga.

Para explicar el porqué de esta peculiar pose se han publicado todo tipo de especulaciones e hipótesis a cual más tonta o infantil. Pero lo cierto es que no es el único de los grandes nombres de la Historia que
se dejó retratar de esta forma tan específica. Oh, por descontado mis lectores conocen que Napoleón era masón y no un masón cualquiera ya que todo parece indicar que aparte de los conocimientos, digamos, estándar de la orden recibió cierta iniciación especial nada menos que en el interior de la Gran Pirámide, durante su famosa campaña de Egipto. Ahora bien, qué sorpresa cuando empezamos a encontrarnos con la "pose napoleónica" en gentes como por ejemplo Moses Mordecai Marx Levy, más conocido popularmente por su germanizado nombre de Karl Heinrich Marx y del que se supone que sabemos todo lo que hizo y dejó de hacer a lo largo de su revolucionaria vida. Pero, ¿lo sabemos realmente? El propio vicedirector del Instituto Marx, M. Mtchedlov, reconoció en cierta ocasión que del centenar de volúmenes que se conservaban en su colección acerca de los hechos en los que intervino Karl Marx, sólo trece (vaya: precisamente trece) han sido editados y difundidos entre el público.

Aun
que sólo fuera por curiosidad, ¿no sería interesante conocer el contenido del resto de las obras? Tal vez se explique allí con detalle la relación de Marx con la Masonería. Y no sólo la suya, sino la de otros muchos dirigentes del sistema que junto con su amigo Friedrich Engels presentó y promocionó ante el mundo gracias a su Manifiesto del Partido Comunista. Entre ellos, uno de sus más populares e incondicionales seguidores, ansioso de aplicar en el mundo las teorías de su maestro y primer Gran Pope de aquel dramático engendro que se llamó Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS. Hablamos por supuesto de Vladimir Ilich Ulianov, más conocido por su seudónimo de Lenin, que, oh casualidad, aparece aquí a la izquierda con el mismo gesto de Marx y de Napoleón (y de otros personajes igualmente conocidos a nivel histórico que dejo en manos de los más inteligentes lectores reconocer en los retratos que de ellos nos han legado sus contemporáneos y que con la ayuda de Internet se pueden encontrar con cierta facilidad hoy día).

Después de todo lo cual, ya sólo nos queda añadir un detalle. Y es que, en efecto, la mano sobre el pecho corresponde con uno de los signos masónicos: el del grado del Ma
estro del Segundo Velo en la Masonería del Arco Real, también conocido como la mano oculta de los hombres de Jabulón (nombre un tanto curioso que según algunos autores hace referencia al dios masónico y según otros es un sinónimo de Jehová, pero no está claro). En el ceremonial descrito por Malcom Duncan a mediados del siglo XIX en su Duncan's Masonic Ritual and Monitor, ésta es la señal que debe realizar el masón cuando se le acercan los conocidos como tres Residentes de Babilonia durante el rito, cuyo objetivo es el restablecimiento del Templo de Salomón y la instauración de un imperio mundial (actividad ésta en la que estaban implicados, si mal no recuerdo, tanto Napoleón como Marx y Lenin, cada uno a su manera)



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