Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 9 de abril de 2010

Dos sugerencias para lectores de autores españoles

Durante mi reciente estancia en el Tíbet tuve la oportunidad de terminar dos de los aproximadamente cuarenta y siete libros que tengo empezados y que voy leyendo según el momento: grandes atlas con ilustraciones miniadas en la sala capitular de la Universidad de Dios, novelitas divertidas en edición de bolsillo cuando me desplazo en transporte público, ensayos sesudos para justo antes de dormir... Hay un poco de todo. En el caso que hoy me ocupa se trata de dos novelas que sólo tienen en común eso: que son novelas y que han sido escritas por sendos amigos, ya que todo lo demás es diferente. Y voy a recomendarlas porque ambas merecen la pena.

Empiezo por las damas, como es de educación elemental, con Epitafio: paradójicamente, se trata de una primera obra (curioso título, pues), firmada por Paloma González Rubio y publicada por Ediciones de la Discreta. No llega a las 170 páginas de extensión, una novela corta, y a pesar de ser su estreno literario no es, ni mucho menos, su primera incursión en el mundo de la Literatura. De hecho, me da la impresión que es lo que le faltaba por hacer en el sector del libro: escribir el suyo propio. Filóloga semítica (especialidad hebreo y arameo), cantante solista en un cuarteto de música sefardí, correctora, traductora, redactora y editora de textos para libros de tipo (de cocina, de salud, enciclopedias...), profesora en talleres literarios..., y todo esto durante muchos años. En fin, se puede decir que conoce el oficio de juntar letras desde dentro. No hace mucho superó su "miedo escénico" y decidió lanzarse al ruedo. Presentar sus propios escritos al juiico de la crítica y el público. Y ganó el premio de relato "José Saramago" con su cuento Con los cinco sentidos que publicó precisamente Ediciones La Discreta y que fue lo que motivó el interés de la editorial por ésta su primera novela.

Epitafio es la historia de un tipo que se llama Manu (Manu de Manuel, no de mi profesor de Reencarnaciones, el hijo del dios Vivaswat y de Saranyu, primer ser humano y el primer rey de la Tierra según la mitología hindú y autor de un famoso manuscrito: el Manu Smriti), que un día se levanta y descubre que ha perdido su capacidad para ser amable. Ello le confiere una visión inédita del mundo y, lo que es más importante, un nivel de alerta consciente ante la vida diaria, en apariencia tan rutinaria, que le lleva a descubrir cosas sorprendentes sobre sí mismo y los que le rodean que, por supuesto, ni entienden lo que le está ocurriendo ni, en todo caso, están dispuestos a aceptarlo. Parece una tontería como punto de partida, pero no lo es en absoluto. Sería una experiencia interesante para cada uno de nosotros probar a vivir algo más de 24 horas como lo hace el protagonista de este título. Es decir, sin ser amables con los demás (ojo, eso no significa ser bordes ni dedicarse a mirarles por encima del hombro: se trata de un estado especial de la conciencia, casi sacado de la mística hindú, de indiferencia hacia el mundo) en el sentido de no depender del juicio ajeno para nuestros comportamientos ni trabajar por nuestra imagen pública de ninguna manera.

Uno de los detalles más curiosos de la novela es su referencia a cierto epitafio que le da título y que existe realmente, porque Paloma es, en su vida privada, una coleccionista de este tipo de textos funerarios; de aquéllos que destacan por su originalidad, su profundidad o su ironía. En una entrevista que le hice para EFE, me habló de algunos de los más curiosos que había recopilado como el de la lápida de un patriarca gitano donde encontró el siguiente adiós grabado por su familia: "Como padre fuiste un ejemplo; como marido, un ejemplar". O como el que se le atribuye a Groucho Marx (se atribuyen tantas cosas a este genio del humor...) pues se dice que quiso inscribirlo en la tumba de su suegra: "Rip Rip, Hurra".

Por criticarle algo, yo hubiera terminado la novela de una manera diferente. Habría enviado a Manu, más que probablemente, a conquistar el mundo, en lugar de dejarle confinado en el reducido entorno de su familia y amigos en el que se mueve durante todo el texto. Además, después de todos los descubrimientos que ha hecho en ese estado de iluminación especial a lo largo de la obra, al final decide rendirse de manera un tanto pobre para salvar su posición en la vida, en lugar de tener el valor suficiente de asumir su nuevo nivel de conocimiento y explorar hasta dónde le lleva. Salvando esto, novela recomendable y además fácil de leer con una prosa limpia y mucho más trabajada de lo que parece a primera vista.

La segunda novela se titula Antes de decirte adiós y la firma Guillermo Galván, cuyo nombre sonará a aquéllos que conozcan un poco sobre el panorama literario español de los últimos años. Ex periodista, ex jefe y actual colega y amigo, esta obra editada por Suma de Letras es la sexta novela que publica y la primera que llega a las librerías sin un galardón literario detrás "con gran alivio mío" según me dijo en otra entrevista que le hice hace poco sobre este texto porque "hasta ahora la única oportunidad de publicar era avalado por un premio" y estaba "empezando a coger complejo". Se estrenó con La mirada de Saturno, que se llevó el premio Tiflos en 1999 y luego siguieron El aire no deja huellas (finalista del Rodrigo Rubio 2001), Aislinn-Sinfonía de fantasmas (premio Río Manzanares 2002 finalista del XIII premio de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios), De las cenizas (premio Felipe Trigo 2003 y sobre la que se rodó una versión cinematográfica con el título de Vorvik) y Llámame Judas (premio Alfonso VIII de la Diputación de Cuenca). Claro que lo de los libros y los premios es tradición familiar porque su hermano Paco también tiene una larga lista, pero ésa es una historia para otro día.

Antes de decirte adiós es una historia policial curiosa y entretenida relatada en dos partes y algo más de 400 páginas. La primera se sitúa en el Madrid asediado de 1939 que está a punto de caer en manos del ejército franquista y adonde llega a bordo de un camión, camuflado como si fuera de la Cruz Roja, un extravagante pelotón de soldados republicanos procedente de un batallón de castigo con el encargo de cargar y sacar de la capital el ataúd con los restos mortales de un antiguo profesor de Azaña. Toda la misión es un esperpento desde el principio al fin y por supuesto al final de esta parte, donde mueren varios de los protagonistas, se descubre que dentro del féretro no viaja el cuerpo del susodicho profesor. La segunda parte nos sitúa de nuevo en Madrid, pero 22 años más tarde, en 1961, cuando el protagonista Dimas Tallón, un comisario rebeldón y con serios problemas de relación con su padre, se encarga de investigar el misterio de aquel viaje inexplicado e inexplicable y que ofrece un final sorprendente.

Este título posee un par de valores añadidos a la historia, que se lee como una novela de aventuras. El primero es la sólida documentación (periódistica documentación, naturalmente) sobre la que se basa ya que Guillermo la escribió contando con testimonios personales de las dos épocas retratadas, aparte de su conveniente labor de hemeroteca para ambientar a la perfección ambos años. El segundo es que es la primera vez que me encuentro en una novela española (no sé si será realmente la primera vez que alguien lo ha hecho, pero me da la impresión de que sí) una novelización, además bastante creíble, de las conspiraciones de los generales franceses de la OAS durante su estancia en Madrid a comienzos de los años sesenta, justo poco antes del golpe militar en Argelia.

Mi mini-crítica en este caso hace referencia a la época elegida para la ambientación de la novela: la guerra civil española y sus consecuencias. No por otra cosa, sino porque me aburre soberanamente este escenario que, aunque todavía tenga recorrido literario por delante en opinión de Guillermo, en los últimos años me ha saturado después de leer tanto sobre aquel triste momento. Claro que esto tiene fácil arreglo porque su próxima novela, que además saldrá en pocas semanas en otra editorial (mala suerte, coindir la publicación tan seguida de dos novelas nuevas) con el título de Sombras de Mariposa se desarrolla en un período más sugerente: la España del siglo VI...




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