Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

martes, 5 de octubre de 2010

Palabra de Dios...

Es característico del ser humano: hablar más cuanto menos sabe acerca de algo. No me refiero a los lamentables tertulianos que proliferan en los programas audiovisuales, sobre todo en la radio, y que comienzan sus intervenciones carentes de pudor con esa frase característica de "bueno, yo en realidad no tengo mucha idea acerca del problema que estás planteando pero creo que lo que habría que hacer es..." No, hablo de una forma de ser general que conduce a tanta gente a opinar por sistema (¡y con qué autoridad!) acerca de asuntos sobre los que, en el mejor de los casos, la única formación que tienen es lo que han leído en un par de revistas o lo que han visto en una película..

Uno de los temas favoritos de conversación de ese tipo de personas es la religión. Resulta asombrosa la contundencia con la que se expresan contra el fanatismo de algunas religiones precisamente aquéllos que profesan otra distinta y lo hacen con parecido nivel de entrega que los criticados, en lugar de preocuparse por averiguar más sobre ellas e incluso sobre sus propias creencias; pero, ya se sabe, "la caca de mi pollito es mejor caca"...  Al respecto de esto, una encuesta publicada hace unos días en EE.UU. se ha convertido en un crudo espejo para la población de este país, que tiene a gala ser tan religiosa. Lo vemos en sus iconos culturales de exportación masiva una y otra vez: desde los cristianos "renacentistas"..., digo..., renacidos al estilo de George Bush Jr. hasta los jueguecitos "cabalísticos" de Madonna, Demi Moore y otros fieles del judaísmo, pasando por los puristas amish, los coros negros de gospel de las misas cantadas, los budistas de salón modelo Richard Gere, los iluminados seguidores de la New Age y sus "hermanos cósmicos", los musulmanes pacifistas de Nueva York y otras ciudades del Este e incluso los afiliados de la Iglesia de Satán del ya fallecido Anton LaVey (que Dios lo guarde en su seno...). Todos ellos se pasan buena parte del día interpretando sus respectivas religiones de manera muy peculiar y yo diría que poco práctica (algo sé del asunto, que para eso llevo tantos años cursando la carrera de dios).

La encuesta en concreto, el Foro Pew sobre Religión y Vida Pública, practicó su sondeo planteando 32 preguntas, justo 32, a los encuestados de manera que al final se encontró con este sorprendente hecho: los ateos y los agnósticos suelen saber más sobre credos y religiones que los propios practicantes de las mismas. Ello nos conduciría a una deducción lógica: ¿acaso son ateos o agnósticos precisamente por disponer de ese conocimiento? No adelantemos conclusiones. Primero conozcamos algunos datos en frío. Resulta que este grupo de "poco o nada creyentes" por así decir obtuvo un promedio de casi 21 respuestas acertadas de la treintena de preguntas. Tras ellos el segundo grupo más connoisseur fue el de los judíos con una media de 20,5. En tercer lugar del podio, pero muy cerquita, quedaron los mormones con un 20,3. Los protestantes en conjunto presentaron una tarjeta de aciertos de 16 y los católicos se quedan en la cola (ah, pero no importa: los últimos serán los primeros) con 14,7.

Como esto es EE.UU., también hay que diferenciar entre blancos y negros. Y así los católicos blancos mejoraron su media hasta los 16 aciertos mientras los católicos hispanos cayeron hasta los 11,6. A los protestantes les sucede algo similar porque los protestantes blancos se quedaron al borde de los 16, en el 15,9 (me los puedo imaginar rabiando: "aaargh, nos ganaron los católicos por un 0,1"), mientras los protestantes negros se quedaban atrás en el 13,4.

El sondeo del Foro Pew nos deja algunas ideas interesantes. Por ejemplo, los cristianos del sur de los Estados Unidos, los más apegados en principio a la Biblia, son justamente los que menos y peor la han leído. De hecho, los que cren que la Biblia es la palabra literal de Dios (deben pensar que Dios no tenía mejor cosa que hacer que dedicarse a dictar el mamotreto bíblico como cualquier ejecutivillo manda escribir una carta a su secretaria) tuvieron una media peor de respuesta que aquéllos que no creen que este texto sea esa palabra literal. Aunque podría apostar veinte a uno, como suele decirse por allí, a que más del 90 por ciento de unos y de otros no tienen ni idea de que la mayoría de los textos del llamado Viejo Testamento (desde luego los más conocidos, como la creación de Adán y Eva, el mito de la serpiente en el paraíso, el diluvio universal y otros de este estilo) no son de origen judío sino que este pueblo se limitó a adaptar y adoptar, a copiar hablando en plata, las leyendas preexistentes de los antiguos egipcios y mesopotámicos (sumerios, fundamentalmente).

Otro punto de interés es la ignorancia que los creyentes de una religión suelen padecer acerca de su propia fe. Ése es en realidad el problema: el abuso de la fe, de la creencia pura y dura, con lo cual el sentido espiritual que pudiera albergar la religión organizada se diluye en la nada, sobre todo cuando el militante de algún credo deja de comprender el porqué de sus ritos y ceremonias y se limita a seguirlos por pura inercia. Así, más del 45 por ciento (¡casi la mitad!) de los católicos norteamericanos reconoció que no tenía ni idea de que, según la doctrina de la iglesia vaticana, el pan y el vino que se emplean en la comunión no simbolizan el cuerpo y la sangre de Jesús sino que se transforman verdaderamente en ellos en el momento de la consagración en el proceso que se conoce como transubstanciación. Este canibalismo místico está muy extendido y lo encontramos en las antiguas creencias de todo el mundo. Y más en la católica, teniendo en cuenta que la mayor parte de sus misas no son sino una copia descarada de las misas mitraicas, las celebradas en honor de Mitra, que culminaban igualmente con la ingesta del vino y la carne, la sangre y el cuerpo, del toro místico cuya muerte a manos del héroe divino del gorro frigio salvaba al mundo.
En el mismo sentido, el 53 por ciento (¡más de la mitad!) de los protestantes no identificó correctamente a Martín Lutero como el tipo que inició la Reforma Protestante en la que ellos justo militan. Muchos, ni siquiera sabían quién era y el nombre les sonaba a un famoso y homónimo (homónimo porque le pusieron ese nombre precisamente en honor al religioso alemán) norteamericano llamado Martin Luther King. Como en la encuesta hay para todos, el 43 por ciento de los judíos ignoraba que Maimónides, uno de los rabinos más venerados de la historia judaica, profesó la fe mosaica.

Y todos estos sorprendentes datos se suman a otras dos cifras: el 37 por ciento de los encuestados dijo que leía la Biblia u otras escrituras sagradas al menos una vez por semana y el 48 por ciento reconoció que "rara vez" o "nunca" leen otros libros religiosos aparte de éste.

Y luego la gente dice que el raro soy yo porque estudio la carrera de Dios. 

1 comentario:

  1. Coñe, Pedro Pablo, no sabía que tenías un blog, jejeje.
    No me extraña el resultado de la encuesta que citas. Como resumen, podría decirse que el fervor religioso es inversamente proporcional a la capacidad intelectual. Lo de Lutero es de traca y eso que una de las razones por las que le dieron el bote fue porque quería traducir la Biblia al alemán para democratizarla permitiendo que el pueblo la leyera. Ya ves el éxito que tuvo.
    Lo cierto es que todo esto de Dios es una paja mental de la humanidad. ¿No sería mejor para todos los teólogos, curas, obispos, pastores, imames y demás priests que en el mundo son, han sido y serán hacerse una paja física para relarse y dejarnos en paz?

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