Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

miércoles, 24 de abril de 2013

No sólo los coches son híbridos

Hace casi cuatro años por estas fechas apareció en la playa de Long Island un bicho verdaderamente extraño que parece sacado de la película de John Carter o quizá de alguno de los largometrajes de la interminable lista de secuelas de Star Wars. La información que llegó al respecto aseguraba que los restos habían sido recogidos y transportados al laboratorio para su análisis ya que los responsables de la limpieza de playas fueron incapaces de deducir ante qué tipo de animal se encontraban, si bien a primera vista da la impresión de ser un perro en estado de descomposición. Sin embargo, esa jeta extravagante,
casi demoníaca..., no infunde precisamente confianza ante la naturaleza del animal. Lo cierto es que pocos días más tarde fue descubierto un cuerpo parecido, esta vez sin cabeza, que fue igualmente recogido. A fecha de hoy no ha trascendido absolutamente nada acerca de estos seres y sus análisis, lo que naturalmente ha disparado todo tipo de especulaciones y explicaciones peculiares sobre su definición exacta. Sobre todo porque uno de los testigos directos aseguró que no lejos de allí existía un centro de experimentación animal del gobierno. ¡Zas! Para qué queríamos más... Conspiranoia habemus. ¿Estamos ante un híbrido que se escapó de un laboratorio secreto?.


En otra parte de esta bitácora, ya tuvimos ocasión de acordarnos de Brunetto Chiarelli, el catedrático de antropología de la Universidad de florencia que hace treinta años ya denunció la existencia de experimentos específicos para crear híbridos de humanos y simios en los Estados Unidos. Y lo más gordo: que la mezcla era viable, gracias a los avances científicos de la época, así que hay que imaginarse lo que se podría hacer ahora... Es más, en aquel artículo también hacíamos referencia a los experimentos de hibridación que hoy, ahora mismo, se llevan a cabo legalmente en el Reino Unido gracias a la ley de Embriología y Fertilización Humana (¡¡¡Humana!!!) que aprobó en 2008 el ya semi olvidado pero no por ello menos siniestro ex primer ministro británico Gordon Brown, con la excusa habitual en estos casos: dirigir la investigación hacia el descubrimiento de la cura de un amplio catálogo de enfermedades. Por entonces, se citaba a tres centros concretos donde se desarrollarían estas prácticas: las universidades de Newcastle y Warwick y el King's College de Londres. 

Bien, pues la novedad es que algunos periodistas británicos (en concreto, del Daily Mail) tuvieron acceso a los resultados de estos trabajos, que por cierto están calificados de estricto secreto, y comprobaron que los científicos habían conseguido al menos 155 embriones con una mezcla de material genético humano y animal. Algunos eran monos (y por eso en el informe del profesor Robin Lovell-Badge del Medical Research Council's, se hablaba específicamente del experimento bautizado como Planeta de los Simios) pero otros se desarrollaron con especies diferentes.
La mezcla se procuraba de acuerdo con distintas fórmulas. Por ejemplo, aunque parece lo mismo, una cosa es una quimera, en la que las células humanas se mezclan con los embriones animales y otra cosa en un cíbrido, en donde se implanta un núcleo humano en una célula animal. En todo caso, el resultado es una aberración de la Naturaleza. Existen numerosas historias acerca de híbridos en la Antigüedad, pero por lo que cuentan los viejos cronistas en aquella época no había tanto laboratorio ni tanta genética: los cruces se producían "a la brava" siguiendo la vieja usanza de fertilizar al animal de turno, como en esta clásica estatua de Pan y la cabra.

El escándalo generado por la exposición de estos característicos experimentos condujo a la protesta de activistas de diversas organizaciones así como de algunos políticos como David Alton, lord barón, que en plena intervención parlamentaria en Londres expresaba su firme oposición a la creación de este tipo de híbridos "por una cuestión de principios" pues "ninguno de los científicos que se presentaron ante nosotros pudo ofrecer justificación alguna de estos trabajos (...) que rayan en lo grotesco". Según los datos manejados al respecto, del cerca de un centenar de tratamientos y curas de enfermedades que se han desarrollado hasta ahora a partir de la experimentación con células madre, todos se alcanzaron merced a células madre adultas humanas, no embrionarias. ¿Cuál es el objetivo real, entonces, de la hibridación? En la actualidad, los laboratorios ya no están trabajando en esto por los recortes (la crisis ha llegado también a los gabinetes de los mad doctors) o esto se nos dice oficialmente. Vaya usted a saber si es cierto o los británicos continúan haciéndole cosquillas a la naturaleza en el más absoluto secreto. Aunque no hay que ser tan ingenuos como para pensar que estas barbaridades antinatura sólo se le pueden ocurrir a los ingleses. La advertencia de Chiarelli, recordemos, apuntaba hacia Estados Unidos, pero es obvio que éstos no son, ni mucho menos, los únicos países en los que los científicos tienen la oportunidad de jugar a ser dioses.

Y que nadie piense que, una vez comprobada la viabilidad de los embriones con genes mezclados, los investigadores se van a detener ahí. La idea es seguir hasta el final, siempre que se pueda, aunque sólo sea para "ver qué pasa". Lo sabemos ya, aunque pretendamos negárnoslo a nosotros mismos. Pero ¿quién puede olvidar la oreja humana creciendo en la espalda de un ratón durante los experimentos dirigidos por Jay Vacanti en el Hospital General de Massachussets, en los Estados Unidos? ¿O el hueso de un pulgar humano, injertado también a modo de grotesca joroba de otra rata de laboratorio, reproducido esta vez por el equipo del doctor Christian Weinand en el hospital suizo Insel, de Berna? ¿O las ovejas que poseen hígados, corazones e incluso cerebros parcialmente humanos en el experimento que se desarrolla en la Universidad de Reno, en los EE.UU., en lo que se ha convertido ya en el primer rebaño humano (rebaño formal, claro) que se conoce? 

 Existen multitud de experimentos aterradores en este campo y muchos de ellos se han hecho públicos sin que haya pasado nada, más allá de la clásica exclamación de "¡Ay que ver lo que adelanta la ciencia!". Por ejemplo, en 2004, un equipo de la Universidad de Cambridge dirigido por el profesor John Gordon reveló la creación de un híbrido de ¡hombre y rana! (y no es un chiste) fusionando el núcleo de células de la sangre de un adulto con ovocitos de un batracio. En 2005 era un investigador español, Juan Carlos Izpisúa, director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona, quien anunciaba la intención de implantar células madre de embriones humanos en ratones (¡no olviden vitaminares y remineralizarse!). Otro de los experimentos en marcha fue en 2007 el planteado por el equipo de Ian Wilmunt (el polémico padre de la famosa oveja Dolly, el primer animal clonado que conocemos oficialmente) que pretendía ya entonces mezclar células humanas con óvulos de vaca (¡¡¡el Minotauro!!!). Hay muchas experiencias más... Y todo ello sin mencionar las clonaciones más "normales" de ovejas, vacas, perros, conejos, mulas y otros animales: cerca de una veintena de especies ya. Hasta Jeremy
Rifkin, quizás uno de los más brillantes economistas y medioambientalistas del mundo contemporáneo, ha advertido contra este tipo de investigaciones en un artículo de Los Angeles Times recordando que nadie, ni siquiera los científicos que los desarrollan, sabe a dónde conducirán este tipo de trabajos que "pueden permitir la reescritura de la historia de la evolución, esparcir partes del Homo Sapiens en el resto del reino animal (...) e incluso crear nuevas subespecies y superespecies. ¿Estamos en la cúspide del renacimiento biológico, como algunos creen, o estamos dispersando las semillas de nuestra propia destrucción?"

Un momento, un momento... Todo esto ¿no suena muy parecido a la teoría de la creación del ser humano por los dioses? Imaginemos que en el pasado, hace mucho más tiempo del que podemos concebir, la Tierra estuviera habitada por una raza de seres humanos semidivinos, física y mentalmente, con poderes que a nosotros nos parecerían casi imposibles: llamémosle Homo Superior. Esta especie estaría tan adelantada científicamente que dispondría del poder y el capricho de experimentar sobre los animales del entorno, digamos sobre un tipo concreto de monos, para determinar cómo influir en su evolución. ¿Y si el Homo Superior hubiera mezclado partes de sí mismo con esos monos para crear al Homo Sapiens? ¿Y si después de eso, por alguna razón, el Homo Superior hubiera desaparecido (tal vez se extinguió por culpa de alguna enfermedad desarrollada por sus propios laboratorios o tal vez el Homo Sapiens se rebeló y se lo comió, literalmente) y en su lugar sólo hubiera quedado una torpe imitación que, andando el tiempo, hubiera terminado por conquistar este planeta?

¿Estamos repitiendo la historia?

  


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