Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 26 de abril de 2013

Preguntas sobre lo de Boston

Ciertos analistas políticos de altura (o considerados como tal) calificaron los atentados del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos como el "verdadero comienzo", el digamos "hecho fundacional", del siglo XXI. Eso de que la mayor superpotencia contemporánea fuera golpeada en varios frentes al mismo tiempo en su propio terreno y de manera tan dramática como espectacular (sí, hay que decirlo: que fuera golpeada de manera tan cinematográfica) suponía una importante novedad y un cambio bastante reseñable en la forma en la que el país más poderoso de turno se enfrentaba a sus enemigos y justificaba, dadas las circunstancias, el calificativo. En realidad, hay otro elemento básico en ese golpe respecto a otros que han justificado la intervención norteamericana en grandes momentos históricos desde su fundación en sus doscientos y pico años de Historia y es la presencia de medios de comunicación que han difundido los hechos (por no hablar de su transmisión en directo) y los han analizado hasta la extenuación y hasta incluso diría la tergiversación. 

En 1898, la voladura del buque de guerra norteamericano Maine en el puerto de La Habana permitió a unos pujantes y bien armados EE.UU. declarar la guerra por sorpresa y casi a traición a una decadente y desprotegida España para robarle lo que le quedaba de su imperio americano y asiático y sustituirla definitivamente como potencia colonial en la zona. El caso del Maine, que enardeció al pueblo norteamericano (muy bien azuzado por dos legendarios manipuladores y mafiosos el periodismo llamados William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer, que hoy figuran sarcásticamente como ejemplo de "grandes" periodistas) contra el español, sirvió para rematar el siglo XIX y cerrar toda una época y estaba "muy bien estudiado" por los historiadores..., hasta que con el paso de los años, digamos un siglo después, se confirmó lo que los españoles de la época ya habían denunciado por activa y por pasiva. Es decir:
 que no, que la versión oficial era falsa y que el barco no había sido objeto de atentado por su parte, sino una simple excusa para declarar la guerra. Hasta los principales expertos norteamericanos reconocen hoy que España no tuvo nada que ver con la voladura, y la mayoría reconocen que todas las pistas apuntan en este momento hacia lo que hoy llamamos un ataque de bandera falsa. Resumiendo: alguien organizó ese ataque y lo presentó como culpa de España, para que EE.UU. atacara en justa venganza y provocara de esa manera un cambio del statu quo internacional. ¿Y quién organizó ese ataque de bandera falsa? Con todo lo que sabemos sobre el caso, parece bastante claro hacia dónde hay que señalar, pero para los neófitos que se acerquen a la cuestión, la primera pista debería ser la frase que empleaban los representantes de la Justicia en la antigua Roma cuando buscaban al culpable de cualquier crimen: Cui prodest? Es decir, ¿a quién beneficia? 

Nadie organiza un asesinato múltiple camuflado de atentado terrorista o de ataque de otra nación si no espera obtener resultados concretos. En el caso que nos ocupa, el de Estados Unidos, hay que constatar dos hechos reconocidos por cualquiera que se haya tomado la molestia de estudiar la trayectoria de esta potencia. Primero, la exótica divergencia entre su opinión pública general y sus dirigentes en el gobierno. Es un hecho más que demostrado que el ciudadano norteamericano medio es una persona de tendencia individualista, reacio a ser intervenido por el Estado (tanto en lo bueno como en lo malo) y preocupado preferentemente por los intereses de su comunidad local. Aunque los medios de comunicación se empeñan en presentarnos a todos los estadounidenses como chulos y ansiosos conquistadores dispuestos a tomar su fusil de asalto para embarcarse en la primera guerra lejos de casa que se les presente a fin de imponer el american way, cualquiera que los conozca un poco puede atestiguar que, en general, se trata de personas tranquilas y no especialmente violentas, además interesadas tan sólo en su mundo más cercano. No olvidemos que las primeras oleadas migratorias de colonos en la "tierra de libertad" estaban integradas por gentes que sólo buscaban que les dejaran en paz para practicar su propia forma de vida, lejos de las imposiciones de la política, la religión, la economía o la sociedad de la encorsetada Europa de la época. Su país se fundó bajo la consigna: "Cada uno que haga lo que quiera mientras no moleste al de al lado". Pero esas gentes son gobernadas hoy por una elìte política con intereses muy diferentes, que incluyen la construcción y el mantenimiento de un nuevo imperio, y que son los que las han metido (y las siguen metiendo contra su voluntad) en un conflicto tras otro para satisfacer sus propios intereses.


Porque ése es el segundo hecho: EE.UU. posee un sorprendente historial de "oportunos" atentados (algunos de los cuales exhalan un apestoso tufo a "autoatentado") que han permitido a su clase dirigente movilizar a toda la sociedad detrás de sus belicosas intenciones, que la gran mayoría de ciudadanos en principio no apoyaban. Pensemos en la matanza de El Álamo: ese pobre y heroico puñado de norteamericanos entre los que se incluía el mítico David Crockett que fueron masacrados por las superiores fuerzas mexicanas..., cuando muy cerca de allí había tropas estadounidenses que ignoraban lo que estaba ocurriendo y podían muy bien haberles ayudado y hasta evitado la batalla pero cuyos jefes recibieron las órdenes pertinentes de no moverse hasta que concluyó el asalto. De esta manera se justificaba la venganza. Gracias a la muerte de los milicianos yankees a manos de las unidades de Santa Anna, se pudo movilizar a todo el país en una guerra que permitió la anexión de Texas a los EE.UU. al grito de "¡Recordad El Álamo!". Pocos años más tarde, la guerra contra España se llevó a cabo tras un alarido muy similar: "¡Recordad el Maine: al infierno con España!"

Y detrás podríamos añadir el caso del buque Lusitania: un teórico barco civil de transporte de pasajeros, cuyo hundimiento fue presentado como un crimen de guerra alemán y permitió movilizar a la población norteamericana hacia la Primera Guerra Mundial..., cuando en realidad el barco había sido artillado y servía para transportar armas al Reino Unido y fue hundido por un submarino germano después de que el gobierno del Kaiser hubiera advertido públicamente (incluso con anuncios en la prensa de Nueva York) que ése y otros barcos podían ser atacados si se usaban en la guerra en Europa. O el del irónico Día de la Infamia por el ataque "sorpresa" de Japón a Pearl Harbour, que movilizó también a los ciudadanos estadounidenses hacia la Segunda Guerra Mundial, cuando el gabinete de Roosevelt llevaba meses devanándose los sesos tras una excusa para ir a la guerra pese a que acababa de ganar las elecciones basándose en las promesas de no hacerlo. Hoy sabemos que Washington empujó a Tokio a declararle la guerra con sus políticas de acoso comercial y financiero y que conocía no sólo el plan de ataque (de origen por cierto norteamericano) sino el día y la hora exactas del ataque a la famosa base militar de Hawai, pero dejó hacer a los nipones y sacrificó a 3.000 de sus propios hombres para tener una vez más la justificación de la venganza. 

Hay más casos, entre los cuales quizá el más destacable sea el del incidente del Golfo de Tonkín cuando EE.UU. denunció el ataque de dos de sus destructores que navegaban en la zona por parte de lanchas vietnamitas. Según la versión oficial, los charlies atacaron no en una sino en dos ocasiones y, en la segunda, incluso sufrieron el lanzamiento de decenas de torpedos. La "noble" indignación del gobierno yankee permitió declarar la guerra a Vietnam... Sólo para que veinte años más tarde se desclasificara la información oficial que demostró que el incidente había sido completamente falso. La misma excusa de siempre para movilizar a la misma sociedad de siempre en la guerra de turno. Respecto al resto de sucedidos, ¿cuántos años tendremos que esperar por ejemplo para que se desclasifique la información oficial que explica lo que sucedió de verdad el 11 de septiembre de 2001? Porque una cosa es lo que dice la Casa Blanca hoy y otra la que demuestran los hechos amplia y profundamente estudiados desde entonces por cientos de investigadores independientes..., a los que se descalifica alegremente por el procedimiento de colgar la etiqueta de "conspiranoicos", como le sucede a Mac Namara, pese a  que las autoridades norteamericanas mintieron y/o tergiversaron muchos de los hechos ocurridos en esa dramática jornada. Véase la sugerente captura televisiva que acompaña este párrafo.

Con estos precedentes, tenemos ahora sobre la mesa una semana complicada en la que hemos visto tres acontecimientos terroristas juntos en EE.UU. y sobre la cual mi gato conspiranoico y yo hemos tenido ocasión de charlar largo y tendido. El primero, una extraña y brutal explosión de una empresa de fertilizantes en West, junto a Waco, ¡justo cuando se cumple el veinte aniversario de la matanza de la secta de los davidianos en el rancho rodeado por el FBI en esta localidad! Un incidente sobre el que a día de hoy sigue habiendo poca y mala información. El segundo, un envío más que raro de cartas con ricina que recuerda al envío de cartas con ántrax en la época del 11-S (por cierto, ántrax procedente de una cepa existente en un laboratorio bajo control de los servicios secretos norteamericanos: el caso generó un gran escándalo periodístico pero en cuanto se publicó el detalle del origen de las cartas, la información desapareció de los medios de comunicación). El tercero, el bestial atentado de la maratón de Boston obviamente destinado a generar miedo, en una de las ciudades más pacíficas y tranquilas del país.
La versión oficial asegura que Tamerlán y Dzhokhar Tsarnaev, dos inmigrantes chechenos que vivían becados y controlados por las autoridades norteamericanas, fueron los autores de la matanza. Que colocaron y detonaron las dos bombas, por motivos religiosos en defensa del Islam, y movidos por el rechazo a las guerras de Estados Unidos en Iraq y Afganistán. El hermano mayor, Tamerlán (un nombre que nos trae el recuerdo del legendario conquistador asiático, aunque la mayoría de los analfabetos corresponsales de hoy sigan llamándole Támerlan, al estilo yankee, seguramente porque ignoran quién fue el personaje histórico), habría sido el director del grupo, radicalizado presuntamente por posiciones islamistas fanáticas desde hacía años, y murió durante la persecución policial. El hermano menor, Dzhokhar, cayó en manos de la Policía, oportunamente herido en la garganta para que no pueda hablar mucho de lo ocurrido... Y ya está: sólo falta terminar la investigación para concluir que fueron dos locos solitarios más, fanatizados religiosamente. Pero, como dice Mac Namara, en cuanto uno se pone a hacer preguntas, descubre que aquí también, como en otros atentados en suelo norteamericano, hay muchas preguntas sin respuesta. Que conste que no es mi gato el único que lo dice: políticos norteamericanos como Tom Cotton o Charles Grassley han reconocido que "hay un montón de preguntas sin respuesta y tenemos que llegar al fondo de todo esto". Por ejemplo:

¿Cómo es posible que prepararan semejante atentado y no escaparan inmediatamente después si tenían intención, según se dice ahora, de atentar también en Nueva York? ¿Por qué se quedaron varios días más en su residencia habitual, a la espera de que les localizaran? ¿Por qué mataron sin necesidad y justificación alguna al policía Sean Collier? ¿Por qué revelaron sus planes, como si fueran malos de una película de serie B, al chino que dice haber sido secuestrado junto con su coche para conducirles allí y que escapó de la manera más tonta cuando estaban repostando gasolina?

¿Es creíble que Katherine Russell, la mujer de Tamerlán conversa al Islam y como indica esta religión fiel esposa y colaboradora suya, además de madre de su hijo de tres años, no supiera absolutamente nada de los planes de su marido? ¿Por qué los padres de los presuntos autores de los atentados, que confirmaron que Tamerlán había estado "bajo control del FBI desde hacía entre tres y cinco años (...) sabían lo que hacía mi hijo", aseguraron contundentemente que los servicios secretos "le engañaron y le tendieron una trampa"?

¿Por qué las autoridades rusas pidieron a las norteamericanas que se aplicara una vigilancia específica y una investigación sobre Tamerlán (en cuya actitud y forma de comportarse antes del atentado el FBI dijo no haber encontrado nada extraño)? ¿Por qué se negaron a facilitar información adicional sobre este individuo cuando se la solicitaron los estadounidenses? ¿Qué saben los rusos que no han dicho?  

¿Si la vigilancia de Tamerlán no encontró nada raro, por qué la CIA pidió que fuera incluido en una "lista negra"? ¿Y si era tan peligroso como para ello, por qué no se encargó directamente ella en lugar de solicitarlo en general al resto de agencias de los servicios secretos de EE.UU. sin que quedara muy claro quién iba a hacerlo?

¿Cuál es la verdadera identidad del usuario anónimo que, apenas unas horas después de los atentados de Boston, dijo trabajar en una "comisión de seguridad" y auguró en una comunidad on line, 4chan, que "intentarán culpar a un joven de veinte y pocos años" pero "no encontrarán al sospechoso hasta final de semana, posiblemente el viernes"?

¿Qué hacían en el atentado y además en la zona de las explosiones (como se ha podido verificar por la distribución posterior de fotografías del día del ataque) varios miembros de Craft International, una compañía de seguridad privada que literalmente alquila a combatientes y cuyo explícito lema es "La violencia soluciona problemas"? ¿Qué llevaban en las mochilas negras que portaban a sus espaldas, similares a las que contenían los explosivos que se hicieron detonar en la maratón (mientras que las mochilas de los hermanos Tsarnaev ¡eran de color gris, una, y blanca, la otra, pero no negras!)
 
¿Para qué sirven tantos controles teóricos en las entradas y salidas de EE.UU. si luego resulta que Tamerlán habría pasado varios meses de 2012 en Daguestán, donde se dice que pudo recibir armas, entrenamiento e instrucciones, sin que lo supiera el en teoría vigilante FBI por culpa de un "error de ortografía en una base de datos"?

Por cierto, ¿qué significa exactamente la expresión "radicalizarse a sí mismos" utilizada por las autoridades norteamericanas para justificar su comportamiento? ¿Y qué se considera como una persona radicalizada aparte de su significado de alguien con fuertes convicciones que no tienen por qué coincidir con las imperantes en el sistema?

Esta última pregunta me interesa especialmente, más que nada por saber si Mac Namara y yo estamos incluidos también en alguna lista de radicales o podemos estarlo el día de mañana por plantearnos preguntas incómodas y acabamos protagonizando una huida a lo Starsky y Hutch, de éstas que tanto gustan a la audiencia de la tele.





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