Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 1 de junio de 2018

Rendición

Mira que llega a cansarme la teleserie El circo español, aunque tengo que reconocer que últimamente hemos tenido algunos capítulos bastante entretenidos. En las últimas horas (y quizá porque a estas alturas del curso empiezo a estar tan agotado que en lugar de seguir saltando vallas me limito a embestirlas con la mirada fija en la línea de meta) me he dejado llevar por el último giro argumental que nos han planteado los guionistas que la escriben, en esos despachos tan alejados de España, porque ya tiene mérito haber conseguido "resucitar" al patético antagonista del no menos patético protagonista para sustituir a uno por otro y mantener la tensión de la trama principal. Así que en ésas estaba, viendo en la caja tonta la actuación de la colección de botarates que se supone forman la crème de la crème de la política española, cuando apareció por el salón del apartamento mi gato Mac Namara al que, la verdad, hacía tiempo que no veía.

Yo achacaba su ausencia a que estaba haciendo mejor las cosas en mis clases de la Universidad de Dios, porque la verdad es que siempre he sospechado que es un infiltrado de mi tutor el Gran Thoth para evaluarme cuando bajo la guardia y pasarle informes sobre mis progresos reales. "Si no aparece por casa para darme la charla, es que algo estoy mejorando", me decía a mí mismo. No sé si estaba muy acertado porque la mirada que me echó después de verme tan entretenido viendo la televisión me pareció de suspenso en el examen. 

- Parece mentira que con todo lo que sabes sigas perdiendo el tiempo con las aventuras de semejantes papanatas -me reprochó entonces, sin anestesia ni nada- Están pasando cosas graves en el mundo en general y en Europa en particular, que requieren tu atención mucho más que la pantomima a la que te has aficionado.

- Ya lo sé, Mac..., pero no me des la brasa que el culebrón está muy interesante  ahora mismo -le contesté, tratando de no dar mayor importancia a sus recriminaciones-. Mira, incluye varias tramas en plan 'crossover' con la otra teleserie de moda, la de 'Pasión de catalanes'.

- ¿Te has leído por lo menos los libros que te recomendé?

- Acabo de terminar el de Houellebecq -asentí.

Hace ahora tres años el autor francés Michel Houellebecq publicó la novela a la que se refería mi gato conspiranoico: Sumisión, que fue recibida con sordina y temor por muchos críticos occidentales a pesar de plantear una hipótesis cada día más próxima a la realidad (o quizá precisamente por ello). Es una crónica de la destrucción de la identidad occidental europea por culpa de la invasión demográfica del Tercer Mundo y, especialmente, la de carácter musulmán. El título sintetiza lo que ocurre en este libro, pero también es la traducción a nuestro idioma del término islam. Hace algunos años leí una explicación, concisa pero muy clara, acerca del significado real del nombre de esta religión, firmada por un experto de origen caldeo/iraquí. Aunque en los últimos años se ha puesto de moda, por aquello de la alianza de civilizaciones y otros conceptos falsamente buenistas, decir que islam significa paz porque ambas palabras tienen la misma raíz gramatical en árabe -salm-, la verdad es que no significan lo mismo. Para entenderlo bien, pensemos que, en español, una cosa es un banco para sentarse en él, un asiento, y otra muy diferente es un banco de manejar dinero, una institución financiera. Y no es que tengan la misma raíz, es que se escriben y pronuncian exactamente igual.

En realidad, islam deriva de otra palabra árabe, muslim, que significa textualmente "el que se somete". Según explicaba el erudito iraquí, Mahoma y sus seguidores no empezaron a ser llamados musulmanes hasta bastantes años después de la aparición del arcángel Gabriel al profeta y el comienzo de las predicaciones en el 610. Esta denominación se extendió más bien a partir del 624, cuando comenzaron los enfrentamientos con otros jefes tribales y la conquista de territorios para la nueva fe, buscando la conversión  por las buenas..., o por las malas. Antes de atacarles, Mahoma enviaba mensajes a sus enemigos para que depusieran la actitud inamistosa y se unieran a su causa, que terminaban siempre con la misma despedida: Aslem Taslman, palabras que también proceden del mismo salm y que se traducen como "Rendíos y os salvaréis"Cualquiera que haya leído con cierta reflexión y un mínimo de discernimiento religioso el Corán conoce qué tipo de sumisión requiere Alá (y, ya que estamos, así entre nosotros diré que es un dios sospechosamente similar en su forma de actuar a la vecina divinidad de los judíos: tan indulgente y misericordioso con aquéllos que se pliegan a sus deseos pero tan belicoso, inflexible e incluso cruel con los que no lo hacen).

Dicho lo cual, el texto de Houellebecq se presenta en teoría como perteneciente al género de ciencia ficción o, mejor dicho, de literatura prospectiva. Nos sitúa en Francia literalmente el día de mañana, en 2022 -que, aunque no lo parezca, está a sólo 4 años de distancia-, para contar la historia de François, un profesor universitario. Se trata del prototipo de intelectual europeo de mediana edad, hastiado de sí mismo debido a su vulgaridad personal, su carencia de sentido de la trascendencia y el afán por centrar sus días en el único horizonte de abrazar la comodidad y la seguridad -y si es posible, también el dinero y la reputación profesional-, por más que ello devenga en un aburrimiento existencial insoportable. Su único mérito es ser un especialista en la obra de Joris Karl Huysmans, un escritor francés del siglo XIX hoy prácticamente olvidado pese a que en su época tuvo cierta repercusión. En el momento de comenzar la novela, los partidos tradicionales han alcanzado el grado supremo de desprestigio por la corrupción e ineficacia de sus líderes y la población musulmana (por efecto de la inmigración extranjera, básicamente) ha crecido tanto que resulta determinante en la balanza de las inmediatas elecciones presidenciales. De hecho, las dos únicas opciones de victoria en estos comicios son las representadas, por un lado, por los ultranacionalistas de Marine Le Pen y, por otro lado, por un partido islámico moderado llamado Fraternidad Musulmana encabezado por Mohammed Ben Abbes, hombre inteligente, con carisma y aparente bonhomía.

La creciente presencia de musulmanes en la Francia descrita por Houellebecq, donde se mezclan personajes reales y ficticios -pero verídicos-, es agobiante: lo políticamente correcto toca cada vez más aspectos de la vida pública y privada de los supuestamente libres ciudadanos franceses (La libertad guiando al pueblo decidió largarse de la capital gala tiempo atrás), por no mencionar los atentados que se producen regularmente y que la gente no quiere ni mencionar mirando para otro lado cuando se producen y asumiéndolos como algo "normal". La misma novia de François, de origen judío, decide irse a vivir a Israel ante el enrarecimiento de la situación en Eurabia, como diría Oriana Fallaci (por cierto que resulta muy interesante volver a ojear, hoy día, algunos de los textos en los que esta periodista italiana hablaba de todo esto, especialmente sus libros La rabia y el orgullo y La fuerza de la razón). 

Como tantos otros franceses y europeos, François es consciente de la invasión pero no quiere creer en ella (le da miedo lo que puedan decir de él si expresa sus temores en público y, además, es demasiado cobarde para defender el sistema en el que vive) y prefiere seguir la política del avestruz... Hasta que Ben Abbes gana las elecciones presidenciales en segunda vuelta, ya que los partidos políticos tradicionales, especialmente los de izquierda, prefieren apoyar a un "moderado" que a una "extremista". Una vez en el gobierno, Fraternidad Musulmana comienza a hacer cambios como la anulación del derecho de igualdad entre hombres y mujeres y la instauración de la poligamia, encaminando al país hacia su reconversión en estado islámico. Una de las medidas que toma es la privatización de la universidad de París III en la que trabaja el protagonista, que pasa a ser una universidad islámica. Sin embargo, el objetivo de Ben Abbes es más ambicioso que poner toda Francia a los pies de Alá. Lo que desea en realidad es convertir la Unión Europea en una especie de nuevo sacro imperio, pero no romano y germánico como el de Carlomagno, sino islámico y afrancesado y dirigido por él mismo.

El final de la novela es desolador, porque François hace honor a la trayectoria vital que ha mostrado en las páginas anteriores -en lugar de a la tradición heroica de la Vieja Europa- y se rinde sin pensárselo mucho cuando uno de sus antiguos mentores, ya plegado al nuevo poderío musulmán, le propone elevar su rango en la nueva universidad islámica, con un trabajo de prestigio, muy bien pagado, y varias mujeres a su disposición. Por supuesto, tendrá que convertirse al islam. François se entrega con armas y bagajes. ¿Es posible algo así en la realidad? ¿Una Francia islámica a corto plazo? ¿Una Europa islámica? ¿Con todo lo que eso significa? Según Mac Namara, no sólo es posible sino que ya está ocurriendo ante la indiferencia general y, en su opinión, el resultado "no será bueno". Él cree, además, que la responsabilidad de que esté sucediendo hay que buscarla, más que fuera de la propia Europa, dentro de ella...


De hecho, el propio Houellebecq declaraba en una entrevista poco después de la publicación de su novela que, tras vivir diez años fuera de Francia, al volver "me impresionó el desprecio total de los franceses por sus élites dirigentes y mediáticas" y constató además que "quizá el periodismo sea la única profesión más despreciada que la de los políticos. Hay que decir que la situación es relativamente alucinante." Entre otras cosas, está "la cuestión de la libertad de expresión, que me concierne. Esa libertad la hemos perdido. Cuando yo era adolescente, en los años setenta, había más cosas permitidas. En la actualidad, el debate de ideas se limita a la detección de los derrapes. Una vez que el derrape ha sido cometido, el responsable puede disculparse; a eso se limitan sus derechos." Incluso llegaba a hablar en esa entrevista del "asesinato" de Francia, cometido "por nuestras clases dirigentes" con escándalos políticos monumentales -aunque los ciudadanos, tan dormidos como están, nunca se percatan de ellos- como el referéndum de 2005 sobre la Constitución europea. Houellebecq recuerda que "los franceses votaron claramente por el no. Y semanas más tarde el Gobierno lo hizo aprobar por vía parlamentaria. Es un desprecio muy claro a la democracia. Así que la hostilidad de la gente contra los dirigentes es muy fuerte, y eso en un momento de crisis económica y desempleo alto".  

Hablando de esa pérdida de la libertad de expresión, uno de los principales valores civiles que Europa ha dado al mundo, Mac Namara me recuerda que en la misma época en la que se publicó Sumisión se produjo otro gran escándalo público: el de las agresiones sexuales masivas cometidas por bandas de musulmanes en varios países europeos durante los últimos años, silenciadas por los medios de comunicación "serios" a instancias de las autoridades de sus propios países con la excusa de no incitar la islamofobia contra los inmigrantes en, al menos, Suecia, Austria, Finlandia y Suiza. 

- Como sabes -insiste mi gato conspiranoico-, la situación explotó finalmente durante la Nochevieja de 2015 para 2016, cuando esta "ola de enriquecimiento cultural" alcanzó a Alemania, con violaciones y agresiones múltiples en, al menos, Colonia, Berlín, Düsseldorf, Frankfurt, Hamburgo, Stuttgart y Bielefeld. El propio jefe de policía de Colonia, Wolfgang Albers, fue suspendido del cargo y llevado a situación de "retiro provisional" por atreverse a decir en voz alta a los periodistas lo que todo el mundo sabía en la ciudad pero que la siniestra Merkel y sus secuaces querían seguir ocultando.  

- ¿La siniestra Merkel? No la tienes mucho aprecio -bromeé...


- Algún día te hablaré de las muchas sombras de la señora Kasner, que es su verdadero apellido. En Alemania, las mujeres toman el apellido del marido y ella se casó con un físico llamado Ulrich Merkel..., aunque luego se divorció y se casó con un químico con el nombre de Joachim Sauer, que a día de hoy sigue siendo su marido, pero ella mantuvo el apellido Merkel. Después de todo, era su nombre "artístico" por el cual ya le conocía todo el mundo. Además, 'Sauer' significa 'agrio' en alemán. Pero volviendo al tema de la libertad de expresión y la ocultación sistemática de informaciones "poco" correctas, hay un caso aún peor en el Reino Unido, los territorios de esa otrora gran defensora de las libertades llamada Inglaterra, o eso dice su propaganda, que cada vez se parece más a la caricatura de país descrito en la obra de Alan Moore y David Lloyd 'V de vendetta'...

Al pedirle explicaciones, Mac Namara me facilitó detalles de una historia que yo recordaba haber visto por encima en algunos informativos de televisión, pero que no tuvo excesiva repercusión en los medios españoles en particular ni en los europeos en general, porque desapareció con rapidez de los titulares. Con excesiva rapidez. A medida que mi gato conspiranoico me contaba al respecto se me fue poniendo la piel de gallina. Me relató lo sucedido con las bandas de violadores paquistaníes que durante muchos años, al menos durante 16 años entre 1997 y 2013, agredieron sexualmente a unas 1.500 niñas (algunas fuentes creen que el número real se acerca a las 2.000), algunas de ellas de sólo 11 años, y también a algunos niños, en la localidad de Rotherham, en South Yorkshire, muy cerca de Sheffield. Atraídas con regalos, eran drogadas, alcoholizadas, violadas y luego forzadas a prostituirse. En domicilios particulares, en parques, en garajes, incluso en atrios de iglesias..., los vecinos pronto tuvieron conocimiento de lo que estaba pasando pero las autoridades municipales, del partido Laborista -que gana allí desde los años setenta- y la policía local taparon lo que estaba ocurriendo con la misma estúpida excusa de "no alentar la islamofobia" y que nadie les acusara de racistas por denunciar el fracaso del modelo multicultural que las elìtes comunitarias llevan tanto tiempo intentando imponernos a los europeos.

Una mujer de mediana edad y madre de tres hijos, Jayne Senior, empleada en los servicios sociales locales, fue la única valiente capaz de ir recopilando a partir de 1999 la información necesaria y contrastada para elaborar un informe que sacara a la luz este drama. En 2002 sus superiores en el Ayuntamiento le confiscaron todos los documentos que había ido recogiendo y la degradaron por haberse atrevido a acudir a la policía municipal a contar lo que estaba ocurriendo -policía que no la creyó o directamente no la hizo caso-. Pero ella no se arredró y, en 2008, con la ayuda de un agente más joven y mucho más humano que sus colegas, logró acceder al sistema de información de la policía nacional y, en 2010, sus esfuerzos se vieron recompensados con la condena de los primeros cinco paquistaníes por sus agresiones sexuales sobre cuatro niñas, algunas de 12 años de edad. Finalmente, en 2012, un periodista de The Times publicó una historia más detallada y reveló al mundo -y a los propios británicos- las miserias de este caso repugnante que ya lleva varios juicios y una veintena de sinvergüenzas encarcelados..., y eso sólo con los casos de 133 niños.


Aunque la prensa británica ha descrito a estos criminales como "bandas de delincuentes asiáticos", los condenados son todos paquistaníes musulmanes y de hecho en el último de los fallos judiciales los condenados escucharon la sentencia en el juzgado de Sheffield en actitud desafiante y con gritos de Ala Akbar -Alá es grande-. Aún más, en los últimos años se ha confirmado que lo de Rotherham se ha repetido en otras localidades británicas como Bradford, Blackburn, Oldham, Derby, Rodchale..., siempre con bandas de paquistaníes musulmanes como despreciables protagonistas. El escritor irlandés Peter McLoughlin publicó Easy Meat (Carne fácil) hace un par de años para explicar que estos hechos están ocurriendo en realidad desde hace al menos treinta años y en muchas más ciudades de las que hasta ahora se ha conocido. Ésa es, en su opinión, la razón de que a día de hoy todavía no haya estadísticas oficiales sobre lo sucedido, porque el escándalo público podría alcanzar cotas estratosféricas ya que, como explicaba en una entrevista "no hay ninguna razón para pensar que esta trama musulmana de abusos sexuales haya detenido sus actividades en el Reino Unido y ningún periodista con cierto peso mediático ha reconocido lo que han tenido que sufrir cuatro generaciones de niñas abandonadas por la sociedad en manos de bandas de depredadores sexuales". McLoughlin recordaba que el islam "tiene una historia de esclavitud sexual desde los tiempos del profeta Mahoma. El Corán autoriza a los hombres a tener sexo con sus mujeres y también con esclavas" y así es como son vistas estas niñas que en ningún caso adquieren para sus captores categoría de novias y mucho menos de esposas. Son esclavas sexuales que según algunos informes publicados en la época del gobierno de David Cameron reportan cerca de 200.000 libras al año por niña a las mafias de la prostitución, en un negocio aún más rentable que el tráfico de drogas. Lo más grave es que "todos los profesionales pagados por el Estado que durante años ignoraron y taparon los hechos siguen en sus puestos".

Hay informes policiales tan asombrosos como repulsivos, como el de una niña de 13 años que a las tres de la mañana estaba en una casa, literalmente emborrachada con vodka, con la ropa rasgada y rodeada por un grupo de "asiáticos" dispuestos a "disfrutarla". Sus gritos alertaron a un vecino y él llamó a los agentes que, cuando se presentaron en la zona, se llevaron a la niña regañándola por su borrachera..., sin decir absolutamente nada a las hienas humanas que aquella noche se quedaron sin su ración de carne fácil.

- ¿Y hoy? ¿No se está haciendo nada al respecto, ahora que se sabe públicamente lo que ha ocurrido? -pregunto con inquietud a Mac Namara.

Recuerda lo que dice McLoughlin respecto a que todos los que debían intervenir y no lo hicieron y siguen tan tranquilos en sus puestos... O incluso más arriba todavía. Mira a la actual primera ministra británica, Theresa May, que era ministra del Interior desde 201o. En 2014, siendo todavía responsable de Interior, no se le cayó la cara de vergüenza al declarar públicamente en el Parlamento británico que la culpa de lo que había pasado en Rotherham era de "la corrección política institucionalizada" porque "muchas víctimas sufrieron la injusticia de ver sus gritos de ayuda ignorados". No sé cómo calificar esto... Aunque ha sido criticada por el islamismo radical en algunas ocasiones, no se puede decir que sea una gran enemiga del islam y la prueba la tienes en que hace poco ha decapitado políticamente a su hasta ahora ministra del Interior, Amber Rudd, que oficialmente ha dimitido. Lo ha hecho porque Rudd le comunicó el pasado mes de abril su intención de deportar un 10 % más de inmigrantes ilegales en los próximos años. Resultado: May ha nombrado como sucesor de Rudd a Sajid Javid, un señor de ascendencia..., paquistaní. Y que, para redondear el sarcasmo, tenía hasta este momento el cargo de secretario de Estado para Comunidades y Gobierno Local del Reino Unido.

Me quedo tan impactado con todo esto que sólo se me ocurre decirle a mi gato conspiranoico que no tengo nada que ver con Theresa May.   

- Se apellida como yo, pero mi May es de origen alemán. Ni soy familia suya, ni quiero serlo, que conste... ¡Menuda elementa!


- Como Ángela, es de las que tiene sombras alargadas a sus espaldas y, también como ella, es de las que se cambia el nombre, porque May no es su apellido original -ante mi sorpresa, me aclara:- En el Reino Unido la mujer también asume el apellido del marido al casarse. Su verdadero nombre es Theresa Brasier, sí, créelo, Teresa Sostén, si lo traduces al español... Lo que pasa es que se casó con el financiero Philip John May y se cambió el apellido por otro más bonito. 

Mac Namara y yo estuvimos hablando hasta bien entrada la madrugada sobre este tema. Me contó algunas cosas aún más interesantes..., y lo bastante peligrosas como para no explicarlas en público, aunque no me resisto a apuntar aquí una de las ecuaciones que me detalló. Dice: (convence a los europeos de que tener niños es molesto y caro) + (dificulta la posibilidad de que tengan descendencia, incrementando el nivel de vida y multiplicando las distracciones y diversiones en las que gastar el dinero fuera de la familia, de forma que sea obligatorio el trabajo de los dos miembros de la pareja para lograr salir adelante) + (ridiculiza y destruye sus tradiciones nacionales y fomenta la servidumbre a instituciones mundiales) = (justificación para sustituir a la población europea original por una mezcolanza de gentes carentes de su herencia civilizatoria cuando se produzca la obvia crisis demográfica). Algunas consecuencias de esta ecuación las estamos viendo ya en las ciudades europeas donde han aparecido las primeras No go zones: barrios enteros donde más te vale no entrar si eres un europeo original. No es lo peor que vamos a ver en los próximos años, pero es un paso más hacia la rendición definitiva de Europa que buscan los impulsores de la actual situación. Esa rendición supondrá, de producirse, la desaparición definitiva de los europeos originales, en mucho menos tiempo de lo que podría imaginarse.

- ¿Quiénes son los responsables de esto? -le pregunté a Mac Namara.

Me lo contó también, por supuesto. Pero eso forma parte de las revelaciones peligrosas. Sólo anotaré ahora un nombre relacionado con el meollo de la cuestión: Richard Nikolaus Coudenhove-Kalergi. Oficialmente ha pasado a la historia como un ferviente europeísta, partidario de la paz. Oficialmente. 


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